Beata Sor María Romero Meneses

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”Sor María Romero Meneses, supo reflejar el rostro de Cristo que se hace reconocer al repartir el pan” (San Juan Pablo II) Nelly, Fátima y María Dolores Rodríguez Medal. Como también de mis tíos segundos, sor María del Carmen Lamm Medal, Luis Lamm Medal y Marta Lamm Medal.

Nuestra beata María Romero Meneses, nació a las tres y media de la tarde en la París de Centroamérica, Granada, Nicaragua, un lunes 13 de enero de 1902, año que comenzó un día miércoles. En ese año cumplía la mayoría de edad el rey Alfonso XIII, quien en ese memorable año juraba la Constitución, inaugurando así su reinado. Nicaragua era gobernada por el militar y político liberal José Santos Zelaya López. Y el ´príncipe de las letras castellanas´, Rubén Darío, ya había publicado en París la segunda edición de ´Prosas profanas´.

En la década de los años de 1970, mis padres se separaron. Mi abuelita paterna se entrevistó con sor María Romero para solicitarle ayuda por esa situación familiar. Sor María escuchó a mi abuelita con tanta solicitud y cariño, como solía hacerlo con tantas personas preocupadas o aquejadas por un mal. Sor María le dijo que deseaba hablar con mis padres, porque un problema matrimonial se resuelve estando presente la pareja interesada. Ninguno de mis padres acudió a hablar con sor María. Mi abuelita, más afligida, se lo hizo saber a sor María, que mis padres no iban a acudir a su llamado. Fue entonces, cuando sor María le dijo una profecía a mi afligida abuelita, que se cumplió años más tarde. El día de mi ordenación sacerdotal, que ocurrió un 1 de julio de 1995, mis padres ya se habían reconciliado, y fue el gran día en que estuvo reunida casi toda la familia. Sor María profetizó que mis padres iban a reconstruir su matrimonio. Mis padres estuvieron separados casi diecisiete años…

Sus padres, don Félix Romero Arana, quien era el ministro de Hacienda en el Gobierno del presidente Zelaya, y doña Ana Meneses Blandón, supieron transmitir a la niña y jovencita María los valores de la fe cristiana católica. Así fue creciendo la joven damita de la sociedad granadina y muy acomodada María Romero, hasta convertirse en una de las mujeres más grandes de la Iglesia que peregrina en América Central; pues es la segunda mujer centroamericana en alcanzar el honor de los altares, y que hoy resplandece en la gloria del cielo.

Sor María Romero realizó su viaje hacia la Casa del Padre, cerrando sus ojos a este mundo, para abrirlos en la eternidad, en la ciudad de Santiago de los Caballeros de León, balneario Las Peñitas, a los 75 años de edad, un 7 de julio de 1977, jueves eucarístico y sacerdotal. Nuestra beata partió a la Casa del Padre un día 7, del séptimo mes del año, del año 77. En la Biblia el número 7 representa la perfección, y también significa que una obra se ha cumplido perfectamente. Fue a encontrarse con «su Rey» y «su Reina». Murió gozando de fama de santidad, siendo aclamada por el pueblo santo de Dios nicaragüense y costarricense, como una mujer buena, santa y madre de los pobres, que ayudó a muchas personas que estaban en la indigencia.

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En 1920, cuando la jovencita María Romero tenía dieciocho años de edad, acompañada de otra jovencita, Berta Medal, ingresó en el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, para iniciar su formación religiosa en la ciudad de Santa Tecla, El Salvador. Tres años más tarde, un seis de enero, solemnidad de la Epifanía del Señor, hizo sus votos temporales de pobreza, castidad y obediencia. En esa misma solemnidad, pero del año 1929, en el colegio María Auxiliadora de la ciudad de Granada, pronunció solemnemente sus votos perpetuos. Ese día, en la gruta del colegio florecieron muchos lirios como señal amorosa de la Inmaculada Concepción de María. Y en el año de 1931, su docilidad al Señor mediante el voto de la obediencia, la lleva a la ciudad de San José, Costa Rica, a la casa provincial, y un año después al colegio María Auxiliadora. Fue allí, en ese hermoso país, donde Dios Padre derramó como óleo santo por casi medio siglo tantas gracias y bendiciones en la persona de la beata María Romero.

Que la beata María Romero Meneses, sea para la gran familia cristiana de Nicaragua y Costa Rica, motivo y ocasión para llenarnos del Espíritu Santo, arropados bajo el tierno y dulce manto de la Virgen María del Perpetuo Socorro, y que siempre estemos todos unidos en el júbilo de compartir una beata. Que seamos todos verdaderamente hermanos. Que la beata María Romero sea un puente de amor entre Nicaragua y Costa Rica. Ella, que vio en cada gota del inmenso mar, el gran amor de Dios.

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VIVENCIAS DE LA BEATA MARÍA ROMERO MENESES: apóstol y madre de los pobres Por Bosco J. Rodríguez, C.Ss.R


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