PáGinaS SiGuiEntES: Fotomontajes promocionales de películas fotografiadas por Gabriel Figueroa entre 1933 y 1981. PáGinaS 346 347: Videogramas digitales de las películas: Mi candidato (Chano urueta, 1937), Los millones de Chaflán (rolando aguilar, 1938), Un día con el Diablo (Miguel M. delgado, 1945), Ahí viene Martín Corona (Miguel Zacarías, 1951), El señor fotógrafo (Miguel M. delgado, 1952), Hijazo de mi vidaza (rafael Baledón, 1971), D. F. (rogelio a. González, 1979) y México 2000 (rogelio a. González, 1982).
Solaz y esparcimiento
Las actrices Sara García y Emma roldán en un still de la película Padre de más de cuatro, dirigida por roberto o’Quigley en 1938. Colección Fundación televisa.
El prestigio cultural de Gabriel Figueroa se deposita en unas cuantas películas de lo que fue una extensa y variada filmografía. Aunque su trayectoria laboral, sus méritos artísticos y sus vínculos personales le permitieron tener influencia en los medios intelectual, político y sindical, el cinefotógrafo nunca dejó de verse a sí mismo como técnico especializado en un eslabón de producciones que implicaban muchos otros oficios. Al igual que sus compañeros de la sección de Técnicos y Manuales del sindicato de Trabajadores de la Producción Cinematográfica —la organización gremial que se fundó en 1945, a partir de un movimiento encabezado por jorge Negrete, Mario Moreno Cantinflas y el propio cinefotógrafo—, Figueroa acompañó en sus altibajos a la industria que en un tiempo se contó entre los mayores proveedores de solaz y esparcimiento para las multitudes. En el más de medio siglo que Figueroa prestó sus servicios al cine nacional, membrete que ocultaba tras de sí un sinfín de intereses y negocios, vio surgir y decaer géneros fílmicos, brillar estrellas de corta vida o de permanencia mitológica, entrar y salir de los foros a directores propositivos o rutinarios. El cinefotógrafo estuvo al lado de Fernando de Fuentes cuando intentó replicar el éxito de Allá en el Rancho Grande en otras películas y también cuando exploró la vertiente del melodrama. Con Miguel M. Delgado, viejo conocido, se hizo presente en las películas en que el peladito Cantinflas se volvió gendarme, bombero, mosquetero, artista de circo, visitante del infierno, fotógrafo y profesor. La revolución mexicana pasó de Carabina 3030 (Miguel M. Delgado, 1958) a Cananea (Marcela Fernández Violante, 1976). El romance transitó de Historia de un gran amor (julio Bracho, 1942) a Corazón salvaje (Tito Davison, 1967). La risa se desplazó de Los millones de Chaflán (roberto Aguilar, 1938) a Hijazo de mi vidaza (rafael Baledón, 1971). La sensualidad de Ninón sevilla (Llévame en tus brazos, julio Bracho, 1953) le cedió su lugar a la de Isela Vega (El festín de la loba, Francisco del Villar, 1972). y mientras tanto, Gabriel Figueroa fue cambiando de luces y locaciones, reajustando el foco de su cámara, ayudado por Domingo Carrillo, Álvaro González el Frijol, Daniel López, Pablo ríos y otros colaboradores.
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