8. - Tapa del catálogo de exposición Homenaje a Joaquín Torres García. Montevideo: Museo de Arte Precolombino, 1974. Fotografía Testoni Studio.
símbolo que actúa apelando al pensamiento lógico y otro que opera sin necesidad de este tipo de pensamiento, radica en que el pensamiento lógico, con pretensiones de objetividad, adopta una actitud de investigación, de interrogación y examinación del objeto, oponiéndose a este con leyes propias. El pensamiento mítico no busca “comprender” al objeto para incorporarlo a un sistema de causas y efectos; el pensamiento mítico es simplemente “capturado” por el objeto, que habita una atmósfera individual, como una cosa única que puede ser aprehendida en su singularidad, en su aquí y ahora inmediato. (Ver Cassirer, Ernst. La philosophie des formes symboliques. La pensée mythique [1924]. Paris: Les Éditions de Minuit, 1972). Ib., p.78.
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A pesar de algunas resonancias plásticas y convergencias teóricas, su pensamiento se distingue del de otro artista y teórico que le era contemporáneo y a quien en 1935 le dedica su libro Estructura, Piet Mondrian. Ver Torres García, Joaquín: “Nuestro problema de arte en América”, en: Removedor n.° 14. Montevideo: Revista del Taller Torres García, 1946, pp. 2-8. (Disponible en:http://biblioteca.periodicas.edu.uy/collections/show/121. Último acceso: 04/01/2018). Ver también Mondrian, Piet: Natural Reality and Abstract Reality: an essay in trialogue form (1919-1920). New York: George Braziller, 1995; Mondrian, Piet: Arte plástico y arte plástico puro (1937). Buenos Aires: Editorial Victor Leru, 1957; Mondrian, Piet: Neoplasticismo na pintura e na arquitetura (19171942). São Paulo: Cosac & Naify, 2008.
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la cual el inconsciente esté delimitado por una geometría. En sus propias palabras, se trata de comprender “que lo inconsciente juega el primer papel, pero apoyado en el ordenamiento”.23 Aunque el arte moderno haya superado el naturalismo, más de una vez Torres cuestiona la autonomía y autosuficiencia defendidas por las vanguardias artísticas europeas en sus textos escritos luego de su regreso a Montevideo.24 Por otro lado, considera que uno de los desafíos del arte es recuperar la dimensión ritual y mítica que caracterizó al arte arcaico y primitivo, y defiende un arte que considera la humanidad del hombre, no su individualidad, sin por eso negar la participación creativa del individuo. Leer sus textos no como lecciones y sí como indicaciones, como premisas para aproximarnos a un arte que no es una descripción pasiva de la realidad, nos habilita a tener una
experiencia en la cual la subjetividad proveniente del inconsciente es nuestra realidad inmediata. Sensible al aspecto funcional, social y espiritual del arte de otras culturas, Torres se interesa en su dimensión anónima, su capacidad de representar valores y de unificar el sentir de una comunidad. En ese sentido, las colecciones de arte primitivo reunidas por alumnos y personas vinculadas a su entorno no son meros referentes formales ni funcionan solamente como un catálogo de formas visuales al cual recurrir. Esas piezas no solo enuncian simbólicamente verdades vitales: también dialogan con quienes las coleccionaron y les recuerdan lo que es el arte universal. Por lo tanto son, sí, puertas de acceso a una realidad diferente, sin mediaciones, en la cual los objetos funcionan como puntos de encuentro entre el artista y el observador, facilitando una experiencia humana universal.