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• • • en la interpretación de los · prmc1p10s fundamentales de arquitectura y en la • interpretación de la arquitectura misma como un gran arte de expresión. El Arquitecto H. V. Lanchester, que como hemos di cho informaba esta parte del tema en lo que se refiere a Inglate· rra dijo: A mi modo de ver los defectos del sistema en voga en nuestros días, Ila m ado ccurriculunP, está en que su fin es dar a todos los estudiantes una uniforme preparación y esforzarse en empujar a todos hacia un mismo ideal, lo que además de ser un error produce un gran daño. Tiene el g ran in con ven ien~e de ocultar la inherente i nha bi lidad, impidiendo eliminar la incapacidad al principio, va en contra del desarrollo de )a ' individualidad, estableciendo de una manera ab~oJuta que cuatro o cinco años de estudio bastan a cada estudiante para semejante propósito, con igual provecho. . La tendencia más revelada hoy, es la de la especialización y como una profesión como la nuestra ha llegado a ser demasiado compleja en su fin, para la mayor parte de nosotros, el dominio de todas sus ramificaciones es poco menos que imposible. Ahora, yo considero mala la forma de especialización que se dedica a estudiar sólo tipos de edificios, y considero beneficiosa aquella que hace de la concepción y estudio del proyecto y de la ejecución del mismo, objetos distintos pero dirigidos en un mismo sen· ti do. Habiendo yo mismo- ejecutado varios proyectos en colaboración con otras capacidades que armonizaban en el sentido indicado, es posible que sea esta la causa que me inclina en favor de este sistema y posiblemente las escuelas no pueden anticiparse, estableciendo estas especializaciones; pero yo opino que ya hoy y al fin de los estudios, una difer~n'cia en este sentido pueda ser admitida, diferendacióR que put>de consistir en
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calificaciones· especiales, en aquel1os co• nacimientos que constituyan precisamente la especialización . Sin esta tentativa para dar una idea de las consideraciones que en mi opinión deben influir en nuestras reformas de la enseñanza de la Arquitectura me sería dificil explicar las razones que tengo para abogar por ellos, Jo que puede disculpar en cierto modo el carácter de este preámbulo y aún después de lo dicho me queda la duda sobre mi habilidad para bosquejar un pronóstico. Parece innecesario establecer, que cua 1quiera que vaya a dedicarse a una ocupación artísti ca, debe revelar alguna aptitud y esto en una edad temprana, es decir, entre ocho y doce años y aunqueno es prudente que los estudios técnicos. sean suministrados antes ·de la adolescencia, las facultades generales, especia lmente aquellas de Ja observación y deducción, actualmente un poco y tal vez demasiado descuidadas, podrían ser prudentemente desarrolladas tan pronto• aparecieran. Nuestra s escuelas públicas se han ocupado muy poco de esta falta, lo mi~mo que las profesionales, teni,:mdo éstas menos escusas que aquellas. Los. educacionistas están empezando a reconocer ésto, y tengo la esperanza de que llegará un día en que nuestros jóvenes, abandonarán las escuelas con un certificado que especifique la clase de ocupación para la cu~I tienen aptitudes. Me parece imposible y hasta abs1.1rdo que un joven ll~gue a la edad de diez y sei5 o diez y ocho años sin haber manifestado tamás alguna vocación y que elija después una ocupación para la cual es completamente inadecuado. • Tomando a la arquitectura por ~Jemplo, las escuelas probarían la habilidad en el dibujo, las condiciones de imaginación conjuntamente con la capacidad para comprender y asimilar la geometría. que está tan ligada a las matemáti-
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