Señor Presidente del H. Ayuntamiento de México* Presente Señor Presidente: Con mi doble carácter de Consejero Cultural y Artístico y Delegado especial de usted, tengo el honor de poner en su conocimiento los hechos siguientes: Asistía yo anoche, martes 4 de julio, a las luchas libres que se están efectuando en el Teatro Arbeu, y al final de la función me vi precisado a intervenir en un enojoso asunto en el que, el señor Inspector técnico Don Fernando Colín y otro señor Inspector, cuyo nombre ignoro, habían determinado consignar a la policía a los luchadores Karl Schakmann y S. Petroff, sin ninguna razón, en mi concepto, y sobre todo por lo relativo a Schakmann. Los hechos acontecieron de la manera siguiente, que puedo narrar en todos sus detalles porque los presencié y aprecié todos y desde el primer momento: –Se había anunciado una lucha libre hasta vencer entre los dos fuertes campeones Schakmann y Petroff. –Desde que se inició el encuentro, Petroff echó mano de todas las malas artes que caracterizan su juego, para dominar a su contrario. –Su primer ataque consistió en un golpe con la mano, dirigido a la frente de su contrincante, que a punto estuvo de haber lesionado gravemente el ojo izquierdo y de haber producido una herida en la piel, semejante a la que en la noche anterior el mismo Petroff había producido en idéntica forma al campeón W. Zbysco. –Fue tan fuerte el golpe recibido por éste último, que se le produjo una herida, en forma de media luna, sobre la ceja izquierda, como de dos pulgadas de extensión y de una profundidad tal que dejaba al descubierto el hueso del cráneo. La herida sangró bastante, fue visible durante toda la lucha, y sin embargo, los señores Inspectores no le dieron la menor importancia ni procedieron a la consignación de Petroff, porque les pareció un incidente de la lucha y nada más. Pues bien, anoche Petroff repitió su golpe a Schakmann aunque no logró alcanzar los resultados que en Zbysco. No hubo desgarradura de la piel ni sangre. Fue, por lo tanto, de menor importancia. –Pero como desde el comienzo de la lucha se sintiera Petroff frente a un adversario de respeto, empezó a usar de golpes prohibidos en gran abundancia, contándose entre éstos los golpes con el puño cerrado sobre la nuca y costillas del adversario, las torceduras de dedos hasta el punto de casi romperlos a Schakmann, los golpes en los codos y otra serie de arterías que no están permitidas en la lucha libre. Schakmann es un correctísimo luchador que jamás ha empleado tales procedimientos en su trabajo. –Es sereno, juicioso, e insisto, de una corrección intachable. –Al verse agredido en esa forma, se conformó con castigar aún más duramente a su contrario, provocando en éste una sobreexcitación nerviosa tan intensa, que Petroff perdió todo control de sí mismo, y más se empeñó en poner fuera de combate a su adversario, empleando golpes de mala ley. La lucha se había prolongado por más de cuarenta minutos. –El público, excitadísimo, aplaudía entusiastamente a Schakmann y le urgía a que castigara duramente a su rival, a quien silbaba y denostaba consantemente. –Hubo un momento en que Schakmann quedó debajo de su contrincante, y entonces éste, cerrando el puño, empezó a golpear a su contrario en la nuca, simulando que lo hacía con el antebrazo, pero en *Documento procedente del Archivo Histórico del Ayuntamiento de la Ciudad de México. Ramo Diversiones Públicas. 26
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