Ready player one ernest cline

Page 189

barrote de la celda donde voluntariamente me había encerrado a mí mismo. Ahí, de pie, iluminado por la luz mortecina de los fluorescentes de mi minúsculo apartamento, no había modo de escapar a la verdad: En la vida real, y o no era más que un ermitaño antisocial. Un recluso. Un geek pálido y obsesionado con la cultura pop. Un agorafóbico sin amigos, sin verdaderos contactos humanos. Era solo otra alma triste, perdida y solitaria, que malgastaba su vida en un videojuego mitificado. Pero en Oasis, no. Allí era el gran Parzival. El gunter mundialmente famoso, la celebridad internacional. La gente me pedía autógrafos. Tenía clubes de fans. Varios, para ser exactos. Me reconocían allá donde iba (únicamente cuando y o quería). Me pagaban por dar mi aval a productos. La gente me admiraba y me tenía en cuenta. Me invitaban a las fiestas más exclusivas. Acudía a las discotecas de moda sin tener que hacer cola. Era un icono de la cultura popular, una estrella del rock de la realidad virtual. Y, en los círculos de gunters, era una ley enda. Un dios. Me senté y me coloqué los guantes y el visor. Una vez verificada mi identidad, apareció frente a mí el logo de Gregarious Simulation Sy stems, seguido de la frase de inicio. Saludos, Parzival Por favor, pronuncia tu contraseña. Carraspeé y lo hice. A medida que pronunciaba las palabras, aparecían en el visualizador. «No one in the world ever gets what they want, and that is beautiful». Se hizo una breve pausa y entonces Oasis fue surgiendo a mi alrededor y y o solté un suspiro imaginario de alivio.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.