Jartura Volumen 1

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Jartura

Volumen 1

Jartura

Volumen 1

BIBLIOTECA DEL IES SANTIAGO APÓSTOL PROYECTO LINGÜÍSTICO DE CENTRO

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SONETO A LA JARTURA

Áurea Mediocritas

En tanto que al final de un nuevo día de la jornada el transcurrir repaso, veo niños, clases, compras, prisas, pasos, facturas, burocracia, algarabía.

Y voces, y Rayuelas a porfía, exámenes, estrés, un parte acaso, la cuota del seguro del Ocaso, la plancha, las ofertas en el Dia%,

aquello que encargué y que nunca llega, o llega tarde, mal y chuchurrío, y el post-it que pegaba y ya no pega.

¡Y yo, que amanecí con tanto brío, confiando en el destino con fe ciega, acabo, una vez más, jarta, Dios mío!

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Bibliografía:

Fortunata y Jartita, Galdós.

La leyenda del rey Jarturo, G. of Monmouth.

Jarting Times, Dickens.

Orgullo y jartura, Jane Austen.

Cien años de jartura, G. García Márquez.

La Jartura, Homero.

Jartura en la granja, George Orwell.

Ensayo sobre la jartura, José Saramago.

Buenos días, jartura, Françoise Sagan.

El ruido y la jartura, William Faulkner.

La jartura instrucciones de uso, Georges Perec.

Las uvas de la jartura, John Steinbeck.

El Jartillo de Tormes, Anónimo.

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JARTURA HISTÓRICA. EPISODIO 1

Concha Playa

Que la “jartura” es algo histórico no creo que se le escape a nadie. Marx decía que el materialismo (léase, la economía) era el motor de la Historia. Creo que se equivocaba. Yo diría que la jartura es el motor de la Historia. Especialmente, la jartura femenina.

Que se lo digan a Hatshepsut. Esta reina egipcia del Imperio

Nuevo, cansada de ser mangoneada por sus familiares varones, llevó su jartura a la práctica y se autoproclamó reina faraón. Era hija y esposa de faraón y estaba destinada a ser madre de uno.

Mientras ejercía la regencia de este, fue asumiendo parcelas de poder, que se negó a ceder cuando su hijo alcanzó la mayoría de edad. Consciente de lo que le costaría ser aceptada por la machista sociedad egipcia (¿nos suena de algo?), ordenó ser retratada con atributos masculinos. Consciente también de que la guerra rara vez ha traído algo bueno, se centró en el pecunio y

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envió expediciones a la tierra de Punt, cerca del Mar Rojo, en busca de artículos de lujo, contribuyendo al enriquecimiento del Estado y al aumento de su popularidad. Como podréis imaginar, su jartura duró lo que tardó su hijo en poner en práctica la suya. A la muerte de la reina, Tutmosis III, ese hijo destronado, jartamente vengativo, ordenó borrar su nombre de la Historia. Pero no logró destruir su jartura, que había viajado con su “ka” al

Más Allá egipcio. Así, su reinado permaneció oculto hasta que se descubrió su tumba, en 1903, año en el que su figura y sus logros volvieron a ser reconocidos. Su jartura, cual maldición de la faraona, continuaba bastante viva miles de años después.

Otro ejemplo claro de cómo la jartura es capaz de realizar importantes transformaciones, es el de Clara Campoamor. A esta jurista y política de la II República española (1931-1936) le acompañó la jartura toda su vida. Se vio obligada, con 10 años, a abandonar sus estudios para contribuir a la economía familiar; pasó una larga temporada compaginando trabajo y estudios, logrando, no solo aprobar una oposición de mecanógrafa, sino

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convertirse en la segunda mujer abogada en España. Se ve que la jartura energiza. Nos podemos imaginar a una joven Clara luchando contra todos los elementos, cada vez más jarta, siendo consciente de lo difícil que es ser mujer en un mundo patriarcal y teniendo que demostrar el doble y el triple que sus compañeros varones para llegar al mismo sitio (también nos suena esto, ¿no?).

Y esta jartura, multiplicada por mil, eclosionó en el parlamento republicano, cuando logró, ella solita, que la mayoría de los parlamentarios, casi todos varones, aprobaran el derecho al voto para las mujeres por primera vez en la Historia de España. Su jartura no acabó momentáneamente bien, como la de Hatshepsut.

Acabada la II República y la Guerra Civil, con la dictadura franquista, el derecho al voto, en general, y el femenino, en particular, atravesaron casi cuarenta años de desierto autocrático. Esto sí que jartó. La propia Clara tuvo que llevarse su jartura al exilio, que fue capaz de emerger, cual ave fénix, décadas después.

CONTINUARÁ…

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JARTURA SIN CURA

Frances Arrabal

Cuando la madre de Shopenhauer le escribió una carta a Shopenhauer pidiéndole que se abstuviera de seguir criticando su vida y sus amistades, y que huía al campo, temerosa de que el mal humor y la misoginia de su hijo le causaran una apoplejía… ¡cómo tendría que estar de jarta la señora! Sin embargo, Johanna supo identificar pronto la causa de su hastío y ponerle remedio. Al culpable del enojo y la infelicidad, puerta.

Envidio a la madre de Shopenhauer. Mil veces al día me juro a mí misma que voy a salir corriendo al campo a entonar el beatus ille y mil veces me voy a la misma cama cada noche, con el mismo cansancio y las mismas circunstancias. A ver una serie policíaca.

El sabio empírico ha llegado a la conclusión, después de haber infligido a sus carnes los axiomas de cada corriente filosófica y experimentar sus efectos, que el cambio ha de partir del interior

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de uno mismo, de la meditación, la serenidad de espíritu y el acallamiento de la voz interior. Que todo lo que nos pasa es resultado de nuestras decisiones, por lo que hay que aceptar y no juzgar los pensamientos que nos invaden. Yo soy rumiante, y además, aún me encuentro en la fase crítica y activista de mi vida. No he llegado aún a la plenitud sapiencial.

Ergo sufro. Y si bien sé que todo es mentira, no puedo sustraerme al malestar de la ficción de las lavadoras interminables, los grupos de guasap, los deberes del niño, el vecino que no recoge la caca del perro, el descerebrado del tubo de escape libre, el que contesta al móvil en mitad de la obra de teatro, el que te habla sin separar la mirada de la pantalla, el que siempre llega tarde, el que sentencia bla bla bla sobre cualquier tema porque se ha escuchado un podcast, el que te pregunta si otra vez estás embarazada, el que delega, el que manda, el que se cuela en la cola del supermercado, el que te da la paliza con la música de los 80, el que te da la paliza con el trap, el médico que te dice que todo lo que tú tienes es 9

depresión, la madre, el padre, el compañero, el hijo, tu santo, tu alumno, los padres de tu alumno, tú mismo como padre, tu jefe, tu falta de jefe, el turismo masificado... yo qué sé, el acoso comercial, el gregarismo social insolidario, la deshumanización tecnológica, la mala educación.

La jartura lo invade todo, y no es nuevo. Tan jarta estaba Sor Juana como Larra, como Unamuno. Dijo Rubén Darío: “Yo detesto la vida y el tiempo en que me tocó nacer”. Y en su época y su mundo no había selfies ni tiktokers.

Pero es que la jartura no tiene cura, es pantópica y pancrónica, y deviene en todo sujeto susceptible de que le duela el mundo. Y dolor en el mundo no va a faltar. Juan Ramón se escondía tras un biombo para no recibir visitas. Onetti se metió en la cama.

Yo también odio todo lo que me rodea. Soy como Rubén Darío. No me conformaré nunca. Envejeceré en la cueva, que no en la caverna. La misantropía está injustamente denostada. ¡Qué

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narices!, vamos a ser honestos. Soy como Shopenhauer, y punto.

Pero la apoplejía me la causaré yo misma.

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LOS DIEZ QUEJAMIENTOS

Calypso Si quieres quejarte con corrección y pulcritud debes hacerlo con rigor. El estar “jarto de…” es toda una religión y, como tal, tiene sus propios mandamientos. Recordad:

1. Resoplarás ante todos y ante todas las cosas. No hay excepciones, el resoplido es la máxima expresión de toda persona jarta que se precie. Puedes variar la intensidad del aire expulsado, la vía seleccionada para realizar dicha expulsión (nasal o bucal o ambas en su gradación supina)

o incluso la dirección de viraje de los ojos… pero resoplar, se resopla.

2. Jamás malgastarás en vano una buena retahíla de quejas.

Hay que verbalizar, lo dicen los terapeutas, los psicólogos, los coaches… Además, es fundamental empezar entre dientes, con una voz a modo de susurro e ir subiendo el

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tono de la voz en proporción a la velocidad del discurso para terminar contestando con un “¡Nada!” cuando te pregunten “Pero, ¿qué te pasa?”.

3. El pico de ansiedad vendrá en las fiestas. Hay que estar entrenado mentalmente para esquivar los “ ¿y vosotros no os casáis?”, el inesperado “¿para cuándo la parejita?” o los detalles de tu cuerpo, que a ti te han pasado desapercibidos, pero que el CSI de tu familia trae milimétricamente documentado.

4. Aguantarás estoicamente los “como tú quieras” de tu madre, las miradas de reojo de tu suegra, los consejos no pedidos de almas sabias siempre dispuestas a mejorar tu existencia (que nunca a criticar, ojo, que a veces tendemos a pensar que llevan su poquito de inquina; pero, no, eso no).

5. Ahora viene el complicado: no matarás (aunque en nuestra mente tengamos todo un catálogo de técnicas

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para hacerlo, mil razones por las que podríamos aducir enajenación mental transitoria y/o, en su defecto, un máster en series policiacas por la universidad de Netflix que nos ha proporcionado copiosos conocimientos en la ocultación de pruebas).

6. ¿No cometerás actos impuros? Los actos de habla son complicados en el mundo de la queja. El uso de interjecciones, las invocaciones al santoral o el manejo preguntas retóricas tipo, “¿crees que esto es un hotel?” o “¿soy el Banco de España?” son recomendables para asegurar su pureza.

7. No robarás. Es importante ser honrada, la “jartura” es algo individual y, como buen ente empático, debes practicar la escucha activa, nada de apropiarse de actos jartibles ajenos. Las quejas, los lamentos, los lloros de otros , por muy familiares que nos resulten, no son nuestros. Cada uno debe quejarse cuando es su momento.

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8. No darás falsos testimonios ni mentiras. Ya si hablamos de tolerarlos es otra cuestión. Nunca debes permitir que te saque de quicio las interpretaciones poco verosímiles de otras personas o los ejercicios de rellenar huecos que pueden hacer. Sobrellévalos con herramientas tradicionales: el pequeño tic nervioso en el ojo, la jota extremeña que interpreta en solitario tu pierna derecha o la úlcera de estómago que te asalta a media noche. ¡Todo es cuestión de estrategias!

9. Desearás ser: la bibliotecaria que vive en silencio su jornada de trabajo, la que anuncia cremas que no necesita, la madre de Bluey que tiene alternativas positivas ante cualquier contratiempo familiar, la ameba que viene en el libro de Biología de tus hijos, la planta de la cocina (bueno, esa no, la pobre se debate entre la vida y la muerte y nos hace desear ser nuestras abuelas que tienen un patio UCI para recuperarlas).

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10. Codiciarás, no lo ajeno, lo tuyo, lo pasado. El “ubi sunt?” debe ser el tópico recurrente de tus quejas, aderezado con los ya manidos “si yo lo hubiera sabido…”, “ay, si me lo hubiera pensado dos veces” sin olvidar el acompañamiento de los resoplidos y los virajes de ojos comentados con anterioridad.

Aunque, siendo sincera, así en secreto y en este momento de confidencia; una vez recorridos nuestros diez quejamientos y ejercido el derecho constitucional a la protesta, terminar con un “bueno, tampoco es para tanto” y una media sonrisa no es mala penitencia.

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RECETA PARA SACARSE DE QUICIO

La Escribidora

Ingredientes

- Un par de moscas que molesten a su alrededor y que, de vez en cuando, se le posen en la cara (mucho mejor si es cerca de la comisura de los labios).

- Medio kilo de coches aparcados ocupando dos plazas cada uno.

- 300 gr de pomos de puertas que le enganchen la manga de los jerséis al pasar, tirándole hacia atrás.

- Un puñadito de actualizaciones del sistema operativo del ordenador justo cuando más necesita utilizarlo. Si en ese momento no tuviésemos ningún ordenador desactualizado, podemos sustituirlo por una impresora que se quede sin tóner un domingo por la tarde cuando más le urge.

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- 200 gr de motos ruidosísimas que se crucen a su paso impidiéndole oír nada más.

- Una persona (de peso al gusto) que intente colarse en la caja de supermercado, avanzando por la diagonal.

- Media cucharadita de picor de nariz insoportable pero que no acaba de romper en estornudo.

- La pizca de un cuchillo de un dispensador de jabón de un baño público que dispare justo al centro de sus pantalones nuevos.

¿Cómo lo hacemos?

Mezcle todos los ingredientes en un recipiente procurando que en cada vuelta de batida se salga el contenido del bol, manchándolo todo sin remedio. Aderécelo al mismo tiempo con un toque al portero, una llamada de su madre al teléfono y los gritos de sus hijos, si los tiene, reclamando su atención. Todo al mismo tiempo.

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Pasamos la mezcla al molde, no sin antes tener la absoluta certeza de que se pegará toda la receta en el momento de desmoldarla, quedando como una plasta sin posibilidad de identificarse con nada conocido hasta la fecha.

Es importante que, a la hora de abrir el horno, su puerta nos dé un pequeño calambrazo. El resultado mejorará si, previamente, hemos patinado un poco al pisar parte de la mezcla que se nos había caído al suelo con anterioridad. Quedará más tierno si se golpea la cabeza con el pico de la puerta de un mueble que daba por cerrada y que no sabe qué leches hace abierta, si ese mueble no se usa nunca.

Si ve que la receta no sube porque no paran de saltar los plomos y el horno no es capaz de calentarse del tirón, puede añadir a una persona que hable sin parar y muy alto a su lado y que no pare de agarrarle y darle golpes en el brazo mientras le pone la cabeza como unos timbales.

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Si una vez terminado el proceso, usted ha acabado echando fuego por el pelo, la receta ha tenido éxito. ¡Enhorabuena! Si está

satisfecha, ¡pásela! ¡Pásela, ánimo! Compártala con su vecina, la que vive en paz y le da tiempo de ir a hacerse una limpieza de cara; con el carnicero que canta mientras trabaja, despacha a cámara lenta y le da el cambio con los mismos guantes con los que después corta la carne; con el administrativo que termina su conversación privada con parsimonia antes de levantar la mirada interrogándole sin un asomo de amabilidad en su rostro.

¡Compártala! El mundo necesita estrés, ¡qué carajo! ¡Póngale salsa picante a la vida!

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JARTURA DE CHURRO

Mary Poppins

Cualquier día podría escribir… Todos los días solemos estar hasta arriba de cosas varias, y yo esperando a estarlo cada vez más para escribir de manera más shakesperiana o quizás a lo Edgar Allan Poe, poniendo todo negro y oscuro. En fin, ¿se puede hacer mejor que con dolor de cabeza, mis niños en el sofá y con pocas ganas de no hacer nada, después de venir de estar nadando detrás de unas pelotas de colores con mi niño de 2 años y un churro entre las piernas? Quizás hoy sea el mejor de todos para escribir este journal.

La mejor traducción para jartura en inglés sería “bellyful” o, literalmente, “barriga llena”. Ojalá así fuera, estos ingleses y sus “false friends” , qué jartos tienen a todos los que intentan hablar bien imitando palabras de su lengua materna, pero al final acaban siendo muchas veces el hazmerreír del grupo cuando dicen, por ejemplo, estoy “constipated” .

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Jarta se está en muchas ocasiones pero lo mejor de todo es pensar en cosas que te hacen sentir que no todo se ve tan negro. Basta con poner las noticias cada día para darnos cuenta de que vivimos en un mundo lleno de jartura pero, que se puede llamar eso, “mundo”, en el que compartimos y vivimos en la rutina que a muchos les gustaría tener. Ayer lloré, sí, lloré, cuando vi un vídeo de cómo un hermano de 10 años quería enterrarse con su hermano de 2 años en Gaza diciéndole que no encontraría a un hermano igual, a su lado, como si estuviera escuchándolo, jarto, eso es estar jarto de verdad. Por eso, cuando pensemos ¡qué jartura!, reflexionemos y pensemos que esta nuestra jartura es llevadera, efímera, pero que para muchos puede ser su gran compañía durante el resto de sus vidas.

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HOY ME NOMBRA

Dolores Forever

Mírala, en cualquier momento me nombra. Ya la he visto bufar un par de veces esta mañana: cuando se ha agachado para recoger un calcetín que estaba debajo de la cama del mayor, pareja del que acaba de recoger del tendedero, y cuando el perro se ha puesto pejiguera porque se orinaba. «Este perro se mea». Como los que oyen llover. «Que se mea». «Pero si lo he sacado hace media hora», contesta alguien. «¡Pero que se mea, por favor!». «Es que yo tengo que hacer pis también», dice otro echando a correr hacia el baño. «¡Ay, de verdad!». En menos de 15 segundos se ha quitado los guantes de goma y los ha dejado en el fregadero, se ha puesto las zapatillas de deporte y el chambergo ese al que le tiene tanta manía, y le ha colocado la correa al perro mientras este le mordía las mangas. «No me muerdas, que luego el abrigo huele fatal». Cuando ha subido a casa, después de que el perro le haya ladrado a todos los que se han cruzado con él, «disculpe, es que al

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pobre le pegaban de chico y está traumatizado», aunque según su madre el perro se pone de esa manera por culpa de ella, «porque

cuando está aquí sin ti no se porta así», y tras haber tenido que ingeniárselas para recoger la segunda caca con una bolsa de gusanitos de una papelera, porque en el cacharro ese de las bolsas solamente había una y ya la había tirado con la primera caca al fondo de un contenedor recién colocado, imposible recuperarla, cuando ha subido a casa, estaba diciendo, el del baño seguía en el baño, y el otro le ha dicho «pero si iba a ir yo». «Ya te veo, ya».

Durante la comida, ha contado lo del viaje, «es que el personal no respeta ni la distancia de seguridad ni las líneas continuas, cualquier día nos matamos», y lo de la oficina, «y oigo cómo le dice al repartidor que si la dirección no está bien puesta es porque “la del pelo morado” no está a lo que tiene que estar». Como una moto estaba. «¿La del pelo morado eres tú, mamá?». «Claro que soy yo. Pero vamos, que ese paquete lo había pedido él, que yo no tenía nada que ver. Cualquier día me largo, me tiene hasta el

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moño». «Hasta el moño morado, mamá». «Hasta el moño morado, hijo».

Por la tarde parecía que todo se había calmado, pensaba que la había perdido, pero justo después de cenar ha sonado el teléfono y, cuando ha visto en la pantalla quién llamaba, se le ha descompuesto el cuerpo. «Es tu hermana. ¿Por qué me llama a mí tu hermana?». Que habrá que verse estas Navidades, le salta la otra. No sabe ni qué decir, la pobre. Que si tenemos que ver si nos cuadra, que si habla tú con tu hermano, que si tú ya sabes que a nosotros lo de la Navidad como que no… Y después de 11 minutos balbuceando, cuelga por fin. Y empiezan las turbulencias: «¿Pero no dijimos el año pasado que nosotros no íbamos a celebrar nada?¿Lo dijimos o no lo dijimos? ¡Yo lo dije varias veces! Y ahora dice que el día 22 comemos a mediodía con tus tíos los de Asturias y que como no queremos celebrar la Nochebuena, pues que cenemos con ellos el día 26. ¡¿Pero y por qué me llama a mí?! ¡Que te llame a ti!»

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Ahí viene, está a puntito, lo va a decir, hasta se ha levantado del sillón para irse… «¡Qué jartura, de verdad!».

Oh, sí. Por fin.

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LA JARTURA DE ECHAR PIEDRAS SOBRE

NUESTRO PROPIO TEJADO

Asalto Temata

Me inspiran palabras de amigas. Pero no me resultaron palabras amigas. Casualmente en un corto periodo de tiempo. Y recientemente. Por eso estamos aquí.

Las palabras tachan, tiñen, cargan, disparan.

Intentamos ahora un ejercicio metalingüístico.

¿Qué es la mujer? ¿Qué idea subyace?

Ramera.

Pero no nos vayamos por las ramas. Vamos a ver, ¿en qué nos centramos, en lo metalingüístico o lo feminista? Está claro, en lo lingüístico.

Yace.

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Levantar. Yo diría que su acepción decimosegunda según la RAE es la que opera: tr. Abandonar un sitio, llevándose lo que en él hay para trasladarlo a otro lugar.

Es indefectible la acción consciente. El agente (¿la agente?) decide, mueve, traslada.

El objeto (cosa levantada) es inerte, ni tulle ni mulle como dicen en mi pueblo.

Levantar el marido conlleva pues los siguientes elementos: agente consciente mueve hombre (marido) de una casa a otra.

Destrozar. En este caso las tres primeras acepciones son perfectamente válidas: tr. Despedazar, destruir o hacer trozos algo. tr. Estropear, maltratar, deteriorar. tr. Aniquilar, causar gran quebranto moral. Desde aquí agradecemos la labor de los redactores de diccionarios. Ya incluso de redactoras. Gracias.

No digamos aquí la intención que se le presupone a la agente (ya era hora de que usara el femenino): maligna.

Destrozar un matrimonio desde luego podría y debería castigarse con la pena capital si existiera el Tribunal de las Mujeres Dignas. Y por lapidación.

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En la creación del primer volumen de Jartura han participado ocho docentes del IES Santiago Apóstol de Almendralejo que presentaron un nivel de hartazgo máximo en diferentes ámbitos

En algunos textos pueden apreciarse ciertas similitudes con la realidad.

En los demás, también.

Este fanzine comenzó a gestarse en noviembre de 2023 y se publicó en papel por primera vez en febrero de 2024.

Almendralejo, mayo de 2024

Efectivamente, el logo representa la gota que colma el vaso

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