Luna Córnea 27. Lucha Libre

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Salto inmortal Así como llegó a la lucha, Jesús Velázquez se retiró de ella. Sin aspavientos, menciones especiales o funciones de homenaje, Don Chucho bajó del ring en plenitud física y desde la enseñanza de la lucha y la Comisión de Box y Lucha del D.F., trató de colaborar en el mejoramiento de las condiciones de trabajo de sus compañeros luchadores en un salto que lo llevó de la máquina de escribir al ring y de regreso. La escritura, uno de sus primeros gustos y oficios, le recibió nuevamente con los brazos abiertos, cuando al dejar la lucha profesional para dedicarse metódicamente a la creación de cuentos e historias. Apoyado en una grabadora de reportero construyó diversas aventuras, algunas veces nostálgicas y otras divertidas o con alguna moraleja. En los años cincuenta incursionó en la prensa con sus colaboraciones para las entonces recientes revistas especializadas en lucha libre, como fueron Nocaut, Box y Lucha y Clinch. Su sección, “Las locuras del Murciélago”, se convirtió en la ventana a un mundo en el que se mezclaban las realidades y fantasías de Jesús Velázquez y que inspiraron a cientos de niños como fue el caso del joven lector José Emilio Pacheco en 1953, cuando ganó un concurso de adivinanzas en la Revista Box y Lucha. El talento del Murciélago escribano fue bien recibido por la industria cinematográfica, que se alimentó de muchas de sus historias, ya fueran especialmente escritas para la pantalla o bien con adaptaciones de sus cuentos. El primer gran éxito del Murciélago en el cine, fue un argumento para una cinta de luchadores, Los tigres del ring (Chano Urueta, 1957) estrenada en marzo de 1960. El mayor éxito de su carrera como argumentista lo obtuvo con la película Tlayucan, dirigida por Luis Alcoriza en 1961, con quien Don Chucho entabló una polémica de la cual existen algunos episodios también en los folios encuadernados. La molestia surgió a raíz de que la cinta recibió la Medalla de Oro del XIII Festival de Karlovy Vary, laureando con creces al director y despertando los celos del ex–luchador. A pesar de eso mantuvo su relación con otros productores, como Antonio Matouk y Angélica Ortiz quienes tomaron los guiones de El Señor Tormenta y Tormenta sobre el ring para ser realizada en 1962 por Fernando Fernández. Éstos siguieron siendo clientes estelares de quien en 1959 les había escrito las fructíferas aventuras de un grupo de niños comandados por Angélica María denominados La Pandilla. Tan a gusto estaban con el trabajo de Jesús en el cine, que según el testimonio de Arturo Velázquez, ellos le rentaron una habitación a su padre en un hotel donde el ex–luchador se concentraba para escribir. Velázquez Quintero recortó los anuncios en el periódico de algunas películas basadas en sus argumentos originales que fueron colocados en una de sus libretas: Las Lobas del Ring (René Cardona, 1964), Esta noche no (Rafael Baledón, 1965), Sexo y crimen (Alberto Mariscal, 1968), la póstuma Audaz y bravero (Alfonso Corona Blake, 1975) y El Pozo (Raúl de Anda, 1964) del que también hay un fotorreportaje de su filmación.

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