entré al ring y les pregunté si podía entrenar con ellos. Vi azotarse al ‘Chale’ Romero quien era el famoso de ese grupo y verlos entrenar me pareció fascinante. El ‘Chale’ me dijo; ‘Claro, boxeadorcito…’. Pasé al ring y comencé a boxear, para mí fue algo nuevo e interesante, no me dejaba agarrar y ellos esquivaban mis golpes; yo boxeando y ellos tratando de agarrarme. Hice sombra, tiré golpes. Pero de pronto me agarró un luchador de la cintura y me levantó en el vuelo, me giró y me aplicó una quebradora en su rodilla… que yo sólo exclamé: ‘aaahh’; me quejé. De ahí quedé paralítico ¡cerca de seis meses! Y la situación económica era precaria. Cuando quedé inválido, ya tenía a mis dos hijos, los más grandes: Jesús y José (q.p.d.), y una niña que se me murió: Irma. Jesús tendría unos dos o dos y medio años; el otro un año y la niña, unos meses de nacida…”. Ésa fue su primera lesión (una fractura del sacro-lumbar) “sin ser todavía luchador”. Después de la quebradora, el lesionado iba al gimnasio a realizar sus ejercicios de recuperación; un día Efrén “Ray” Carrasco se le acercó y ofreció enseñarle lucha libre. En honor al hombre que lo inició en el arte, en 1954 José Díaz Velázquez, después de pasar por distintos nombres y equipos –El “Pelón Chato” Díaz en la Arena Roma en Mérida; “El Indio” Mendoza en el centro nocturno Arena; “El golpe”; “El Rayo Rojo” (enmascarado); “Gargantúa” (enmascarado) en el norte de la República–, decidió ponerse “Ray”. “Mendoza” fue un homenaje a su esposa Lupita Mendoza. De las famosas peleas de “El Potro de Oro” está una en la que el protagonista no es él sino su padre. Esa noche Dorrel Dixon (jamaiquino que en ese momento Arturo Ortega Navarrete. Ray Mendoza, portando un aparato ortopédico, se restablece de una lesión en el cuello. En la imagen superior le muestra al reportero gráfico una radiografía. Ciudad de México, 15 de octubre de 1965. Centro Arturo Ortega Navarrete, A.C. 144
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