Especial uruguayos retornados
se publicaba. En el ámbito universitario, en paralelo, daba clases puntuales en el ámbito de la ETSAB y Casa América de Cataluña, vinculadas a la arquitectura uruguaya y Latinoamericana. A fines de 2005 pasé a trabajar en el estudio de arquitectos AH asociados en Barcelona y algunos edificios que hicimos allí también fueron publicados en medios universitarios. Uno de ellos fue finalista de los premios Construmat a la Innovación Tecnológica por lo que fuimos invitados, junto a Jorge Gambini, a participar del IV Congreso de Arquitectura Blanca, en el Paraninfo de la Universidad Politécnica de Valencia en el año 2010. Ver reseña compartida en pág. 45 Me recibí el 20 de marzo del año 2000 con la entrega de la carpeta, conjuntamente con Diego López de Haro. Comencé a trabajar en el Laboratorio de arquitectura, Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), UPC, en noviembre de 2000 después de hacer el viaje de la Facultad de Arquitectura. En Uruguay, antes de irme, trabajé seis años en el estudio Kohen - Otero del cual fui asociado desde el año 1998 hasta la fecha de partida. Además era docente en el taller de Ruben Otero y había participado como proyectista en el Plan de Ordenamiento Territorial de Montevideo. Realicé estudios de Doctorado en la ETSAB de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC). Obtuve el Diploma de Estudios Avanzados (DEA) en 2003 y el título de Doctor en 2013 en la misma institución. La homologación a título la obtuve en 2008 en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla. El Laboratorio de Arquitectura, ETSAB -el cual se fundaba por aquellas fechas-, estaba dirigido por el catedrático de proyectos Helio Piñón. Comenzamos a producir un libro sobre la obra del arquitecto uruguayo Raúl Sichero y otro sobre la del arquitecto argentino Mario Roberto Álvarez, socio del primero en Punta del Este. Luego llegaron los primeros encargos de edificios, en los que empleábamos la mayor parte del tiempo. La producción del Laboratorio estaba, por tanto, vinculada a la actividad profesional convencional, pero a su vez se realizaba dentro del ámbito universitario. Por tanto, todo lo que se hacía allí servía como material para la docencia y
Estoy convencido que la formación recibida en la Facultad es superior a la media, al menos en América Latina. No sólo por los profesores, sino también por el trabajo que se hace junto a compañeros de estudios, principalmente en los talleres de proyecto. Este, a veces, es más importante que las propias clases. En Barcelona aprendí a pensar de forma sistemática, universal. Entendí que los problemas de un proyecto no están aislados; en muchos casos coinciden con los de otros proyectos, y por tanto pude comenzar a generar conocimiento acumulativo, útil para trabajos simultáneos y sucesivos. Volví por proyectos familiares y profesionales. Llega determinada edad en que la decisión del retorno se toma o la vida en el exterior es para siempre, lo cual nunca estuve dispuesto a que ocurriera. Siempre tuve trabajo pero eso fue secundario en la toma de decisiones. Haber terminado el ciclo del doctorado sirvió de excusa para volver. Buenas perspectivas laborales me impulsaron a dar el salto definitivo, aunque nunca dejaré de lado los diversos vínculos con España y con las personas con que he trabajado tantos años. Este recorrido me dio la posibilidad de enfrentar la producción sistemática de edificios con un enfoque general, y con la necesidad de controlar en términos de forma, a través del dominio de la técnica, el resultado final de las obras. En otras palabras,
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pasar a entender la arquitectura en su doble acepción: la material y la formal orientadas a estructurar y ordenar la consistencia física del edificio, y, en esencia, su consistencia visual. Hace muy poco que estoy de regreso pero el proceso de adaptación es razonablemente ágil. Doy cases en la Facultad de Arquitectura, UdelaR, en el taller Perdomo, dentro de los cursos de Carpeta y Anteproyecto tres. Por otra parte, estoy comenzando un estudio de arquitectura que espero se desarrolle con dinamismo en el futuro próximo. Estoy seguro de que la inserción en Uruguay tuvo que ver con esta experiencia. Y viceversa. La experiencia en Uruguay también fue fundamental para la inserción en el exterior. El traslado de criterios propios de la arquitectura uruguaya al mundo, adaptados a cada situación concreta, fue lo que de alguna manera permitió continuidad y calidad en la producción personal en el exterior. En Uruguay los procesos son más lentos y dependen mucho de impulsos individuales. En Europa la planificación es mayor y todo funciona de manera más dinámica y colectiva. Los medios económicos disponibles, hasta hace muy poco, eran mayores y la industrialización dentro de la construcción está moderadamente generalizada. Esto permite trabajar de manera más eficiente y con criterios de sistematización superiores a las que se manejan en nuestro país. Sin embargo, la tradición de arquitectura de calidad que se ha desarrollado a partir de la década del 40 en Uruguay permite partir de bases más estables a la hora de plantear un proyecto. Mientras que en Europa se trabaja dentro de pautas culturales más eclécticas, aquí la tradición moderna ha sido determinante y ha facilitado la continuidad de criterios de proyecto más claros, algunos de los cuales se mantienen en el presente. Estoy convencido que existe una identidad propia de la arquitectura uruguaya que la distingue y la estabiliza a nivel formal. Eso se puede decir de pocos lugares en el mundo y Uruguay es uno de ellos.