“Saliendo de esa entrevista me fui al puesto de periódicos y compré todas las revistas de lucha libre que encontré. Me puse a analizarlas. Veía que todo mundo manejaba ángulos abiertos y casi nadie manejaba close up. Fue cuando empecé a tomar fotos de los luchadores cuando trataban de arrancarse la máscara o de rompérsela. Yo trataba de tomar el rostro, de acercarme. Manejé mucho close up. Lo que sí es que nunca me agasajé en un solo lugar, como los demás fotógrafos, sino siempre daba yo la vuelta de un lado para el otro del ring. Empecé a darme cuenta de cómo eran las cosas, los movimientos y todo eso. Como que había un sentido de deducción… o de intuición. Lo malo fue que capté a uno de los muchachos casi dando la cara al público, lo que provocó un gran descontento por parte de los luchadores. Me mandaron llamar, me dijeron que me querían golpear. Me dijeron: –Oye, tú eres el catsup ¿Te gusta la sangre? –Yo nada más tomo lo que hacen. –¿Sabes qué? Te estás metiendo en muchas broncas con los compañeros, porque los estás tomando sin las máscaras. “De hecho me mandaron llamar de Lucha Libre. El señor Carlos Maynes me comentó que si yo era nuevo en eso. Le dije la verdad: que sí. Yo lo que procuro es captar el instante, lo que la gente está esperando ver, ¿no? Que es conocer la incógnita. Precisamente eso es lo que había que cuidar, porque los muchachos de eso viven, de cuidar su incógnita. “Yo captaba la imagen, pero no estaba seguro de qué imagen iba a salir publicada. Después de la función entregaba los rollos, en la noche los dejaba con el policía. Los mandaban revelar y el señor Meraz era el que decía: “Esta foto sí y ésta no”. Él era el editor y el director. “Yo crecí con gente adulta y experimentada: el señor Meraz, el señor Antonio Cuéllar, el señor Fernando Gómez Arias, el señor Juan Cervera, el señor Arturo Ortega, que era un gran fotógrafo, extraordinario, yo creo que fue uno de los mejores fotógrafos de lucha libre que ha habido. Todos ellos ya eran de la vieja guardia y aprendí muchísimo de ellos. “Espectacular duró cuatro años, hasta el 90, con un tiraje de 40 mil ejemplares, si mal no recuerdo. Con una variedad tan increíble en cada número. Hubo momentos que capté Portada de la revista Super Luchas núm. 1, publicada el 14 de marzo de 1991. 242
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