Luna Córnea 27. Lucha Libre

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con los mejores. Entre los primeros estuvo Gory Guerrero, con quien sí tuve varios sangrientos encuentros; cada pelea que sosteníamos era a “muerte”, y patinábamos en nuestra propia sangre. A raíz de esos encuentros se forraron los postes del encordado del ring y tuvieron que suspenderse varias peleas debido a que por su fiereza pensaban que íbamos a matarnos.6

El Rudo del milenio En todas las arenas cultivó su fama de rudo y siguiendo los pasos de Jesús Velázquez, el personaje de las cavernas caló hondo en el imaginario colectivo latinoamericano, especialmente de aquellos que presenciaron en vivo cómo despedazó a una víbora con sus propios dientes: Inspirado en que el Murciélago Velázquez siempre tenía entre su toalla pequeños murciélagos como parte de su show, en una ocasión en que nos enfrentamos en una campal en ocho, cuando el réferi nos mandó llamar al centro del ring, El Murciélago sacó de entre su toalla una enorme víbora. Los demás luchadores corrieron, pero yo no, me abalancé y cogí al reptil partiéndolo en pedazos a mordidas, mismo que aventé al público que en ese momento se desbordaba de emoción y admiración hacia mi persona.7

El público lo llevó a caracterizar vehementemente al furioso personaje del calzoncillo rojo que aportó al universo de las llaves La Cavernaria, castigo al contrincante que luego fue teóricamente prohibido por su peligrosidad. Su melena y sus botas fueron conocidas y respetadas en las plazas más importantes del continente. El curtido luchador fue bien apreciado por esos públicos bajo la influencia de la lucha libre mexicana que fue la única que tuvo una industria cultural tan rica y polimorfa. Su paraíso en Xochimilco En 1952 llegó a vivir a la actual colonia San Bernardino, perteneciente a Tepepan y La Noria; “en ese entonces todo era tranquilidad y vegetación, ahora parece que siembran niños”, dijo en una de las últimas entrevistas que se le realizaron en su domicilio en 1999. Cuarenta y siete años antes, su buen amigo Jesús El Murciélago Velázquez recreó en su columna de la revista Clinch algunas escenas ocurridas en el refugio de Rodolfo Galindo8: Su casa, es una magnífica construcción de tabique, rodeada de gallineros y otros departamentos, en donde guarda, además de gallinas, conejos, bovinos, y algunos chivos; entre los que, por cierto, no vi al Chivo García9. Tiene también un águila pequeña 137

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