diseño preciso. Porque podía ser muy fácil para cualquier buen técnico “trampear los sentidos y exagerar la intensidad de los cielos y de las nubes, de manera que parecieran estorbar y saturarse de una manera contraria a la naturaleza”. Por el contrario este teórico del pictorialismo, al buscar la armonía eficaz que se necesitaba, lo advirtió: “ciertas formas de nubes sugieren ciertas ideas, y es importante que estas ideas no choquen con los sentimientos relevantes del cuadro”. ya desde aquí se estaban perfilando las intencionalidades subjetivas, que a su vez podían ser significativas y simbólicas. y a todo ello agregó: Es así que las masas desgarradas de nubes cambiadas por el viento nos darán mejor […] la idea de un paisaje de marisma siempre agitado por el viento, […] por las formas majestuosas y solemnes de nubes imponentes que se levantan como montañas por encima de cumbres y de árboles y que, indiferentes a las corrientes de aire de abajo, atraviesan el paisaje con una lentitud magistral.14
Esto lo llegó a escribir el profesor Hinton en un libro que fue publicado en 1894, en ediciones en inglés y francés, en una Europa que se encontraba reconfigurando la idea de lo artístico. Entonces, he aquí una conciencia pionera de las diversas estructuras de la imagen paisajista. Ciertas historias de la fotografía suelen minimizar los aportes visuales que generó el pictorialismo. Acaso porque sus recursos — ese suave flou, esa brumosa falta de nitidez, esa rugosidad de grano grueso— se llevaron hasta el agotamiento y tuvo una vida muy larga en el siglo xx . Pero de hecho, es esta corriente la primera gran modernidad en la fotografía. ¿Qué más revolucionario en una foto que busca subvertir al impresionismo al apropiárselo y reconfigurar sus formas? y en esto muchos contribuyeron. De hecho podríamos decir que no hubo fotógrafo vanguardista que no hubiera pasado inicialmente por esta primera modernidad. Toda una corriente que impactó como un nuevo sentido de lo artístico. y en el paisaje, tema enorme de esta corriente, se siguió una precisa búsqueda. El teórico norteamericano F. C. Tilney, todo un filósofo del pictorialismo, en su libro The Principles of Photographic Pictorialism dedicó un capítulo entero a abordar el sentido de los cielos. Tilney escribió en 1930: “la mayoría de los fotógrafos pictorialistas fallan al mostrar la marcada diferencia que existe entre la luminosidad natural del cielo y el valor tonal de la tierra. El paisajista promedio ha estado obsesionado, casi un siglo de tradición en materia de cielos, [esto es] la suma y la sustancia en cómo debe tener nubes en sus fotografías”. Más adelante, Tilney dejaría claro cómo se fue dando esta larga búsqueda y necesidad: “Esto podría ser poco excepcional si se diera el hecho de que el cielo no existe sin nubes. Pero el cielo sin nubes es 242