Luna Córnea 32. Gabriel Figueroa: Travesías de una mirada. 2ª parte

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Ángel Corona (atribuida). Still de las grutas de Cacahuamilpa que sirvieron de locación para la película Macario. Guerrero, México, 1959. Colección Fundación televisa.

Apariciones

Ángel Corona Villa (atribuida). Enrique Lucero como la Muerte, e ignacio López tarzo en el papel protagónico, en un still de Macario, película dirigida por roberto Gavaldón. Cacahuamilpa, Guerrero, México, 1959. Colección Fundación televisa.

Las narraciones fantasmagóricas que proyecta el cine se nutren —entre otras materias tangibles e incorpóreas— de palabras: que componen cuentos, novelas y argumentos en que se basan los relatos fílmicos; las que en un guión hacen la descripción de escenas y tomas; las que deberán pronunciar los actores ante las cámaras como diálogos y monólogos. sea texto derivado de otra obra literaria o pieza original predestinada a la pantalla grande, las palabras que el cine requiere para su construcción habrán de desaparecer o disolverse en el entramado visual y sonoro que resulta del montaje final de una película. En el traslado de la literatura —que da margen a la imaginación ilimitada— a la cinematografía —que apela a la imaginación a partir de formas y expresiones definidas—, hay pérdidas, distorsiones, reelaboraciones, creación de nuevas obras. Gabriel Figueroa participó en proyectos que intentaron, con mayor o menor fortuna, adaptar, entre otras obras, las de Benito Pérez Galdós, Graham Greene, Tennessee Williams, Malcolm Lowry, Carlos Fuentes, juan rulfo o B. Traven. Con este último autor, cuentista y novelista que hizo del ocultamiento de su identidad su mejor obra, Figueroa estableció vínculos que fueron más allá de lo cinematográfico. La escritura de Traven inspiró varias películas fotografiadas por Figueroa: La rebelión de los colgados (Emilio Fernández y Alfredo B. Crevenna, 1954), Macario (roberto Gavaldón, 1959), Rosa Blanca (roberto Gavaldón, 1961) y Días de otoño (roberto Gavaldón, 1962). Por muchos años el cinefotógrafo estuvo interesado en realizar un filme a partir del conmovedor relato que Traven tituló El puente en la selva. En una de las contadas ocasiones en que Figueroa emprendió la escritura de un guión cinematográfico, quiso ofrecer su versión sobre la errancia del “hombre a quien nadie conoce”, pero que a él, en cambio, le había otorgado la confianza del trato íntimo y la posibilidad de retratar el rostro de un enigma. En esta sala se muestran las prefiguraciones literarias y los preparativos de algunas escenas de la película Macario. La adaptación fílmica en que colaboró el dramaturgo Emilio Carballido propuso una escena, luego filmada en las grutas de Cacahuamilpa, que jamás estuvo en la imaginación de Traven, narrador a su vez de un cuento que provenía de la tradición popular. Esta galería ofrece asimismo noticias de la amistad entre B. Traven y Gabriel Figueroa, de acuerdo al relato que de ella hizo el cinefotógrafo en una conferencia dictada en 1974. Al final del recorrido se revisa desde distintos ángulos el final de la primera versión fílmica de la novela Pedro Páramo de juan rulfo (Carlos Velo, 1966), en la que su director y el escritor Carlos Fuentes intentaron una traducción acaso imposible: hacer visibles los murmullos de un pueblo fantasma. 469


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