Luna Córnea 14. Secretos

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V. El síndrome del avestruz (Culos vemos, caras no sabemos) Los avestruces son muy lascivos, según. es fama. D(cese que cuando el avestruz se ve perdido esconde entonces su cabeza creyendo que con. eso no le ven; pero podrfa ser muy bien que el avestruz sólo tuviese la mira, al esconderla, de poner a salvo por lo menos aquella parte. Eduardo Chao. Museo pintoresco de historia natural. Descripción completa de los animales, vegetales y minerales títiLes y agradables. España, 1854. Anónimo. El raplo de Venus.

Ciudad de México, ca. 1960.

El avestruz no es un ave culona y estúpida que al ocultar la cabeza cree ocultarse toda. El avestruz entierra la cabeza porque es lo que cuenta, porque salvada la cara lo demás no importa. Esta aseveración zoológica e dudosa, pero expresa bien la condición recíproca de la mirada humana: sólo soy visto si veo que me ven. Por eso los niños cierran los ojos cuando se esconden, por eso ante un peligro inevitable apretamos los párpados, por eso los amantes tímidos apagan la luz. Y por eso las exhibicionistas púdicas o principiantes se cubren el rostro, esquivan la cara o cuando menos cierran los ojos. No es simple estrategia de anonimato: es un recurso de ausencia, un mecanismo de evasión. y es que el rostro -y no las mal llamadas partes pudendas- es la última frontera del pudor. Las "vergüenzas" no se avergüenzan de exhibirse. Lo que en verdad sonroja es enseñar dando la cara, es ver como me ven. En el desnudo que rehuye el rostro o lo oculta tras un velo, máscara o antifaz, hay cierto recato. En cambio es un descaro enseñar el culo cara a cara. Porque la auténtica concupiscencia está en la mirada cómplice de quien se sabe escudriñado en "su más profunda piel".

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