Luna Córnea 35. Viajes al Centro de la Imagen III. Aproximaciones al fotoperiodismo mexicano

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A veces imagino lo que habrán de decir de nosotros los historiadores futuros. Les bastará una frase para caracterizar al hombre moderno: fornicaban y leían periódicos. El personaje Jean-Baptiste Clamence en La Caída (1956) de Albert Camus.

El fotoperiodismo surgió en la segunda mitad del siglo xix para dar testimonio visual de los agitados y expansivos tiempos modernos, como parte del desarrollo técnico y comercial de las industrias que hicieron posible la edición masiva de diarios y revistas ilustrados. Al tiempo que enriquecían la oferta de estas publicaciones periódicas, sus registros puntuales de sucesos del presente, cuya difusión no se circunscribió al consumo local, contribuyeron a la creación de una nueva conciencia histórica del devenir humano. Los avatares del mundo ancho y ajeno se volvieron asunto doméstico mediante la circulación efímera pero constante, y a precios módicos, de papeles con palabras e imágenes impresas.

Los oficios de la crónica y la búsqueda de noticias se redefinieron con el uso de las cámaras fotográficas y el trajín de quienes, con ellas en las manos y delante de los ojos, las llevaron a testificar acontecimientos de la más diversa índole. Con el trabajo cotidiano y ubicuo de quienes serían llamados repórters, reporteros gráficos, fotorreporteros, fotoperiodistas, se hizo visible esa dimensión temporal que acabaría por ser la rectora de la convivencia social en todas las regiones del planeta: la actualidad, el hoy que resultaba de la suma desglosable de miles y miles de instantes. En pos de la fugacidad del tiempo presente, la crónica fotoperiodística sería a la vez el destello de la noticia que era comidilla del día y el archivo de las novedades caducas, en cualquier caso una narración siempre uncida a las minucias de la vida cotidiana, de las que el fotorreportero aprendió a ser tanto testigo como catalizador. México puede preciarse de contar con una sólida tradición fotoperiodística, en la cual están representados no solo los usos y prácticas nacionales de ese género informativo, y las habilidades profesionales de los reporteros locales, sino también el margen de maniobra que al ejercicio de nuestro periodismo gráfico le han permitido los intereses políticos y económicos que son también parte de las circunstancias en que las imágenes se vuelven noticia o reportaje impresos. El reconocimiento de los fotoperiodistas como autores no puede olvidar que su labor es parte de un complejo engranaje editorial y que sus imágenes, antes de llegar a los lectores de diarios y revistas, pasan por el filtro de múltiples mediaciones. En las imágenes publicadas está presente el ojo de un testigo-creador con cámara, pero igualmente los presupuestos establecidos por sistemas de información y regímenes de gobierno que tienen, como en el caso mexicano, distintas maneras de influir en los contenidos de las publicaciones periódicas. 9


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