iie -unam, 2006, págs. 55 y 77. Lupercio recoge medallas, diplomas, reconocimientos, menciones, en distintas partes del globo y en exposiciones nacionales. Larga cosecha de premios: Sociedad Francesa de Fotografía (1898), Exposición Universal en París (1900), Exposición Panamericana en Bu¤alo (1901). A la Exposición Universal en Saint Louis Missouri (1904), Lupercio envió fotografías coloreadas y un sexteto de pinturas, mostrando la continuidad entre el fotógrafo-artista y el pintor-fotógrafo, lo que le valió una medalla de oro. En 1905 gana una mención y una medalla en el concurso de El Mundo Ilustrado. La última fue un diploma de honor en la Exposición del Círculo Católico en Puebla (1920). 12 Sasha Bru, Jan Baetens, Benedikt Hjartarson et al (eds.), Europa! Europa?: The Avantgarde, Modernism and the Fate of a Continent, Berlín, Walter de Gruyter Gmbh, 2009. 13 Muy recomendable resulta el apartado de Luis Mayo «Tipos de tesis doctorales en Bellas Artes» en Investigarte: Andamios para una construcción de la investigación en Bellas Artes, Asociación de Becarios de Investigación en Bellas Artes, Universidad Complutense, 2003. Una joya del humor negro donde el autor convierte al protocolo académico convencional (denominación, objeto formal, método, conclusiones, bibliografía, glosarios, etcétera) en materia de investigación académica. Con lo que sugiere que pronto habrá tesis sobre las tesis... 14 El comentario de Guillaume Apollinaire apareció en la primera de las reseñas del Salon des Indépendants y fue publicado en L’Intransigéant el 20 de abril de 1911. Una versión distinta es la que se halla en Les Soirées de Paris, 15 de enero de 1914. Chassé excavó en los archivos militares y no halló referencia de que efectivamente el Aduanero Rousseau estuviera entre las fuerzas expedicionarias francesas, lo que lo lleva a concluir que sus plantas tropicales no son reconocibles geográficamente y, según cree, deben provenir del jardín botánico en el que pintaba con frecuencia. Un jardín botánico en París, naturalmente. Prefiero la versión de Apollinaire hablando de los poéticos y plásticos recuerdos de la vegetación y la fauna tropicales, los que, asegura, son de lo más precisos. 15 La imagen fue reproducida en Aurelio de los Reyes, ¿No queda huella ni memoria? Semblanza iconográfica de una familia, México, iie-unam, 2002, p. 46. 16 Su buen amigo, Ixca Farías, recordaba tan extraño arreglo de carnaval centenario: «Había también carros alegóricos y en 1910, José María Lupercio arregló, por cuenta del Comercio, un carro que sacó un costo de $3,000; representaba la dominación española y en una gran plataforma de 8 x 4 metros, venía al frente, Cristóbal Colón y un grupo de indios entre palmas, al centro una especie de trono o templete con una figura representando a España con sus atributos de León, Castilla y Granada, todo tallado en maderas, ella con cetro, corona y capa de armiño y al fondo, el último Virrey O’Donojú, despidiéndose. Este carro iba tirado por seis troncos de caballos que prestaron don Carlos Hering, don José García y don Diego Moreno, con palafreneros a pie, con trajes costosísimos estilo de la época» en Casos y cosas de mis tiempos, Guadalajara, Colegio Internacional, 1963. Se consultó la segunda edición de Editorial Ágata, 1992, p. 125. 17 “[...] por la tarde el Lic. Vasconcelos nos hizo una visita y sin más preámbulos, con la manera que le caracterizaba, me dijo que era necesario yo dejara de pintar las paredes de la Biblioteca. Como yo le preguntara cuáles eran las razones, enfurecido me dijo que él no tenía que darme ninguna, pues él era el Ministro y que él ya estaba cansado de tantos indios que estaban siendo pintados”. Emilio Amero, La pintura mural de México. Una transcripción de ese mecanoescrito en www.jeancharlot.org/ onJC/writings/E%20Amero%20on%20JC.htm
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