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En la modernidad

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Accesorios

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El movimiento artístico y cultural de los siglos XVI y XVIII ha sido fuente de gran inspiración para las colecciones de moda más conocidas de nuestros tiempos. Desde materiales, colores y siluetas hasta la ostentosidad y feminidad. Todos elementos han sido conceptos clave que los diseñadores han tomado para sus creaciones. El estudio del pasado y de la historia del arte siempre serán fundamental para crear nuevas cosas, no solo como fuente de inspiración, también para poder entender como una cierta prenda nació, porque y que la hizo tan importante. Existen muchos diseñadores que se han inspirado en el pasado adaptando las tendencias de una época a la actual.

Valentino En su colección Otoño/Invierno 2014 lució prendas en satín y cashmere que estilizaban la figura femenina, con aplicaciones de perlas y bordados dorados, dándole al mismo tiempo cierto doble sentido de modernidad.

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Moschino Para otoño/invierno 2016 combinó el estilo biker con el barroco, desde su pasarela con ambiente misterioso y enigmático, con candelabros de cristal y muebles de terciopelo. Logró crear una atmósfera de epoca para mostrar sus prendas en satin y piel, sin dejar a un lado el particular toque de Jeremy Scott, gran diseñador de la epoca.

Dolce & Gabbana Es el nombre que más suena en este tema, desde sus bordados dorados, encajes, brocados, terciopelo y tapices, hasta sus imágenes de querubines y ángeles, con detalles de joyería dramática, lo que ellos mismos llamaron Sicilian Chic para su colección de otoño/ invierno 2012.

Versace Gianni fue uno de los predecesores de ésta mezcla entre lo barroco y lo contemporáneo. Siempre mantuvo ese toque, intercambiando los reconocidos querubines con medusas y cadenas de oro. Cambió los estampados de tapices por estampados de leopardo y otros animales y convirtió ésta tradición tan artística en un pop art.

Junya Watanbe Fall 2000- 2001, Gorguera de cuello. Barroco: es una pieza indumentaria a modo de pañuelo fino que cubría el cuello o el escote pero dejando ver por debajo.

Dior Colecciones con vestidos Eduardianos de la época, con volantes y volantes a media pierna, subiendo la cintura justa abajo del pecho. El sombrero de tres picos fue de uso común durante todo el siglo y hasta ahora.

Chanel Pre-Fall 2012 Los peinados femeninos son más elaborados, se realizan con el fin de obtener volumen y altura en los cuerpos.

Moschino Otoño Invierno 2020-2021

Rococó: Este vestido era muy extravagante y gigantesco, tanto así que se elaboraban dos puertas grandes para que las mujeres pudieran pasar e ir de un lugar a otro con comodidad.

Tendencias Modernas

En una época donde el exceso, lo descomunal, los colores vibrantes y los estampados son máximas en nuestros looks, no era de extrañar que, más tarde, más temprano, la corriente artística más recargada y desmedida volviera a la palestra. La tendencia barroca hoy manda en el street style y toca descubrir cuáles y cómo son sus nuevas reglas de estilo.

Como antecedente a su previsible regreso, la pandemia y toda aquella oleada de moda en clave ‘comfy’ que irrumpió en nuestras vidas para quedarse instalada en los armarios durante un tiempo. Con el vago recuerdo de esos looks anchos y afelpados para estar en casa, la industria decidió ponerle remedio hará algo más de un año empleando la artillería pesada: lentejuelas diurnas, tacones de vértigo, aberturas por doquier.

En coma forzoso como estado clínico, despedíamos los atuendos cómodos para dar carpetazo a ese capítulo negro y ser testigos de un despliegue arrollador. Tan evocador como aristocrático, este estilo que hoy nos ocupa ha ido creciendo en paralelo y en conjunto.

Cimiento y base fundamental de muchos diseñadores de culto, el estilo barroco siempre ha estado presente en las propuestas de Dolce & Gabbana, en las de Balmain o Lanvin. A lo largo de la historia, otros grandes como Alexander McQueen, Gucci o Dior también le han dedicado colecciones monográficas sobre las pasarelas subiendo a los desfiles algunos de sus looks más laboriosos, completos y detallistas de toda la temporada.

Bien es cierto que hacía bastante tiempo que no lo veíamos asomar en el street style y ha tenido que ser en la Semana de la Moda de Alta Costura de París cuando esa tendencia opulenta retornó a la palestra. Ataviadas con outfits firmados por Zuhair Murad, el modisto libanés triunfador en la red carpet y presente en algunos de los vestidores más exclusivos del planeta como el de la actriz Sarah Jessica Parker o la cantante Jennifer Lopez, las asistentes a su desfile, todas editoras de moda y mujeres influyentes, constataron que el barroco estaba de vuelta.

Por pruebas de su dominio en las calles no será. Nos quedará ver cómo las firmas del universo asequible toman el relevo, de qué modo democratizan esta corriente propia de reyes y monarcas, y después cuál es su verdadero uso en el día a día, en nuestros armarios como simples mortales y como lo podemos implementar.

Una tendencia opulenta sobrevuela el díficil signo de los tiempos y se coloca en la cima de la temporada. Es majestuosa, palaciega, dorada y definitivamente abigarrada. Así es el nuevo barroco con sus bordados recargados, sus cortes rotundos y ricos materiales, en el que han ahondado las colecciones de Dolce&Gabbana, Versace y Balmain para este otoño/ invierno y la siguiente temporada.

Tan evocador como aristocrático, este estilo ha ido creciendo en paralelo a la recesión. Y cuanto más al rojo vivo se han puesto los fondos monetarios, más rotunda se ha vuelto su presencia. La tendencia se dejó intuir en otoño/invierno de 2011, en Alexander McQuee n y sus terciopelos en color rubí, bordados dorados y siluetas híper trabajadas. Continuó Prada en la primavera/verano con unas gafas tan oníricas como serpenteantes, a las que bautizó baroque. Y siguieron los encajes y pedrerías que confirman el reinado del barroco en este otoño/invierno de 2012.

Stefano Gabbana y Domenico Dolce se han entregado sin reservas a un estilo excesivo al que les gusta mirar cada cierto tiempo, y Versace vuelve sobre las líneas del genial Gianni, rescatando unos estampados y un aire barroco que le pertenecen. Salvatore Ferragamo ha recargado las botas a base de bordados, como Valentino –también en la Alta Costura– ha hecho con los vestidos. O Balmain, que no ha dejado de lado su espíritu rock pero ha cargado tintas con bordados y apliques.

Manierismo

Según el Diccionario de la Real Academia

Española, manierismo puede definirse como: “1. m. Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad”. / “2. m. Tendencia al rebuscamiento expresivo”. Otros diccionarios lo definen también como: “Gusto por la acentuación de determinadas características artísticas hasta que resultan afectadas”.

En estos apuntes me detendré en el manierismo según las dos últimas definiciones del término, en su aplicación a la moda. No será tratado en su relación con las formas del vestir propias del Renacimiento tardío, ni tampoco en su significado para la teoría del arte, sino como expresión de la exageración de las características de una determinada moda, que anuncia el tránsito a una nueva, algo que se evidencia en varios momentos de la historia, como en ese periodo.

Mucho se ha escrito sobre el carácter efímero de la moda, como elemento consustancial de su existencia. Teóricos como George Simmel, Thorstein Veblen, Jean Baudrillard, René König, Giles Lipovetsky, por solo citar algunos, han enfatizado en esta compleja dimensión del fenómeno moda -su limitación temporal-, como premisa para efectuar sus estudios.

Es esa fugacidad arbitraria lo que singulariza a la moda y marca la principal diferencia con otros comportamientos del ser humano como los hábitos, las costumbres, o la “materia prima” de la moda: la apariencia y lo que esta representa. George Simmel (Berlín, 1858 – 1918), fue uno de los primeros en relacionar la moda a sus estudios de los procesos de individualización y socialización, destacando la tendencia del individuo a la imitación, como tránsito de las preocupaciones de la vida grupal a las de la individual. Pero más que tránsito, Simmel enfatiza que ello supone un conflicto, entre la necesidad de autoafirmación –o individualismo estético- y la conformación o tendencia del ser en sociedad de apoyarse en las decisiones de ésta, librándose de lo complejo que resulta ser original o diferente, dejando a los demás las exigencias de salir del grupo mas convencional.

Simmel, con esta teoría, sedimenta las bases de lo que constituirá la esencia de la psicosociología de la vestimenta, encontrando el vínculo exacto que, en el fenómeno moda, se relaciona lo social e individual y dando paso a ese par categorial integrarse/destacarse, como actitud ambivalente que estará presente en todo ser humano ante el acto de vestirse.

La visión sociológica que de la moda posee Simmel está presente en sus reflexiones al destacar que el proceso de imitación es “vertical” (de las clases inferiores a las que consideran superiores). Esa “verticalidad” en la movilidad de la moda como única vía que propicia los cambios -traducida por la sociología moderna con la denominación de “Trickle-down effect”- ha sido revisada por otros autores al entender que las innovaciones son producidas también entre los propios miembros de un grupo como rasgo de competitividad de distinción “intergrupal”. No obstante, la teoría de Simmel y sus seguidores constituye el punto de partida para posteriores análisis sobre el carácter autodestructivo de la moda, aspecto en que centraré estas breves reflexiones, sin intención de realizar un análisis de fondo de las teorías sociopsicológicas de la moda y su mundo.

Tendencias

Modernas

En una época donde el exceso, lo descomunal, los colores vibrantes y los estampados son máximas en nuestros looks, no era de extrañar que, más tarde, más temprano, la corriente artística más recargada y desmedida volviera a la palestra. La tendencia barroca hoy manda en el street style y toca descubrir cuáles y cómo son sus nuevas reglas de estilo.

Como antecedente a su previsible regreso, la pandemia y toda aquella oleada de moda en clave ‘comfy’ que irrumpió en nuestras vidas para quedarse instalada en los armarios durante un tiempo. Con el vago recuerdo de esos looks anchos y afelpados para estar en casa, la industria decidió ponerle remedio hará algo más de un año empleando la artillería pesada: lentejuelas diurnas, tacones de vértigo, aberturas por doquier, flashbacks dosmileros y prints nunca vistos innovadores y modernos, como de la epoca.

En coma forzoso como estado clínico, despedíamos los atuendos cómodos para dar carpetazo a ese capítulo negro y ser testigos de un despliegue arrollador. Tan evocador como aristocrático, este estilo que hoy nos ocupa ha ido creciendo en paralelo al mundo.

Cimiento y base fundamental de muchos diseñadores de culto, el estilo barroco siempre ha estado presente en las propuestas de Dolce & Gabbana, en las de Balmain o Lanvin. A lo largo de la historia, otros grandes como Alexander McQueen, Gucci o Dior también le han dedicado colecciones monográficas sobre las pasarelas subiendo a los desfiles algunos de sus looks más laboriosos y complejos.

Bien es cierto que hacía bastante tiempo que no lo veíamos asomar en el street style y ha tenido que ser en la Semana de la Moda de Alta Costura de París cuando esa tendencia opulenta retornó a la palestra. Ataviadas con outfits firmados por Zuhair Murad, el modisto libanés triunfador en la red carpet y presente en algunos de los vestidores más exclusivos del planeta como el de la actriz Sarah Jessica Parker o la cantante Jennifer Lopez, las asistentes a su desfile, todas editoras de moda y mujeres influyentes, constataron que el barroco estaba de vuelta.

Por pruebas de su dominio en las calles no será. Nos quedará ver cómo las firmas del universo asequible toman el relevo, de qué modo democratizan esta corriente propia de reyes y monarcas, y después cuál es su verdadero uso en el día a día, en nuestros armarios como simples mortales incompletos pero tratando.

Una tendencia opulenta sobrevuela el díficil signo de los tiempos y se coloca en la cima de la temporada. Es majestuosa, palaciega, dorada y definitivamente abigarrada. Así es el nuevo barroco con sus bordados recargados, sus cortes rotundos y ricos materiales, en el que han ahondado las colecciones de Dolce&Gabbana, Versace y Balmain para este otoño/ invierno. Tan evocador como aristocrático, este estilo ha ido creciendo en paralelo a la recesión. Y cuanto más al rojo vivo se han puesto los fondos monetarios, más rotunda se ha vuelto su presencia. La tendencia se dejó intuir en otoño/invierno de 2011, en Alexander McQuee n y sus terciopelos en color rubí, bordados dorados y siluetas híper trabajadas. Continuó Prada en la primavera/verano con unas gafas tan oníricas como serpenteantes, a las que bautizó baroque. Y siguieron los encajes y pedrerías que confirman el reinado del barroco en este otoño/invierno de 2012, dandole el toque final.

Stefano Gabbana y Domenico Dolce se han entregado sin reservas a un estilo excesivo al que les gusta mirar cada cierto tiempo, y Versace vuelve sobre las líneas del genial Gianni, rescatando unos estampados y un aire barroco que le pertenecen. Salvatore Ferragamo ha recargado las botas a base de bordados, como Valentino –también en la Alta Costura– ha hecho con los vestidos. O Balmain, que no ha dejado de lado su espíritu rock pero ha cargado tintas con bordados y apliques.

Manierismo

Según el Diccionario de la Real Academia Española, manierismo puede definirse como: “1. m. Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad”. / “2. m. Tendencia al rebuscamiento expresivo”. Otros diccionarios lo definen también como: “Gusto por la acentuación de determinadas características artísticas hasta que resultan afectadas”.

En estos apuntes me detendré en el manierismo según las dos últimas definiciones del término, en su aplicación a la moda. No será tratado en su relación con las formas del vestir propias del Renacimiento tardío, ni tampoco en su significado para la teoría del arte, sino como expresión de la exageración de las características de una determinada moda, que anuncia el tránsito a una nueva, algo que se evidencia en varios momentos de la historia, como en ese periodo.

Mucho se ha escrito sobre el carácter efímero de la moda, como elemento consustancial de su existencia. Teóricos como George Simmel, Thorstein Veblen, Jean Baudrillard, René König, Giles Lipovetsky, por solo citar algunos, han enfatizado en esta compleja dimensión del fenómeno moda -su limitación temporal-, como premisa para efectuar sus estudios.

Es esa fugacidad arbitraria lo que singulariza a la moda y marca la principal diferencia con otros comportamientos del ser humano como los hábitos, las costumbres, o la “materia prima” de la moda: la apariencia y lo que esta representa. George Simmel (Berlín, 1858 – 1918), fue uno de los primeros en relacionar la moda a sus estudios de los procesos de individualización y socialización, destacando la tendencia del individuo a la imitación, como tránsito de las preocupaciones de la vida grupal a las de la individual. Pero más que tránsito, Simmel enfatiza que ello supone un conflicto, entre la necesidad de autoafirmación –o individualismo estético- y la conformación o tendencia del ser en sociedad de apoyarse en las decisiones de ésta, librándose de lo complejo que resulta ser original o diferente, dejando a los demás las exigencias de salir del grupo mas convencional.

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