Porfirio Diaz
Fue un político y militar que destacó en diversos hechos de armas y procesos políticos de relevancia para la historia nacional. Su carrera como militar comenzó en 1854, cuando se adhirió al Plan de Ayutla, mediante el cual se desconoció al gobierno del General Antonio López de Santa Anna.

Avances Tecnológicos

Ferrocarril
Al comenzar el siglo XX, la red ferroviaria mexicana había alcanzado su máxima extensión y era presentada por la clase política porfiriana como uno de los logros más importantes del régimen, símbolo de la modernización y del progreso logrado a lo largo de los treinta años en el poder.
Este entramado ferroviario estaba encabezado por el Ferrocarril Central Mexicano, que comunicaba a la Ciudad de México con Paso del Norte (hoy Ciudad Juárez) y que contaba, además, con los ramales: Chicalote a Tampico (división San Luis), Paredón a Tampico (división Monterrey) y el llamado Ferrocarril de México Cuernavaca y Pacífico, que comunicaba a la Ciudad de México con Balsas. El Ferrocarril Nacional Mexicano, línea que enlazaba a la Ciudad de México con Nuevo Laredo, el Ferrocarril Internacional Mexicano, que comunicaba a Durango con Piedras Negras, así como los principales ramales que estas compañías poseían. Estas tres líneas ferroviarias constituyeron la columna vertebral de Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), empresa que se creó con la consolidación de estas tres compañías, en 1908.

Telegrafo
Entre 1907 y 1911 se le dio especial énfasis a la radiotelegrafía o telegrafía inalámbrica. Sin saberlo, Díaz había construido del telégrafo una de las redes más importantes y sólidas de comunicación en México, lo cual fue clave para derrocarlo durante la Revolución Mexicana.
El telégrafo es un aparato o dispositivo que emplea señales eléctricas para la transmisión de mensajes de texto codificados, como con el código Morse, mediante líneas alámbricas o comunicaciones de radio. El telégrafo eléctrico reemplazó a los sistemas de transmisión de señales ópticas de semáforos
Escuelas
El problema educativo había sido preocupación central de autoridades, maestros y aun del mismo presidente. Para todos ellos la educación era la base del progreso y de la prosperidad y un elemento clave para lograr la unidad nacional, meta prioritaria del régimen. En palabras de Justo Sierra, “era el factor capital de la obra de nuestra unificación”.Paradójicamente poco se hizo para ampliar el alcance del sistema escolar.
La expansión de la educación primaria durante el porfiriato fue considerable, pero insuficiente. A primera vista, el crecimiento es sorprendente. La cantidad de escuelas oficiales se duplicó entre 1872 y 1910 (de 4 4929 692). No obstante, el porcentaje de los que sabían leer y escribir aumentó apenas de 14,39 a. 19.74. Según las estadísticas más confiables, 9 141 650 individuos mayores de 6 años, de una población total de 15 103 543, eran analfabetas.
El crecimiento insatisfactorio de la enseñanza primaria se debió a diversas causas. No obstante la importancia que Díaz le atribuía, la tendencia centralizadora del régimen contrarrestó los esfuerzos de los ministros de Instrucción Pública.


