El Ar(Jttitecto
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Hemos escrito otras veces sobre los días de postguerrct. Fué ayer cuando J.,_, vi()t<Witt estc1bn alejadct, aun cuando la presintiéramos. Pero hoy, cuando casi tocamos Pl triunfo definitivo, nuestra ansiedad por marcar el futuro, se vuelve más pre1niosa. De la fragua de la guerra surge un nuevo destino para la humcmidad. N uevo y limpio, como una estrella. Ciegos son los que no la ven o no quieren verla. Nuevo destino humano, para el nuevo hombre que poblará los valles d e Út tierra. Acercados a lct victoria, ha llegado la hora de pensar en los días después dr la guerra. Pase n los nnales de una historia negra d~ crímenes y horrores todo el ciclo funesto d e destrucción y muerte. Y pase como cosa vencida para. sit!1npre, en los días d~ unct humanidad nueva, enlazada en el abrazo de la cordialidad. u ,a págimt, que sea la última en el ancho libro de la vida de los pue blos, y que venga desde mañana, la nueva historia de una dulce conciliación humana. A trás para sie1npre la era de destrucción. Y ensalzada sea lct r~ueva era de la construrci/m. Construcción con el pensamiento jubilmw: con la materia sutil del arte; con los elem entos escondidos en el seno de la tierra ; y con los nuevos elem entos que el hombre arranca del misterio de los laboratorios. Cmutruir para !a /f'licidad humana. Rs en esta era iluminada de la creación, donde el arquitecto pued e alZflrse casi como un Dios, porque en sus manos están los poderes creadores, vivifirados por la llamct del arte. Todo lo que produce el hombre está destinado a envejecer o perecer. MctS si el ropaje del ctrte cubre la obra humana ·- palabras, cuadros, sonidos, muros- la cosa creada vence la usura de los dí.rts y se mantiene como nn signo frente ct las interrogaciones del futuro. El (lrquitecto puede lcvrmtar sus templos y palacios, pero puede y debe levantarlo!i en belll~zct. Todo lo que envuelve al hombre por sobre un campo de escombros y ruinas, él puede erigirlo nuevo, puro y firme, como ltnct flor de piedra qlte nacierrl de la.~ tierras laceradas. El puede ordenar s1u números y sus fórmulas y elevar la cosa nueva con un sentido que jamás ha poseído Pn los desolados días anteriores. El todo lo puede : ya con sus propios medios, o pt convocando la frat.ernal ayuda de todos los que saben constrttir con otros m edios las cosas que reclama la felicidad humana. Con los medios d el ingeniero, poderoso y fuerte, cambiado de un amargo reverso de forzosa destruc··ión, hacia e!. anver!lo de la creación gozosa; con los medios del m édico, en el cuidado de la t.•ida humana, para volverla plena y lograda deSfle ln cima al sepulcro; con los medios de agrónomos y veterinarios en una rival creación pllr(l(lisíaca; con los m edios del intelecto, en los laboratorios, los tallerPs y lns usÍiws del mundo. Este exordio de iluminadas esperanzas que el hombre nttevo deberá ha- · ct?r sus realidadt?S- nace hoy para insistirle al ct.rquitecto en cuál debe ser su función coordinadora y armónica, en ese nuevo ciclo de la vida humana, qlte t•stá naciendo por .'lobre las ruinas. Si hemos dejado que nuestra fe siempre firme, vibrara en la palabra ilusionada, 11.0 es sólo para hacerla cner en el disl:u.rso, sintiendo como la. acción se vuelve lejana. Al contrario. Pedimos, cla11Winos porque Pl arquitecto recupere su función rectora en el mundo naciente. Conto la de un Fidias, sobre un nuevo Acrópolis, invencible y blanco; como la de un constructor f{Ótico junto a su inmensa y florecida catedral ; como la d.el A m phion, exaltado por JI alery, acordmulo las piedra.'l enormes en una nueva música ba •io los cielos . llace tiempo A RQUITECTURA su girió y alentó la. organización de un Congreso N acional de todos los profesionales, para analizar los proble mas de postguerrCl. Eso no pudo realizarse. Pero pensamos que hace años que nuestro i!remio rro se une en Pl abrazo fraternal y fecundo de los Cm~resos. Del VI Con~reso de A rquitertos, que debía celebrarse en Lima,. nada. se sabe. Es así que' creemos qu.e para estar alertas y prontos, cuando lf.egue la convocutoria clf'l .futuro, algo debiera hacerse para unir a los arquitectos de América. Altos problem(IS, que rebasan el temnrio de los problemas gremiales, deberán d ebatirse n.biertamente. El nuevo hombre de América reclamará su nueva A rquiteclura. N o rruevtl en s 11 ugpecto formal, sino en la manerct cómo va ct adjudicarse, ._ en ese nue~o reparto de felicidad. l~entinúa
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ARQUITECTURA
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