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Vestidos

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Accesorios

Accesorios

Como eran y como los usamos de inspiración al vestirnos ahora. Desde vestidos formales a vestidos del día a día.

Apartir del relevamiento de imagenes y diferentes fuentes secundarias acerca de la indumentaria del barroco, observamos una transformacion de los trajes femeninos durande el siglo XVII que pasa de las estructuras rigidad del renacimiento al movimiento del barroco, influenciado por el resurgimiento de la vida social que tendrá su momento de esplendor durante la regencia del Rey Luis XIV de Francia.

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Durante las primeras dácadas, el estilo predominante era sobrio debido a la influencia de la vestimenta tipicamente española y de esa zona. Del Renacimiento prevalecieron las cuchilladas y la gorguera tanto para hombres como para mujeres con algunas variantes cono el cuello caído, muy popular en la preimera década del siglo XVII y cercanos.

Las mangas se fueron abultando y acortando en relación al período anterior pero permanecian ajustadas a la altura de la muñeca y con los puños decorados con encajes. Hacia 1630, el vestido femenino estaba compuesto por el cuello caído, el corpiño, el sobreveste o vestido de encima y las faldas o enaguas. Esta silueta femenina se caracterizaba por tener un talle alto, hombros ensanchados y una superposicion de varias prendas una por arriba de la otra.

El vestido de principios de siglo se denomina de encima para algunos autores, mientras que otros lo nombran como sobreveste, en los dos casos es una prenda que se usa por arriba de otra. Estaba abierto por delante y dejaba ver el corpiño y las enaguas. Estaba hecho de telas lujosas, brillosas, muchas veces de color negro y podia estar arremangado.

Las mangas eran amplias y podian ir achuchilladas o con bandas que dejaban ver la camisa almidonada. Se rellenaban con junco de mar para darle volumen y se adornaban con lazos galones y ribetes de pasamaneria como las enaguas. Existe una moda mas austera con un cuello de tela cerrado y mangas con los puños devueltos que se denominan rebras.

Algunas mangas presentan doble abullonados generados por lazos o abeerturas. Se utiliza el verdugado tambor como metododo de ahuecamiento denomidado cilindrico o de rueda donde las damas podian apoyas los brazos de manera de descanso. Los escotes eran cuadrados y estaban decorados com enjcajes o otros adornos, mientras que el torso tenia una forma de triangulo invertido, facilitando por los diferentes metodos de ajuste corporal, denomidados de diferente manera: corps, cuerpo emballenado, corpiño rigido, cuerpo de saya rigido.

Los cambios en los vestidos radican esencialmente en un aumento de ornamentacion a partir de la influencia del gusto por lo barroco coincidente con la llegada de Luis XIV al trono de Francia, en eso se basaba la moda del momento.

El escote de los vestidos se habian ampliado dandole una forma tipo bote, y se adornaba con encaje, piedras preciosas y moños. Las mangas se fueron acortando en relacion al periodo anterior y su moda pero seguian siendo voluminosas, recogidas y ajustadas.

Se hacen mas blandas y abullonadas y se unen mas bajas a los hombros, adornadas con rellenos, lazos, glaones, y ribetes de pasamanerias y volados que podian ser de lino, algodon o encaje u otros materiales como los bajo de las enaguas de los vestidos. Las faldas se componen de una superposiciones de varias enaguas que cubria al nuevo metodo de ahuecamiento que comienza a reemplazar al verdugado renacentista, el tontillo.

Pieza de estomago

Este objeto ensancha las caderas por los costados mientras aplana el centro por delantes y por detras. Se realizaba artesanalmente con distintos materiales como aros de ballena, de sauce o varillas de metal, tela engomada y finas laminas de madera que se acolchaba con paños almidonados. El tamaño del mismo aumenta a medida que nos acercamos al siglo XVIII. Las caderas naturales quedan totalmente ocultas entre los volados y pliegues de la parte inferior, lo cual da cuenta del lugar destacado que se brinda a la decoracion por sobre actividad.

Batas

La aparición de esta nueva prenda es explicada de diferentes maneras según los distintos autores consultados (Fogg, Spósito, Boucher), pero todos coinciden en que se trataba de una prenda que se superponía a las enaguas y se recogía hacia atrás, dejando ver las diversas capas interiores. Fogg señala la mención de la mantua en una pintura de 1660, como sucesor de un vestido suelto tipo camisón que usaban las mujeres de manera informal. Por su parte, Spósito destaca la existencia de una falda con cola llamada mantello, que se unía al corsé delicadamente y estaba confeccionada en raso o terciopelo u otras telas finas forrado de seda con ribetes adornados y enganchados en si misma.

Debajo aparecía la falda propiamente dicha de color liso, con franjas o dibujos compuestos. Boucher señala al vestido de encima como el antecesor de la mantua y se llevaba sobre las enaguas recargadas con volados y encajes de oro y plata. Esta bata o manto podía también tener una cola que se relacionaba con el rango de la mujer que la portaba y solía tener pliegues y drapeados varios que sumaban a la exuberancia del conjunto.

Enaguas

El vestido femenino reflejaba la riqueza y decoracion propias del periodo en el empleo de ricos tejidos en las faldas superanchas. Laver señala que lo caracteristico era llevar dos enaguas mientras que Boucher distingue tres faldas denominadas modesta, bribona y secreta. Estas enaguas, asi como las partes delanteras del corpiño se cargan de pasamanos y bordados y se llenan de nudos de cinta llamados galans. Las faldas superiores suelen estar recogidas y dobladas o arremangadas sostenidas con moños o cintas dejando ver la de abajo.

En las diferentes fuentes de estudio encontramos diversos nombres para esta pieza del traje de principios del siglo. Se trata de una de las partes del torso y una compresion sobre el pecho de la mujer dejando entrever una cintura ancha y un poco mas elevada de lo normal. En los trajes se destacan al ser decorados con lazos y encajes, dando cuenta de un lugar especial en la conformacion del conjunto. El corse se convierte en el instrumento cotidiano del aspecto, la elegancia y el embellecimiento de las ropas.

Corset

Nuevamente observamos que los autores difieran en el uso de los terminos a la hora de nombrar los metodos de ajuste de la epoca: corset, cuerpo, just a corps, son algunos de los tantos diferentes nombres utilizados en esa epoca.

La indumentaria femenina era menos encorsetada que en la epoca anterior aunque seguia siendo complicada. La silueta no estaba deformada como lo estuvo con el corse y el verdugado del renacimiento. El torso seguia estando ceñido por una pieza interior similar al corset que dejaba descubierto el cuello y el escote. Los escotes eran anchos y cuadrados mientras que el torso tenia una forma de triangulo invertido cuya punta se superponia a la falda, delinando una cintura mas elevada y ancha, en diferencia.

Las pecheras estaban a menudo cubiertas por una jareta de tejido vistoso y decora do con encajes y cintas de seda con temas florales y de naturaleza y de colores lla mativos y brillosos. Este objeto constui do con ballenas cosidas sobre una tela de trama bien apretada, presentaba alargamientos de los costados para realzar el busto y delineaba una silueta estilizada que obligaba a echar los hombros hacia atras. Se utilizaba desde la infancia para orientar mas precozmente el porte. Vigarello señala la importancia de este objetoy sus implicancias en la sociedad del momento. Un nuevo arte, el ajustador de garganta, se impone a mediados del siglo XVII, con su tecnica, sus comerciantes, su corporacion. Ocho de esos modistos especializados aparecen citados en el libro comodo de direcciones del paris de 1690 y esos años.

La belleza natural resulta impensable en ese universo del encantar. Sin embargo, el busto comprimido y el vientre estragulado de las damas de la alta sociedad no se imponen en las demas mujeres que parecen conservar sus libertades. Las siluetas mas contenidas de las damas de la corte se oponen a los contornos considerados como pesados de las granjeras que expresan una estetica mas descuidada y menos artificial.

Las ocasiones

Monta, informal, holgado, de ceremonia. Todos presentaban cantidad de prendas superpuestas y ornamentadas, variando un poco en la morfologia, tejidos y colores, telas y encajes.

Vestido de ceremonia El vestido de ceremonia femenino exhibía la riqueza y el estatus de la persona que lo vestía. La silueta de la mujer simulaba una forma de cono invertido y se adecuaba mejor para las mujeres menos rellenitas. Sin embargo, algunas damas de la corte lo preferían a otros estilos más acordes a su cuerpo. Esta indumentaria adaptaba una elaborada bata interior abierta por delante como prenda exterior (la mantua o manteau) que llevaba sobre una falda, un corpiño y una pieza de estómago.

En la modernidad

El vestido de ceremonia está compuesto por el bustier (grand corps o corps de robe), la falda (jupe) y la cola (bas de jupe o queue). El corpiño lleva ballenas y aplasta y deja ver el pecho, forzando la posición de los hombros hacia atrás. Las mangas hasta el codo, se llevan caídas y abullonadas, y se adornan con capas de encajes y ribetes. Las faldas alcanzan un gran volumen el ahuecamiento gracias a un ahuecamiento denominado tontillo. Con respecto a los colores, no había un código particular, pero las mujeres mayores usualmente vestían de negro y las más jóvenes del estatus social más alto preferían llevar oro y plata.

Deshabillé Boucher (1965) menciona estos vestidos como ablandados y explica que su origen nació con Madame de Montespan, amante de Luis XIV que en los últimos años del Siglo XVII, pone de moda unos vestidos más ligeros. Estos se caracterizaban por tener el escote cuadrado u ovalado, bordado con encaje y mangas planas. Según Leventon (2009), originalmente, estos vestidos eran utilizados en la intimidad de las casas e inclusive en las habitaciones para devenir en vestidos informales. Así mismo, destaca la existencia de un deshabillé negligé, que sería un vestido o bata para salir de la cama y de baño.

El movimiento artístico y cultural de los siglos XVI y XVIII ha sido fuente de gran inspiración para las colecciones de moda más conocidas de nuestros tiempos. Desde materiales, colores y siluetas hasta la ostentosidad y feminidad. Todos elementos han sido conceptos clave que los diseñadores han tomado para sus creaciones. El estudio del pasado y de la historia del arte siempre serán fundamental para crear nuevas cosas, no solo como fuente de inspiración, también para poder entender como una cierta prenda nació, porque y que la hizo tan importante. Existen muchos diseñadores que se han inspirado en el pasado adaptando las tendencias de una época a la actual.

Valentino En su colección Otoño/Invierno 2014 lució prendas en satín y cashmere que estilizaban la figura femenina, con aplicaciones de perlas y bordados dorados, dándole al mismo tiempo cierto doble sentido de modernidad.

Moschino Para otoño/invierno 2016 combinó el estilo biker con el barroco, desde su pasarela con ambiente misterioso y enigmático, con candelabros de cristal y muebles de terciopelo. Logró crear una atmósfera de epoca para mostrar sus prendas en satin y piel, sin dejar a un lado el particular toque de Jeremy Scott, gran diseñador de la epoca.

Dolce & Gabbana Es el nombre que más suena en este tema, desde sus bordados dorados, encajes, brocados, terciopelo y tapices, hasta sus imágenes de querubines y ángeles, con detalles de joyería dramática, lo que ellos mismos llamaron Sicilian Chic para su colección de otoño/ invierno 2012.

Versace Gianni fue uno de los predecesores de ésta mezcla entre lo barroco y lo contemporáneo. Siempre mantuvo ese toque, intercambiando los reconocidos querubines con medusas y cadenas de oro. Cambió los estampados de tapices por estampados de leopardo y otros animales y convirtió ésta tradición tan artística en un pop art.

Junya Watanbe Fall 2000- 2001, Gorguera de cuello. Barroco: es una pieza indumentaria a modo de pañuelo fino que cubría el cuello o el escote pero dejando ver por debajo.

Dior Colecciones con vestidos Eduardianos de la época, con volantes y volantes a media pierna, subiendo la cintura justa abajo del pecho. El sombrero de tres picos fue de uso común durante todo el siglo y hasta ahora.

Chanel Pre-Fall 2012 Los peinados femeninos son más elaborados, se realizan con el fin de obtener volumen y altura en los cuerpos.

Moschino Otoño Invierno 2020-2021

Rococó: Este vestido era muy extravagante y gigantesco, tanto así que se elaboraban dos puertas grandes para que las mujeres pudieran pasar e ir de un lugar a otro con comodidad.

Tendencias Modernas

En una época donde el exceso, lo descomunal, los colores vibrantes y los estampados son máximas en nuestros looks, no era de extrañar que, más tarde, más temprano, la corriente artística más recargada y desmedida volviera a la palestra. La tendencia barroca hoy manda en el street style y toca descubrir cuáles y cómo son sus nuevas reglas de estilo.

Como antecedente a su previsible regreso, la pandemia y toda aquella oleada de moda en clave ‘comfy’ que irrumpió en nuestras vidas para quedarse instalada en los armarios durante un tiempo. Con el vago recuerdo de esos looks anchos y afelpados para estar en casa, la industria decidió ponerle remedio hará algo más de un año empleando la artillería pesada: lentejuelas diurnas, tacones de vértigo, aberturas por doquier.

En coma forzoso como estado clínico, despedíamos los atuendos cómodos para dar carpetazo a ese capítulo negro y ser testigos de un despliegue arrollador. Tan evocador como aristocrático, este estilo que hoy nos ocupa ha ido creciendo en paralelo y en conjunto.

Cimiento y base fundamental de muchos diseñadores de culto, el estilo barroco siempre ha estado presente en las propuestas de Dolce & Gabbana, en las de Balmain o Lanvin. A lo largo de la historia, otros grandes como Alexander McQueen, Gucci o Dior también le han dedicado colecciones monográficas sobre las pasarelas subiendo a los desfiles algunos de sus looks más laboriosos, completos y detallistas de toda la temporada.

Bien es cierto que hacía bastante tiempo que no lo veíamos asomar en el street style y ha tenido que ser en la Semana de la Moda de Alta Costura de París cuando esa tendencia opulenta retornó a la palestra. Ataviadas con outfits firmados por Zuhair Murad, el modisto libanés triunfador en la red carpet y presente en algunos de los vestidores más exclusivos del planeta como el de la actriz Sarah Jessica Parker o la cantante Jennifer Lopez, las asistentes a su desfile, todas editoras de moda y mujeres influyentes, constataron que el barroco estaba de vuelta.

Por pruebas de su dominio en las calles no será. Nos quedará ver cómo las firmas del universo asequible toman el relevo, de qué modo democratizan esta corriente propia de reyes y monarcas, y después cuál es su verdadero uso en el día a día, en nuestros armarios como simples mortales y como lo podemos implementar.

Una tendencia opulenta sobrevuela el díficil signo de los tiempos y se coloca en la cima de la temporada. Es majestuosa, palaciega, dorada y definitivamente abigarrada. Así es el nuevo barroco con sus bordados recargados, sus cortes rotundos y ricos materiales, en el que han ahondado las colecciones de Dolce&Gabbana, Versace y Balmain para este otoño/ invierno y la siguiente temporada.

Tan evocador como aristocrático, este estilo ha ido creciendo en paralelo a la recesión. Y cuanto más al rojo vivo se han puesto los fondos monetarios, más rotunda se ha vuelto su presencia. La tendencia se dejó intuir en otoño/invierno de 2011, en Alexander McQuee n y sus terciopelos en color rubí, bordados dorados y siluetas híper trabajadas. Continuó Prada en la primavera/verano con unas gafas tan oníricas como serpenteantes, a las que bautizó baroque. Y siguieron los encajes y pedrerías que confirman el reinado del barroco en este otoño/invierno de 2012.

Stefano Gabbana y Domenico Dolce se han entregado sin reservas a un estilo excesivo al que les gusta mirar cada cierto tiempo, y Versace vuelve sobre las líneas del genial Gianni, rescatando unos estampados y un aire barroco que le pertenecen. Salvatore Ferragamo ha recargado las botas a base de bordados, como Valentino –también en la Alta Costura– ha hecho con los vestidos. O Balmain, que no ha dejado de lado su espíritu rock pero ha cargado tintas con bordados y apliques.

Manierismo

Según el Diccionario de la Real Academia Española, manierismo puede definirse como: “1. m. Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad”. / “2. m. Tendencia al rebuscamiento expresivo”. Otros diccionarios lo definen también como: “Gusto por la acentuación de determinadas características artísticas hasta que resultan afectadas”.

En estos apuntes me detendré en el manierismo según las dos últimas definiciones del término, en su aplicación a la moda. No será tratado en su relación con las formas del vestir propias del Renacimiento tardío, ni tampoco en su significado para la teoría del arte, sino como expresión de la exageración de las características de una determinada moda, que anuncia el tránsito a una nueva, algo que se evidencia en varios momentos de la historia, como en ese periodo.

Mucho se ha escrito sobre el carácter efímero de la moda, como elemento consustancial de su existencia. Teóricos como George Simmel, Thorstein Veblen, Jean Baudrillard, René König, Giles Lipovetsky, por solo citar algunos, han enfatizado en esta compleja dimensión del fenómeno moda -su limitación temporal-, como premisa para efectuar sus estudios.

Es esa fugacidad arbitraria lo que singulariza a la moda y marca la principal diferencia con otros comportamientos del ser humano como los hábitos, las costumbres, o la “materia prima” de la moda: la apariencia y lo que esta representa. George Simmel (Berlín, 1858 – 1918), fue uno de los primeros en relacionar la moda a sus estudios de los procesos de individualización y socialización, destacando la tendencia del individuo a la imitación, como tránsito de las preocupaciones de la vida grupal a las de la individual. Pero más que tránsito, Simmel enfatiza que ello supone un conflicto, entre la necesidad de autoafirmación –o individualismo estético- y la conformación o tendencia del ser en sociedad de apoyarse en las decisiones de ésta, librándose de lo complejo que resulta ser original o diferente, dejando a los demás las exigencias de salir del grupo mas convencional.

Simmel, con esta teoría, sedimenta las bases de lo que constituirá la esencia de la psicosociología de la vestimenta, encontrando el vínculo exacto que, en el fenómeno moda, se relaciona lo social e individual y dando paso a ese par categorial integrarse/destacarse, como actitud ambivalente que estará presente en todo ser humano ante el acto de vestirse.

La visión sociológica que de la moda posee Simmel está presente en sus reflexiones al destacar que el proceso de imitación es “vertical” (de las clases inferiores a las que consideran superiores). Esa “verticalidad” en la movilidad de la moda como única vía que propicia los cambios -traducida por la sociología moderna con la denominación de “Trickle-down effect”- ha sido revisada por otros autores al entender que las innovaciones son producidas también entre los propios miembros de un grupo como rasgo de competitividad de distinción “intergrupal”. No obstante, la teoría de Simmel y sus seguidores constituye el punto de partida para posteriores análisis sobre el carácter autodestructivo de la moda, aspecto en que centraré estas breves reflexiones, sin intención de realizar un análisis de fondo de las teorías sociopsicológicas de la moda y su mundo.

Tendencias

Modernas

En una época donde el exceso, lo descomunal, los colores vibrantes y los estampados son máximas en nuestros looks, no era de extrañar que, más tarde, más temprano, la corriente artística más recargada y desmedida volviera a la palestra. La tendencia barroca hoy manda en el street style y toca descubrir cuáles y cómo son sus nuevas reglas de estilo.

Como antecedente a su previsible regreso, la pandemia y toda aquella oleada de moda en clave ‘comfy’ que irrumpió en nuestras vidas para quedarse instalada en los armarios durante un tiempo. Con el vago recuerdo de esos looks anchos y afelpados para estar en casa, la industria decidió ponerle remedio hará algo más de un año empleando la artillería pesada: lentejuelas diurnas, tacones de vértigo, aberturas por doquier, flashbacks dosmileros y prints nunca vistos innovadores y modernos, como de la epoca.

En coma forzoso como estado clínico, despedíamos los atuendos cómodos para dar carpetazo a ese capítulo negro y ser testigos de un despliegue arrollador. Tan evocador como aristocrático, este estilo que hoy nos ocupa ha ido creciendo en paralelo al mundo.

Cimiento y base fundamental de muchos diseñadores de culto, el estilo barroco siempre ha estado presente en las propuestas de Dolce & Gabbana, en las de Balmain o Lanvin. A lo largo de la historia, otros grandes como Alexander McQueen, Gucci o Dior también le han dedicado colecciones monográficas sobre las pasarelas subiendo a los desfiles algunos de sus looks más laboriosos y complejos.

Bien es cierto que hacía bastante tiempo que no lo veíamos asomar en el street style y ha tenido que ser en la Semana de la Moda de Alta Costura de París cuando esa tendencia opulenta retornó a la palestra. Ataviadas con outfits firmados por Zuhair Murad, el modisto libanés triunfador en la red carpet y presente en algunos de los vestidores más exclusivos del planeta como el de la actriz Sarah Jessica Parker o la cantante Jennifer Lopez, las asistentes a su desfile, todas editoras de moda y mujeres influyentes, constataron que el barroco estaba de vuelta.

Por pruebas de su dominio en las calles no será. Nos quedará ver cómo las firmas del universo asequible toman el relevo, de qué modo democratizan esta corriente propia de reyes y monarcas, y después cuál es su verdadero uso en el día a día, en nuestros armarios como simples mortales incompletos pero tratando.

Manierismo

Una tendencia opulenta sobrevuela el díficil signo de los tiempos y se coloca en la cima de la temporada. Es majestuosa, palaciega, dorada y definitivamente abigarrada. Así es el nuevo barroco con sus bordados recargados, sus cortes rotundos y ricos materiales, en el que han ahondado las colecciones de Dolce&Gabbana, Versace y Balmain para este otoño/ invierno. Tan evocador como aristocrático, este estilo ha ido creciendo en paralelo a la recesión. Y cuanto más al rojo vivo se han puesto los fondos monetarios, más rotunda se ha vuelto su presencia. La tendencia se dejó intuir en otoño/invierno de 2011, en Alexander McQuee n y sus terciopelos en color rubí, bordados dorados y siluetas híper trabajadas. Continuó Prada en la primavera/verano con unas gafas tan oníricas como serpenteantes, a las que bautizó baroque. Y siguieron los encajes y pedrerías que confirman el reinado del barroco en este otoño/invierno de 2012, dandole el toque final.

Stefano Gabbana y Domenico Dolce se han entregado sin reservas a un estilo excesivo al que les gusta mirar cada cierto tiempo, y Versace vuelve sobre las líneas del genial Gianni, rescatando unos estampados y un aire barroco que le pertenecen. Salvatore Ferragamo ha recargado las botas a base de bordados, como Valentino –también en la Alta Costura– ha hecho con los vestidos. O Balmain, que no ha dejado de lado su espíritu rock pero ha cargado tintas con bordados y apliques.

Según el Diccionario de la Real Academia Española, manierismo puede definirse como: “1. m. Estilo artístico y literario del Renacimiento tardío, caracterizado por su refinamiento y artificiosidad”. / “2. m. Tendencia al rebuscamiento expresivo”. Otros diccionarios lo definen también como: “Gusto por la acentuación de determinadas características artísticas hasta que resultan afectadas”.

En estos apuntes me detendré en el manierismo según las dos últimas definiciones del término, en su aplicación a la moda. No será tratado en su relación con las formas del vestir propias del Renacimiento tardío, ni tampoco en su significado para la teoría del arte, sino como expresión de la exageración de las características de una determinada moda, que anuncia el tránsito a una nueva, algo que se evidencia en varios momentos de la historia, como en ese periodo.

Mucho se ha escrito sobre el carácter efímero de la moda, como elemento consustancial de su existencia. Teóricos como George Simmel, Thorstein Veblen, Jean Baudrillard, René König, Giles Lipovetsky, por solo citar algunos, han enfatizado en esta compleja dimensión del fenómeno moda -su limitación temporal-, como premisa para efectuar sus estudios.

Es esa fugacidad arbitraria lo que singulariza a la moda y marca la principal diferencia con otros comportamientos del ser humano como los hábitos, las costumbres, o la “materia prima” de la moda: la apariencia y lo que esta representa. George Simmel (Berlín, 1858 – 1918), fue uno de los primeros en relacionar la moda a sus estudios de los procesos de individualización y socialización, destacando la tendencia del individuo a la imitación, como tránsito de las preocupaciones de la vida grupal a las de la individual. Pero más que tránsito, Simmel enfatiza que ello supone un conflicto, entre la necesidad de autoafirmación –o individualismo estético- y la conformación o tendencia del ser en sociedad de apoyarse en las decisiones de ésta, librándose de lo complejo que resulta ser original o diferente, dejando a los demás las exigencias de salir del grupo mas convencional.

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