Sweet Christmas

Page 1

CONTENIDO

ยกSanta Kirisame! Navidad con magia pura~ Por Marisaac

El Regalo de la Profesora de Matemรกticas Por Ambovombe

El Rebato de una Navidad Por Green Spell

Festividad de emociones Por Frankplay

Presentes Criogenizados Por Palantire

Una navidad inesperada Por Gensokyotraveler


¡Santa Kirisame! Navidad con magia pura~ Autor: Marisaac ¿Alguno conoce a la maga ordinaria, Marisa Kirisame? Ella es una peculiar chica de Gensokyo, rubia, ropajes blanco y negro, sombrero de maga y siempre se le ve montada en su escoba. Ha participado en la resolución de varios de los incidentes que se han desarrollado en Gensokyo, se ha hecho una figura y ha obtenido su fama no sólo como una maga ordinaria, sino como una ladrona ordinaria, puesto que suele tomar cosas y llevárselas, y no las regresa hasta que muera… Su casa está llena de miles de cosas que ha recolectado. Pero bueno, esa es Marisa. Mejor enfoquémonos en este cuento fantástico en vez de idolatrarla más de lo que ya se ha hecho. Nuestra maga vive como siempre la navidad, este año, pareciera que será como siempre, una navidad tranquila y monótona… ¡No si la maga favorita de todos puede evitarlo! Porque esta vez será diferente, será pura, será perfecta, será… ¡Ordinaria!~ -Vaya vaya… Ha comenzado a caer nieve, Letty está en los alrededores supongo. –Agarra su sombrero y se lo pone- jejeje, este año será diferente. –Dice la maga ordinaria, dejando salir una risa pícara, luego procede a ir a visitar a Alice-… -Escucha que tocan a su puerta- Me pregunto quién será… -Abre la puerta- Ah, lo sabía, eres tú. –Dice Alice al ver a Marisa-¿Sorprendida de verme? ¡Es navidad! Jeje, vamos, anímate. –Responde Marisa, seguidamente, pasa a la sala y se sienta, Alice también-¿No te acuerdas que te he dicho miles de veces que no creo en algo como eso? Es una tradición muy extraña de ustedes humanos, no entiendo por qué creen en un gordo panzón que les dará regalos a los bien portados. –Dice la titiritera en lo que sirve una taza de té para ella, de paso sirve una para Marisa-Oh, gracias. –Acepta la taza de té y le da un sorbo- Cómo te dije, ¡Es navidad! Vamos mujer, tienes que estar feliz, es época para pasarla bien, de regalar, de hacer el bien… ¡Sé que en el fondo te gusta esta tradición!


¿Entonces por qué me has dado regalos anteriormente? –Le pregunta con un tono enjuiciador-E.Eso es porque me das uno a mí, debo retribuir de alguna manera esas acciones… -Responde un poco apenada- Pero bueno, dijiste que tenías algo pensado, ¿Qué es eso que según tú traerá más alegría a esta navidad? –Le pregunta con bastante curiosidad la titiritera-Jejejeje… ¡Seremos Santas esta noche! Vamos a repartir la alegría y el espíritu de la navidad como lo haría el gordo colachón. ¿Cómo lo haremos, te preguntas? Muy sencillo, Tú, yo y Patchi, vamos a combinar recursos y magia, necesito que tus muñecas nos colaboren con transporte, ¡como los renos de Santa! Patchi se encargará de la magia que le permitirá a las muñecas guiar nuestro trineo, el cual será una invención de nuestra inventora estrella, Nitori. Yo por mi parte, aprendí un nuevo hechizo… -Saca una varita y mira fijamente a Alice-… ¿Qué me ves? ¿Tengo algo en la cara? –Le pregunta, con nervios por la mirada de la maga ordinaria-Jejeje, así que eso es… ¡Sorpresa! –Con su varita, hace aparecer una caja al lado de Alice- Adelante, ábrelo~ -Mmm… -Abre el obsequio… es una nueva muñeca, con gran parecido a Marisa- ¿¡Pero Cómo!?, ¿Cómo hiciste eso? –Pregunta con grata sorpresa mientras observa de reojo la muñeca-Sabía que reaccionarías de esa forma mi buena amiga. El nuevo hechizo que aprendí lo vi en uno de los libros de la librería de Patchouli, era un libro de magia relacionada con las tradiciones antiguas, allí encontré este hechizo, el cual me permite poder ver qué es lo que desean más las personas, puedo hacer que dicha cosa aparezca en una caja envuelta de papel de regalo, justo como hice contigo querida Alice. –Le hace un guiño de ojo muy atrevido- ¿Te gustó? Porque así es como vamos a traer una navidad diferente a Gensokyo, iremos de hogar en hogar, de lugar en lugar, y les daremos a todos un regalo, lo que más añoran en sus corazones, porque ese es el espíritu de la navidad, dar desde lo más hondo de nuestro corazón, realizar buenas acciones sin importar si recibimos algo


a cambio, con sólo ver la felicidad en los demás, es el premio y tesoro a recibir. –Responde con bastante determinación la maga-… No soy de celebrar navidad o festividades muy de los humanos, pero admito, es un plan muy interesante, y es un buen gesto tuyo, me sorprende que vayas a hacer regalos para otros, en vez de robarlos. –Dice con un tono un poco burlista al final-Oye basta, en navidad hay que estar con calma, por primera vez hago una buena acción en estas fechas, no arruines el sentimiento que tengo por favor… -Le responde con seriedad-Bueno, basta de bromas. Es un plan atrevido, pero me gusta. Supongo que mis muñecas con gusto aceptarán esta misión. Puedes contar con nosotras. –Dice con tono afirmativo la titiritera, y sus muñecas asienten todas juntas-Jejeje, ¡Gracias! –Responde felizmente y se pone de pie para retirarseDicho esto, la maga ordinaria procede a irse, estando fuera del hogar de Alice, tomó su escoba mágica, y voló con rumbo a la mansión escarlata, ahora iba a visitar a la maga del conocimiento, Patchouli Knowledge, quien aunque no suele mostrar emociones, pueda tener algo escondido respecto a estas fechas que a muchos les causa grata felicidad. Marisa como siempre, como hábil ladrona, logra escabullirse en la mansión escarlata sin ser percibida. Logra llegar a la biblioteca dentro de la mansión, lugar donde siempre pasa metida Patchouli, cerca de una estantería muy enorme, rodeada de libros como es usual, Marisa la encuentra. -¡Hola!, ¡Feliiiz Navidad! –Saluda con un tono festivo y voz alta-… -Vuelve a ver a Marisa- Te agradecería que hagas silencio, esta es una biblioteca, recuérdalo bien… -Responde y al finalizar hace el típico sonido para indicar silencio-Oh, lo sé, es una biblioteca, pero no lo puedo evitar, es navidad así que hay que festejar. –Se sienta a la par de Patchi- ¿Estás lista? ¡Vas a ayudarme a ser santa por un día! –Le dice con buen ánimo a la inexpresiva Patchouli-


-… -Cierra su libro y lo pone arriba del montón que tiene al frente de ellaEstás bromeando, ¿Verdad? Primero que todo, no deseo salir, hace frío allá afuera. Segundo, ¿Cómo vas a hacerlo? No luces como Papá Noel, ni mucho menos creo que puedas darle la vuelta a todo Gensokyo con un saco enorme de juguetes… -Responde mientras observa seriamente a Marisa-Me esperé esa reacción de tu parte, ¡Pero no os preocupéis! Alice nos ayudará con sus muñecas, ellas impulsarán nuestro trineo y tú ayudarás a las muñecas con magia para que puedan moverse. Yo tengo un hechizo que aprendí de uno de tus libros, daré regalos provenientes del fondo de los corazones de todos. ¿Muy bueno el plan mío, verdad? –Le pregunta la maga con una sonrisa dibujada de lado a lado-Espera un minuto… ¿Dijiste, “Nosotros”? Me suena a manada, yo nunca accedí a ser parte de tu plan. –Responde directamente la mujer de pelo purpura y pijamas-Ay vaaaamos… Estoy segura que salir un rato de este lugar te hará bien, necesitas aire fresco. Además, tenemos bastante rato de que no hacemos algo juntas. –Le dice la maga rubia, tratando de poder llegar a un acuerdo con ella-Allí tienes un punto a favor… Pero los puntos en contra son como 50 si me lo preguntas. –Responde Patchi, y agarra un libro y lo abre, se pone a leer inmediatamente dicho libro-Andaaaa, vaaaamos… Di que siiii… -Agacha su cabeza en señal de ruego-… -Observa a Marisa y no logra evitar dejar salir un poco de aire por frustración- Supongo que no puedo negarte algo… Me debes mis libros, espero que con esta ayudita me los devuelvas pronto… -Responde la maga de las pijamas, y retoma su lectura-¿¡Enserio!? ¡Gracias! –Le dice con mucho entusiasmo procede a abrazar a Patchi-


-¡Hey! Tampoco te pases de afectuosa, no me gustan esas cosas… -La aleja y se hace para atrás, esconde su rostro con el libro que está “Leyendo”-Jejeje, como digas Patchi~ Te esperamos en el bosque luego. –Responde y se pone de pie, procede a irse de la misma manera en la que entróCon la ayuda de Alice y Patchouli garantizadas, ahora la maga de Gensokyo se dirigió a la Montaña Youkai, más exactamente al lugar donde suelen habitar los Kappa, allí encontró a su amiga, Nitori Kawashiro, arreglando una especie de… ¿Maquina? No se sabe con certeza qué es, pero lo está arreglando, ella sabrá qué es eso. Marisa se aproxima a ella, con la fe de poder contar con su buena mano constructora. -¡Pero si es la Kappa que arregla todo! Feliz navidad Nitori. –Dice la maga, con bastante felicidad-Ah, ¡Marisa! Feliz navidad. Ya me preguntaba qué te hiciste. Hace rato no te veo pasar por estos lugares, ¿Muchos incidentes últimamente? –Le pregunta mientras revisa el interior del objeto que arregla-Bueno, lo usual, ya te imaginarás, venimos saliendo del incidente de la Capital Lunar, esperemos no ocurra otro en un buen rato. –Responde tranquilamente la maga ordinaria- Por cierto, ¿Te gustaría ayudarme? -¿Mmm? –Sale del interior del objeto y voltea a ver a Marisa- No me digas que tu Mini-Hakkero se descompuso otra vez, no sé cómo lidiar con artefactos mágicos. –Le responde un poco furiosa-No no, no es eso, resulta que… ¡Seré Santa por un día! Yo y mis amigas, Alice y Patchouli, vamos a darles a todos en Gensokyo una feliz navidad, una más real, y bueno… necesitamos un trineo. ¿Puedes armarnos uno? – Pregunta y agacha su cabeza-Mmm… Así que vas a hacer algo bien, ¿Verdad? Bueno, como has sido de gran ayuda para mi varias veces, con chatarra y objetos para revisar, supongo que podría devolverte esa ayuda que me das. ¡Tendrás tu trineo! –Responde con bastante ánimo la Kappa- Dame unos 30 minutos y te lo tengo listo, pero… ¿Cómo lo moverán? –Le pregunta llena de curiosidad-


-Jejeje, ya lo verás… -Le dice con una risa inocente y pícaraY así, pasó el rato, el trineo fue construido, parecido enormemente al que usa Papá Noel para trasladarse de un lugar a otro con la ayuda de sus fieles renos. La noche cayó, y la noche buena llegó, todos en sus hogares yacían, y dormidos en un profundo sueño permanecían. Fieles al plan de la maga ordinaria, Alice y varias de sus muñecas, así como Patchouli cubierta en una bufanda Purpura, esperaron cerca de la casa de Marisa, con la nieve cayendo y la noche avanzando. -¿Dónde estará? Espero no se haya arrepentido y en vez de dar regalos, se quede con lo que visualice gracias a ese hechizo. –Dice Alice, frotándose las manos para tratar de quitarse el frío-Tiene que aparecer, odio este frío… Espero no enfermarme… -Responde Patchi, cubriéndose aún más con su bufanda-¡Jeje! Allí están, qué bien que si vinieron. –Responde Marisa, quien llega a bordo del trineo hecho por Nitori, el cual fue desplazado mediante magia que Marisa usó, parecida a la de su escoba- Como pueden ver, el trineo está hecho, ahora, ¡Renos! ¡Posiciones! –Dice con tono de mandatoLas muñecas de Alice se posicionan, 2 filas de cuatro, cada una amarrándose las cuerdas que posee el trineo. -Parece que Nitori le dio buenos asientos a esta cosa, nada mal, como siempre esa Kappa lo hace muy bien. –Comenta Alice mientras observa cada esquina del transporte-Supongo que me toca movilizar esto, ni modo supongo… -Abre su libro y comienza a recitar un hechizo, llena de magia a las muñecas de Alice, ellas al final todas en conjunto, vuelan y elevan el trineo, despegan y vuelan sobre el bosque mágico-Entonces aquí es donde vamos de hogar en hogar para darle a todos lo que más desean, ¿Verdad? –Pregunta Alice a Marisa-¡Exacto! Quizás sea sólo un mito, pero es uno muy amado por todos en el mundo, Gensokyo lo ha adoptado, por lo que también merece sentirlo con bastante felicidad, con magia, como lo haría el verdadero Santa…


¡Chicas! ¿Están listas para hacer esta navidad una inolvidable? –Le pregunta a sus dos acompañantes-¡Por supuesto! –Responden ambas al mismo tiempo-¡Pues llevemos la navidad a todos, da ze! –Dice, la maga ordinaria, vestida de Santa para la ocasiónHabiendo dicho eso, el equipo mágico, se desplazó a cada lugar en el mundo de las ilusiones, fueron a cada rincón y brindaron regalos desde lo más profundo del corazón de todos, visitaron la aldea humana y visitaron cada hogar, miles de regalos para grandes y pequeños dejaron, así como otros lugares, tales como la Montaña Youkai, los Tengus, los Kappas, los residentes del Templo Moriya, todos recibieron su regalo, pasando por Eientei, donde las Lunarians, así como las conejas de la tierra, recibieron un regalo. Volaron sobre la Mansión del Demonio Escarlata y cada integrante tuvo su regalo aguardándole a la hora de despertar, Marisa aprovechó y dejó uno para Patchouli. Hicieron una rápida visita al Templo Hakurei, donde Marisa dejó un regalo especial para Reimu. Seguido de eso, fueron al Templo Myouren, donde los Youkai suelen llegar, Marisa hizo su buen acto y a todos les dejó su regalo. Llegando a la entrada del Rio Sanzu, se encontró el hogar de Komachi y Eiki, procedieron a dejarle un regalo a ambas. Todo lugar de Gensokyo fue explorado por Marisa, Alice y Patchouli esa noche, no dejaron ni un solo lugar sin recibir la mágica navidad que ellas entregaron, fue una jornada exhaustiva para ellas, pues pasaron casi que toda la noche yendo de un lugar a otro, pero al final Marisa, les agradeció a ambas el esfuerzo. La navidad es una época una de paz, de prosperidad, de felicidad, cosas que Marisa compartió con Alice y Patchouli, así como logró inculcar en toda persona en la tierra de las ilusiones, el periódico Bunbunmaru publicó en su portada: “¡Una navidad que pareciera ser mágica!” debido a que nadie se explicaba cómo llegaron esos regalos a todos los residentes de este mundo, Reimu pensó que podría tratarse de una broma de Yukari, pero ella no fue, al final se quedó con el misterio, pero la respuesta sólo la sabían 3 personas, las tres magas de Gensokyo, principalmente la maga ordinaria, Marisa, Alias, Santa Kirisame~

FIN


EL REGALO DE LA PROFESORA DE MATEMÁTICAS Autor: Ambovombe El griterío en el aula era infernal. Los niños aprovechaban que la profesora no les prestaba atención para hacer lo que quisieran. Jugaban, contaban chistes, se reían, se burlaban de los youkai. Las clases de Matemática eran las favoritas de los niños. La profesora de Matemática era muy despistada. Algunos días se olvidaba de las tareas que les había dejado, o se confundía con las cosas que debía enseñarles. Y a veces los chicos se aprovechaban de eso para convencerla de que ya habían hecho todo, y que les dejara el resto de la hora libre. Pero lo cierto era que la profesora tenía una preocupación muy grande taladrándole la cabeza. Tan grande que a menudo se despistaba, por pensar únicamente en eso. Eso le producía problemas para dormir, y al día siguiente se levantaba cansada, los ojos negros por las ojeras. «Tendría que pedirle a Reisen alguna medicina para el sueño» pensaba la profesora, «¿cómo rayos hará Keine para soportar a estos chicos malcriados?» Había empezado a nevar otra vez. La aldea humana estaba cubierta de nieve. Faltaban pocos días para navidad. Y esa era la fecha en la que a la profesora le atacaba la angustia. Este año, como los anteriores, recibió una invitación para acudir a la fiesta de navidad que se celebraba en el santuario Hakurei. Y este año, como los anteriores, también pensaba poner cualquier excusa para no ir. Porque lo cierto era que no tenía coraje para mirar a Reimu a la cara. «Eso pasó hace varios años, probablemente a Reimu ya no le importe», pensó. Probablemente cualquiera piense que lo que pasó entre Reimu y la profesora fue algo sin importancia. Pero para la chica fue algo muy grave, de lo que después se arrepintió. En un arrebato de emociones, arremetió contra el santuario y casi lo destruyó. Y todo por una tonta pelea que habían tenido. Pero como Reimu pudo evitar la destrucción del santuario, la chica trató de vengarse.


Pero Reimu en realidad era una buena persona. De no ser por ella, los youkai tendrían bajo amenaza a toda la aldea. Y además, cada vez que ocurría un «incidente», la miko lo resolvía sin esperar nada a cambio. Desde ese entonces, la profesora siempre quiso pedirle perdón a Reimu, pero no sabía cómo hacerlo. Cada vez que tomaba la decisión de hacerlo, se acobardaba a último momento. Pero la navidad era la ocasión ideal para disculparse, ya que en navidad se hacía el evento de intercambio de regalos en el santuario. Parecía que ese día no terminaría nunca, pero al fin se hizo la hora de que los chicos se marchen a sus casas, y la profesora al fin halló un momento de paz. Se sentía un poco mareada, y el sueño la estaba inundando. Le daban ganas de apoyar la cabeza en la mesa y dormir, pero no podía hacerlo. Aunque todavía fuera joven para el cargo que tenía, debía dar el ejemplo. ¿Qué clase de profesor se echa a dormir en las mesas de la escuela? Así que desistió de la idea y se levantó, con intención de irse a su casa. Cuando salió al pasillo, escuchó voces en el aula de al lado. Había dos personas hablando dentro. Reconoció la voz de Keine, la profesora de Historia, pero no sabía quién podría ser la otra persona. —Muchas gracias. Toma, ya tengo el dinero por lo de la última vez —dijo la voz de Keine. —No hay de qué —dijo la otra voz—, estamos al servicio de la gente para lo que haga falta. Las dos personas intercambiaron algunas palabras más, sin importancia, y luego la chica escuchó pasos que se acercaban. La persona que fue a ver a Keine iba a salir. Así que fingió pasar por allí de casualidad. Notó cómo la puerta corrediza del aula se deslizaba. Lo primero que vio fue un par de orejas de conejo asomándose. Luego apareció la cabeza, y por último el resto del cuerpo. Se trataba de Reisen. Al parecer había ido a la escuela a entregarle unas medicinas a Keine. Al verla, no dudó en preguntarle. —Disculpa, Reisen, ¿no tendrás alguna medicina para poder dormir bien?


—¿Medicinas para dormir? Sí, tenemos, pero no las tengo aquí. Puedo traértelas mañana. O quizás haga tiempo de traerlas hoy a la tarde. —Sí, por favor, Reisen, te lo encargo. Estos últimos días no pude dormir nada. —Eirin siempre dice que los problemas del sueño son causados por la mente. Lo mejor para dormir es no pensar en nada. —Pero ¡no se puede no pensar en nada! Una siempre está pensando en algo… —Las medicinas para el sueño pueden ser peligrosas —observó Reisen—, ¿ya probaste darte un baño por las noches? Eso ayuda a relajarse. —Ya probé todo lo que se puede probar. Y no funcionó. Ya ves —dijo la profesora señalando sus ojos ojerosos. —Bueno, no hay problema. A la tarde te traigo las medicinas. Bueno, tengo que irme, que tengo varios encargos más todavía. Reisen se marchó, y la profesora se quedó sola en el pasillo. Luego de unos instantes, emprendió el paso, con rumbo a su casa. Estaba cansada, pero contenta. Al menos esa noche iba a poder dormir, aunque sea un poco.

La profesora se encontraba dentro del refugio, revolviendo algunos trastos viejos amontonados en un rincón. Aquél era su refugio secreto. Antiguamente había sido su taller, pero dejó de serlo hacía tiempo. Ahora solo era un trastero, y un lugar al que le gustaba ir los fines de semana a descansar o a leer. A pesar de las capas de mugre que había en el suelo y en los muebles, a ella le gustaba ese lugar, porque allí estaba en contacto con la naturaleza, a diferencia de la aldea humana. Al salir por la puerta camuflada con arbustos, podía observarse un valle inmenso. En primavera la hierba era muy verde, y se llenaba de flores, pero ahora, en invierno, estaba cubierto de nieve.


A pesar de todo, le traía buenos recuerdos ese lugar. Recuerdos de todas las cosas que había construido allí. Muchas de ellas solo por curiosidad, o solo para demostrar que era posible. Porque así era ella. Si se le ocurría una idea, automáticamente ponía manos a la obra, y no paraba hasta que su creación estuviera terminada. Aunque tuviera que sacrificar el sueño durante la noche. Y eso le pasaba muy seguido. Aunque ahora, si se quedaba despierta por las noches, era por motivos muy distintos. Pero por suerte, las hierbas medicinales que le había dado Reisen funcionaron, y pudo dormir muy bien. Esta vez no tenía los ojos ojerosos. La profesora estaba tirada en el suelo, sobre unos almohadones, y estaba leyendo unas revistas de dudosa procedencia, con las hojas amarillentas. Las había comprado en Kourindou hace muchos años. De vez en cuando el viento soplaba y movía las hojas de los arbustos de la entrada. Pero ella notó, por sobre el silbido del viento, otro sonido bastante particular. Se oía muy débil, pero iba aumentando su intensidad con el paso de los segundos. Era un sonido estruendoso que atentaba contra la naturaleza. Si ella estuviese en su vida anterior, hubiese dicho que se trataba de un helicóptero, que se acercaba. Pero no podía ser, no había helicópteros en Gensokyo. O al menos, no se le podía llamar «helicóptero» a ese aparato tosco de madera, obra de los kappa. El ruido de las aspas de las hélices se hizo cada vez más fuerte. Tuvo que interrumpir su lectura, ya que no podía concentrarse. Cerró la revista y la dejó a un lado. Afuera, la aeronave aterrizó, y el piloto apagó los motores. Las aspas empezaron a reducir su velocidad. La chica observó por un pequeño periscopio que apuntaba hacia afuera, por encima de la entrada. —¡Rayos! Es Nitori, ¿qué querrá esta vez? —masculló con fastidio—. Voy a hacer de cuenta que no hay nadie. Así se cansa de golpear y se va. Nitori caminó en dirección al refugio. Cada paso que daba dejaba huellas en la nieve. Nitori miró hacia abajo. Junto a sus huellas, estaban las huellas de alguien más, que había pasado por allí hacía poco tiempo. Sonrió, y siguió adelante. Apartó los arbustos de la entrada y golpeó la puerta.


No pasó nada. El kappa volvió a golpear la puerta. Y tampoco pasó nada. Entonces Nitori se exasperó. —¡Rikaaaaaa! ¡Sal de una maldita vez! ¡Sé que estás adentro! Después de unos segundos los cerrojos se movieron, y la puerta se abrió. —Nitori —saludó Rika, de mala gana. —¿Qué estabas haciendo que no querías abrir? —Estaba durmiendo siesta —mintió—. Pero si viniste a amenazarme de vuelta, ve sabiendo que no pienso perder esta vez. Mis máquinas van a aplastarte como una cucaracha —Rika juntó las manos y las apretó con fuerza, una contra otra. Nitori era su eterna rival. La conoció hace mucho. Los kappa se habían enterado, gracias a los tengu, que había una extraña ingeniera en la aldea humana. Y Nitori quiso averiguar personalmente de qué se trataba. Se volvieron amigas, pero sobre todo, se volvieron rivales. Nitori quedó sorprendida por la habilidad de Rika, así que la invitó a participar en la Guerra de Máquinas, un evento que organizaban los kappa una vez al año, en el que había que construir máquinas y enfrentarlas a las de los demás participantes. Ese evento era exclusivo de los kappa, pero Nitori hizo una excepción y movió los hilos necesarios para que Rika pueda participar también. Desde entonces, todos los años Rika participaba. Ese año, el torneo se llevaría a cabo un mes después de navidad. —Ya vas a tener tiempo para tragarte tus palabras, Rika. Pero no, no vine por eso. Venía para traerte una noticia. —¿Una noticia? —Va a haber un receso por navidad. Así que voy a estar libre ese día. Y voy a ir a la fiesta del santuario Hakurei. Así que ¡este año más vale que vayas, Rika! No vayas a poner ninguna excusa esta vez.


—Ehhh… —Rika se quedó sin habla, ante las palabras del kappa. —Si no vas, voy a venir a buscarte personalmente y te voy a llevar a la rastra. —¡No! ¿Por qué vas a hacer eso? Nitori dio un suspiro. —Sabía que iba a pasar esto. Así que voy a ponerlo de esta forma. O vas a la fiesta, o no participas del torneo esta vez —Nitori remarcó las palabras agitando su dedo índice. —¡Eso es jugar sucio, Nitori! —Lo lamento. Así son las cosas. Rika dudó un momento. Pero al final aceptó la propuesta. O debería decir "la obligación" de ir a la fiesta. El evento de las máquinas lo era todo para ella, y no se lo perdería por nada en el mundo. Pensándolo bien, si lo único que tenía que hacer para poder participar era ir a la fiesta de Reimu, era un precio muy barato en comparación con todos los beneficios que obtenía. Pero también admitió que de no haber sido por esa jugada de Nitori, Rika jamás hubiese aprobado la idea de ir a la fiesta. —¿Y qué le vas a regalar a Reimu? —preguntó Rika. —No se, quizás un brazo mecanizado. —Pero ya le regalaste uno el año pasado. —Sí. Pero siempre se le rompen. Así que todos los años le regalo uno —se rió Nitori —Que suerte que tienes. Siempre puedes regalarle lo mismo. Pero yo no sé qué regalarle. Nunca se me ocurre nada. —Regálale otro brazo mecanizado. Dos es mejor que uno. —¡No! Quiero otra cosa.


—¿Entonces qué? ¿Vas a ir al campo a buscar florcitas y se las vas a dar en un ramito? —se burló Nitori—. No es tu estilo. —¡No! Pero no jodas, Nitori, ayúdame a pensar. En serio no se me ocurre nada. Nitori desvió la mirada, y miró hacia el cielo. Había pocas nubes, el sol brillaba con intensidad. —No sé… tiene que ser algo que le sirva. Hay varios que le regalan adornos para el santuario, y esas cosas, pero eso en realidad no sirve, son puros adornos. Un buen regalo tiene que ser algo que realmente le sirva. Algo que le ayude con sus tareas. Algo que le haga ahorrar tiempo. —Algo que le sirva —respondió Rika, pensativa. —Sí. Somos ingenieras. Eso es en lo que somos buenas. —Creo que… tienes razón —admitió Rika. Nitori había empezado a caminar en dirección a su aeronave. —¿Ya te vas, Nitori? —Sí. Tengo que preparar cosas para la fiesta —Nitori se subió, y se ató con las sogas para sujetarse. Al instante las hélices comenzaron a girar. —¡Recuerda, vendré a buscarte y te llevaré a la rastra si te niegas a ir! — gritó Nitori. El ruido de las aspas comenzaba a ser ensordecedor. —¡Y recuerda que voy a aplastar tus máquinas como a cucarachas cuando nos enfrentemos! —le respondió Rika, saludándola con la mano. La aeronave se deslizó lentamente por el cielo despejado de Gensokyo, hasta desaparecer por el horizonte.


Esa noche Rika estuvo dándole vueltas todo el tiempo al regalo que le haría a Reimu. El consejo de Nitori le ayudó, pero seguía sin saber qué regalarle. Tenía que ser algo que sirviera, que tuviera algún propósito. Y no podía ser un brazo mecánico. Como Rika siguiera así, pasaría una noche más sin dormir. Y esta vez no por la angustia, sino por quedarse pensando en el regalo. Así que tomó un poco de las hierbas medicinales que le dio Reisen. Y las empujó con un trago de sake. Según ella, el alcohol ayudaba a dormir. —Ahora veamos, ¿qué puede necesitar Reimu? Rika perdió la cuenta de las veces que se formuló esa pregunta. Y siempre era la misma respuesta la que iluminaba su mente. —¡No, no puedo regalarle un tanque! ¡Eso fue justamente lo que comenzó la pelea! Pero pensándolo mejor, un tanque le vendría bien, para defender el templo cuando ella no estuviese. Debía ser un tanque autónomo e inteligente. Tenía que ser a control remoto. —¡Pero no! ¿En qué estoy pensando? ¡No, no se puede! ¿Por qué no se te pueden ocurrir cosas más normales, Rika? —había veces en que Rika podía ser muy dura consigo misma. Dio un millón de vueltas en la cama, mientras seguía pensando en lo mismo. Pero sin saber cómo, de a poco Rika empezó a cruzar la frontera de los sueños, y, cansada de dar vueltas, se quedó dormida.

A pesar de ser invierno, la noche era agradable, no hacía mucho frío. El tiempo era ideal para estar afuera. El cielo estaba despejado y podían verse todas las estrellas. El santuario Hakurei y el camino de entrada estaban adornados con farolitos de papel de colores, que colgaban de un lado a otro. Los invitados a la fiesta estaban emocionados, y armaban


mucho barullo. Las hadas volaban de un lado a otro, molestando a quienes estaban sentados disfrutando de la comida. En más de una ocasión Reimu tuvo que reprenderlas. En un rincón se hallaban Rika y Nitori. Estaban sentadas, comiendo unos bocadillos de sushi, y sosteniendo sendas copas de sake. —¿Al final que le vas a regalar a Reimu? —preguntó Nitori. —Algo que no es lo que yo quería. Le estuve dando un montón de vueltas, y no se me ocurrió nada. Así que traje lo primero que encontré. —Eso sí se parece un poco más a tu estilo —se burló Nitori—, pero ¿qué es «lo primero que encontraste»? —No, mejor no te voy a decir, porque te vas a reir. —¿Y qué? No sería la primera vez que me río de ti. —Igual, no te voy a decir. Espera a que Reimu lo abra. Rika aparentaba estar animada, pero no lo estaba en realidad. Estaba preocupada por Reimu. No sabía si podría hacer aquello que quería hacer. Había ensayado la escena muchas veces, frente al espejo, pero a la hora de la verdad no tenía suficiente valor para hacerlo. Por eso se dedicaba a mirar a Reimu de reojo, esperando el momento adecuado, un momento en el que estuviera sola, para salirle al encuentro y decirle lo que le tenía que decir. —Pareces una boba mirando a Reimu todo el tiempo. —¿Qué? —se sorprendió Rika. —¿Piensas que no me di cuenta? Desde que llegamos no le puedes sacar los ojos de encima a Reimu. Al llegar a la fiesta, había que dejar los regalos en una mesa puesta especialmente para eso. Debían estar envueltos, y con el nombre de la persona a la que iban dirigidos. Rika y Nitori dejaron los suyos en la mesa. El de Nitori seguramente era el brazo mecánico del que hablaba. El paquete de Rika tenía aproximadamente el mismo tamaño que el de Nitori.


Rika contemplaba a Reimu. Vio que se le acercó Marisa con discreción, y comenzaron a hablar. Rika se acercó un poco para tratar de oír lo que decían. —…la fiesta. ¿Por qué siempre tiene que ser aquí? Podría ser en el santuario Moriya alguna vez. Siempre me dejan todo el trabajo a mí —se quejaba Reimu. —Bueno, Reimu, hagamos nuestro mejor esfuerzo para que todo salga bien. Mira —Marisa sacó un papel de su bolsillo, lo desdobló y se lo mostró a la miko—. Ya tengo listo el discurso. —¿En serio? Menos mal. Pensaba que no ibas a poder terminarlo a tiempo. Me salvaste. A mi se me dan muy mal estos discursos. —¿Acaso desconfiabas de mí? —Marisa se señaló con un dedo al preguntar eso. —A decir verdad, sí —afirmo Reimu categóricamente. Rika se aburrió de espiar la conversación. Estaban hablando de cosas intrascendentales. Así que esperó, escondida detrás de un árbol, a que Marisa se fuera y Reimu se quedara sola otra vez. Cuando al fin eso ocurrió, Rika tomó la decisión de abordar a Reimu. Dio un paso adelante… y se arrepintió en el último momento. Estaba muy nerviosa, y sentía retortijones en el estómago. Se dijo a sí misma que eso podría esperar. Todavía faltaba mucho para que la fiesta termine. Así que volvió a su lugar. Pero descubrió, con sorpresa, que Nitori no estaba. Había dejado su copa de sake en el suelo. —Qué raro, ¿adónde habrá ido? Rika se sentó en la manta que habían tendido en el suelo, sobre la nieve, y se puso a comer los bocadillos que habían quedado. De súbito sintió sueño. Quizás se había excedido con la cantidad de sake que había tomado. Pero la cuestión es que le dieron ganas de echarse una siesta allí mismo, tendida en la manta. Mas no pudo hacerlo, porque repentinamente apareció Nitori por detrás. Le dijo algo a Rika, pero ella no entendió, así que se dio vuelta para verla, y…


Rika quedó paralizada de terror por lo que vio. El corazón empezó a latirle muy rápido, y un sudor frío comenzó a deslizarse por su espalda. Nitori no estaba sola. Había traído nada más ni nada menos que… ¡a Reimu! Y ahora la tenía enfrente. —Bueno, Reimu, aquí está Rika —dijo Nitori. Luego miró a Rika y le guiñó un ojo. Rika sintió deseos de matar a Nitori. ¡No podía creer que la hubiese traicionado! La hizo enfrentarse forzosamente a aquello que no quería. —Ahora vengo, voy a buscar más bocadillos —dijo Nitori, y salió corriendo del lugar. «Traidora» pensó Rika. —Me dijo Nitori que querías decirme algo —observó Reimu de mala gana, al parecer no le había gustado que la llevaran a la rastra hacia allí. Rika tartamudeaba. No había forma de que le salieran las palabras. Tenía las manos entrelazadas, a la altura del estómago, y le temblaban. —Parece que no era nada importante —Reimu se dio vuelta y amagó a irse. —¡No! ¡Espera, Reimu! —estas palabras hicieron que Reimu se quedara inmóvil en su sitio—. Yo quería… emm… sé que esto pasó hace mucho tiempo, pero… —la miko se había dado vuelta y la estaba mirando al rostro— e… esto… yo… —de súbito Rika se arrodilló en el suelo, bajó la cabeza y apoyó sus dos manos por delante—. ¡Perdoname, Reimu! ¡Perdoname por el incidente de la última vez! ¡No tenía intenciones de destruir tu santuario en realidad! Es solo que… emm… Esas palabras tomaron por sorpresa a Reimu. Se esperaba cualquier cosa… menos eso. —Está bien, Rika. Pero levántate, no hace falta que te arrodilles ante mí — pero al ver que Rika no se levantaba, Reimu extendió su mano hacia adelante y tomó la de ella, para levantarla. Rika se emocionó.


—¿¡En serio me perdonas!? —Sí. Pero a decir verdad, con todas las cosas que pasaron, me había olvidado de ese «incidente» que provocaste. ¿Sabes qué? Esos tanques tuyos fueron muy poca cosa. Fue muy fácil. Si aparecieras ahora con el Evil Eye Sigma, lo aplastaría con un solo dedo. —¿Eh? Estás insultando a mis tanques. Pero no me importa. Es navidad, y pude pedirte disculpas. No tengo ganas de pelear contigo. Y además, yo sé que mis tanques son lo máximo. —Eran lo máximo, querrás decir. —No. Puedo construir el mejor tanque del mundo, si quisiera. —¿Estás segura? ¿Hace cuánto que no construyes un tanque? Rika iba a responderle, pero se detuvo a mitad de camino. La miko tenía razón. Luego del incidente, había abandonado su oficio como ingeniera, y desde entonces se dedicaba a enseñar matemáticas a los niños de la escuela de la aldea humana. Hace mucho que no construía una máquina en serio. —Entonces vamos a hacer esto —sentenció Reimu—. Voy a aceptar tus disculpas. Pero la condición es que construyas tu mejor tanque y vengas a enfrentarme. —¿¡QUEEEE!? —se sorprendió Rika—. ¡No quiero pelear contigo, quiero que nos llevemos bien! —Podemos llevarnos bien y entrenar al mismo tiempo. —¿Entrenar? ¿A qué te refieres? —Mira. Todo el tiempo tengo que estar peleando contra youkais estúpidos que no saben hacer otra cosa que no sea molestar. Me estoy cansando de pelear contra youkais. Quiero estar preparada para todo. Por eso quiero que vengas con tus tanques, para ver si puedo derrotarlos. Pelear contra una máquina es muy distinto que pelear contra un youkai. Y esto me va a servir como entrenamiento. Además, tú vas a poder construir cada vez mejores máquinas. Si te derroto, entonces la próxima vez tienes


que venir con una máquina todavía mejor. Y si tu me derrotas, significa que no estoy preparada aún, y tengo que practicar más. Pero vamos, a esta altura, no creo que una maquina tuya pueda derrotarme. —No estés tan segura. Ya lo verás. ¡Voy a aplastarte como a una cucaracha! —¡Ja! ¡Inténtalo, y verás lo que es bueno! —Entonces, ¿trato hecho? —Trato hecho. Y con una sonrisa, la ingeniera y la miko cerraron el pacto. Y luego cada una se marchó para su lado. Rika se percató de que se había reunido un montón de gente en torno a ellas, y habían observado toda la escena. Rika divisó a Nitori entre un grupo de varias personas. Caminó hasta ella. Mientras se acercaba, Nitori estiró un brazo hacia adelante, cerró el puño y levantó el pulgar. Rika sonrió. Cuando llegó a su lado, sintió que alguien, o algo, la empujaba. Se dio vuelta. Detrás suyo estaba Sanae, sosteniendo una copa de sake. Había tropezado y se había aferrado a Rika para no caerse. En el tropiezo derramó sake de la copa. —¡Uh, perdón! Me tropecé —se disculpó Sanae con una sonrisa. Luego dio media vuelta y se fue. —¡Muy bien Rika! ¡Te felicito! —Nitori extendió los brazos hacia Rika para abrazarla, y ambas se reían. —Con todo esto, ya no me importa decirte qué es lo que le regalé a Reimu. ¿Sabes lo que es? —¿Qué? —preguntó Nitori con curiosidad. —Es esa escopeta con forma de paraguas que vi en Kourindou la otra vez. Al oir eso, Nitori estalló en carcajadas. —¿Qué? ¿Esa estupidez le regalaste? ¿Eso es lo primero que se te ocurrió?


—Mira, ríete todo lo que quieras, pero la cosa es que ya solucioné todos los problemas. —Todos no. Ahora, aparte de construir la máquina para el evento, también tienes que construir una máquina para enfrentarte a Reimu. —¿Y qué? Puedo con ello. Puedo hacer todas las máquinas que quiera. —Como digas. Pero después no vengas arrastrándote a pedirme ayuda — se burló nuevamente Nitori. Se levantó una brisa fresca. A Rika le dio frío en las manos. Y como no había traído sus guantes, hizo lo único que podía hacer para calentarse las manos: las metió en los bolsillos del abrigo. Pero al introducir las manos se sorprendió. Dentro de uno de los bolsillos había una hoja de papel doblada. «Qué raro. No recuerdo haber puesto este papel en el bolsillo» pensó Rika. Tomó el papel, lo desdobló y lo leyó. La hoja decía lo siguiente:

«Ven a verme mañana al mediodía, en la casa de té de la aldea. Te ayudaremos a construir el tanque definitivo».

Sanae

Pero ¿qué rayos era eso? ¿La miko del santuario Moriya quería ayudar a Rika a construir el tanque? De a poco comenzó a entender lo que pasaba. Sanae había observado toda la escena entre Rika y Reimu. Y cuando volvió, fingió tropezarse, y le colocó la nota en el bolsillo del abrigo. Pensó en decírselo a Nitori, pero al final se calló. Lo guardaría en secreto por ahora. Los kappa iban a menudo al santuario Moriya, y no sería bueno que se enteraran de que la miko del santuario la estaba ayudando.


De todas formas tenía la opción de declinar la invitación. Pero en el fondo de su corazón sabía que no lo haría. Todos esos años había evitado ir a la fiesta de navidad del santuario Hakurei, por temor a Reimu. Pero gracias a Nitori, pudo ir a la fiesta y resolver el problema que tenía con la miko. Y no solo eso. Ahora Rika volvería a construir tanques. Sentía un fuego ardiendo dentro de su corazón. Y como si fuera poco, la miko del santuario Moriya la iba a ayudar. ¡Eso era un milagro! Y Rika lo único que tuvo que hacer fue ir a la fiesta de navidad. No había un regalo de navidad mejor que ese. Y por primera vez en mucho tiempo, Rika experimentó la alegría y la emoción que sienten las personas que, llegado el momento del brindis, alzan las copas y brindan al grito de ¡Feliz Navidad!


El Rebato de una Navidad Autor: Green Spell 31 de diciembre del 2015. Opacado por mi familia, la navidad era una época que no deseaba pero tampoco odiaba. El hecho de celebrar una festividad de por si no se adjuntaba al sentido de la felicidad. Haciendo caso omiso de aquella fiesta me dirigí a mi cuarto para calmar mis pensamientos con un poco de música, por supuesto, esta era principalmente el tema de Fujiwara no Mokou; mujer que se hizo con ambos, el elixir Hourai y el poder de una bestia mitológica más que nada conocida como el fénix. El hecho de estudiar su historia dejó un mundo de curiosidades impuesto entre mis ideas dándome ganas de aprender más y más. A pesar de tener esa afición a un personaje ficticio yo era una persona totalmente común que vivía su vida inundado en problemas personales, pensando en utopías inservibles y observando cada detalle que conformaba mi habitación, las paredes denotaban un rojo claro que no molestaba mis pupilas; junto a mi cama se encontraba mi vieja computadora, llevaba conmigo más o menos unos 10 años pero al pasar el tiempo le fui haciendo arreglos, sino, podría fácilmente dañarse sin importar qué, no todas las cosas preciadas duran para siempre. Procedí a echarme en mi cama y encender mi celular para poder escuchar la música que tanto anhelaba, tomé mis audífonos y cada uno fue incrustado en ambos oídos para así poder desatenderme del ruido y pasar a otra etapa más flemática. Inmortal Smoke, aquél tema musical estaba sonando, el que me traía nostalgias pasadas y buenos momentos, el que hacía que mis sentidos se desviaran a otra parte y por ende, que acabara siendo llevado al mundo de los sueños. Anteriormente ayudé a hacer todos los preparativos y a preparar la cena de año nuevo, siendo este pollo al horno acompañado por una ensalada de gallina y el suficiente arroz para toda la mesa. Debido a todo este trabajo mi mente estuvo al límite y a pesar de querer concentrarse en percibir los sonidos musicales, caí rendido y comencé con lo que será la travesía y el mejor regalo que se me dio a fines de este año.


Desperté al lado de un organismo desconocido, me susurraba un par de palabras que parecían brindarme una sensación irreconocible, estaba despistado y no sabía en cuál lugar me encontraba, lo más raro es que todos mis sentidos estaban activos y mi cerebro generaba los impulsos eléctricos necesarios para activar esa herramienta llamada dolor, uno de mis brazos yacía dormido y al enfocarme en el cielo las estrellas más hermosas me saludaban con su brillo. A pesar de que son galaxias muy lejanas no significa que pierdan el significado que nosotros definimos como << belleza >> Al levantarme veo que mi alrededor estaba lleno de bambúes tan altos que ni siquiera dos zancos serían capaces de alcanzar la punta de este. Todo se volvía cada vez más ofuscado, sentía que mi sentido de la dirección estaba siendo moldeado ya que crecieron de una forma un tanto curvada. No era momento de apreciar la hermosa y peligrosa naturaleza, me esforcé lo suficiente para levantarme y sostener mi brazo, al parecer sufrí una caída de unos cuantos metros lo suficiente como para lesionarme el brazo y debilitar mi pierna derecha. Me sentía exhausto pero, ¿cómo era posible? Lo único que recuerdo era el estar escuchando música y cuando caí en un profundo sueño resulta ser que estoy herido en un lugar que tal vez desconozca. O eso era lo que yo pensaba, al poder inspeccionar bien recuerdo que esto es llamado el “Bosque de Bambú” en aquél lugar conocido como Gensokyo. No quiero creer el hecho de que me encuentre habitando un lugar que es ficticio pero las pruebas eran más que suficientes, si esto es verdad entonces estoy en serios problemas, las posibilidades de encontrar a esa persona me serán mínimas y tengo que enfrentar a la amenaza de los Youkai, mi tiempo ya estaba contado. Opté por la opción de darme prisa y buscar al menos un lugar lo suficientemente seguro como para resguardarme de los Youkai, pero para mi sorpresa, no encontré ni una cueva porque al ver al piso, estaba en el mismo lugar donde había caído. El pánico está agitándose dentro de mi y puedo saber que pronto no voy a querer ser capaz de pensar fríamente para sobrevivir, cada segundo era prescindible para presenciar el miedo, todos mis esfuerzos fueron gastados en vano, desafortunadamente. Escucho unos pasos y de inmediato volteando a ver, resulta ser que un feroz Youkai estaba al acecho, desprender mis órganos era su propósito,


hice todo lo posible para correr y esquivar cada tanto sea necesario para así no ser atrapado por sus garras, de pronto mi energía se agotaba tanto como las pilas de mala duración, no estaba formado físicamente para poder correr grandes distancias y menos bajo presión; con el miedo de no morir por el valor de todas las personas a las cuales amo y todavía quiero conversar. Decidí armarme el valor para enfrentar a tal atrocidad, comencé enganchando un puño directo a su cara pero fue ágil y lo evadió haciéndolo parecer como si solo estuviera en un práctica, haciendo caso omiso de todos mis esfuerzo comenzó mi pesadilla. El Youkai se cansó del espectáculo y de inmediato se movió de una manera ágil lo suficiente como para engañarme y tumbarme, en ese momento comenzó a arrancarme cada parte del cuerpo lo más feroz posible para así comenzar con su banquete, el dolor que sentía era indescriptible, era tan grande que llego al punto de producirme una pizca de placer, como a todos los masoquistas. Ya al darme cuenta mi alma había salido de mi cuerpo, por un último momento pude notar una presencia que volvió cenizas al Youkai, solo pude recordar que tenía un cabello tan blanco como la luna, estoy seguro de que era ella pero, ya era muy tarde para mi… Desperté de una muerte segura, no sé cuánto tiempo habría pasado desde que yacía difunto pero decían algunas mentes que la muerte es solo un gran sueño que permanece por siempre. El hecho de tener ese sentimiento era imposible para mí pero al parecer se me permitía hablar y ver. Contemplando mi alrededor noto que la atmósfera es tranquila pero con un sentido un tanto lúgubre, partiendo desde un bote se notaba la flagrante agua siendo ondeada por los repentinos cambios que proponía este pequeño bote, lo más importante de este ambiente era la mujer que se encontraba con una gran guadaña rebosando junto con su figura, estaba meciendo el bote con un mínimo esfuerzo mientras recitaba un canto que no era parte de mi conocimiento, el hecho de que me encontrara acá era desconocido pero ni siquiera me di cuenta de que no tenía una forma parecida, estoy seguro de que en ese momento solo era un alma con forma de círculo, he de suponer que ella es la supuesta diosa de la muerte y esto vendría siendo el tan famoso mundo de los muertos,


bastante silencio para lo que era mi imaginación, aunque como dicen, el cerebro además de ser tu amigo también puede ser tu peor enemigo. Estando en el recorrido me tomé el valor de hablar pero lo más raro era que mi dialecto era japonés, ¿cómo es posible? Nunca antes aprendí o tuve clases particulares para aprender un idioma tan querido por comunidades. De todas formas, a pesar de que pensaba en castellano, de mi voz salían palabras japonesas así que no le tomé mucha importancia y disfruté del poco tiempo o momento que me quedaba. Le eché un vistazo a lo que estaba delante de la Shikigami y me di cuenta que llevábamos un tiempo hablando pero no sentí que avanzáramos lo más mínimo, supongo que la lógica del tiempo y el espacio no se rige en estos lugares. Opté por hacerle un par de preguntas y aquella chica me contó cómo funciona todo y por qué hemos tardado tanto, resulta ser que la mitad de mis pensamientos eran correctos, estamos en el mundo de los muertos ahora recorriendo un mar ingente, no obstante, tardaríamos lo necesario en llegar ya que se basa en todas las cosas malas que he hecho en la vida, para mi suerte, solo era un joven de 19 años así que no tengo mucho de que arrepentirme, lo que puedo decir con orgullo es que a pesar de tener una familia con la que no me llevaba del todo bien siempre mantenía mi posición como hijo, logré ser autosuficiente y cumplir las cosas por cuenta propia. Pero como sabrán todavía sigo siendo una persona cándida y joven que todavía le faltaba mucho por vivir así que hubo momentos los cuales no podía tolerar más las cosas y por ende estallé tanto como el volcán que le arrebató la vida a toda Pompeya. No tengo problemas de ira o algo por el estilo pero cuando golpeas algo por mucho tiempo poco a poco irá haciendo efecto. Retomando la triste historia, logré llegar a un lugar llamado Higan, era… difícil de describir, la sensación de tranquilidad invadía todos mis sentidos haciéndome sentir como si quisiera plantar todo mi cuerpo en ese espacio incierto y disfrutar la muerte en este caso, bastante irónico. Unas pocas almas también se encontraban allí así que les pregunté que estaban esperando, si nos quedaríamos en este lugar para siempre o caminaríamos por un lugar el cual nos destine a donde pertenecemos, esto ya llegaba al tema de la fantasía pero era difícil de creer, sin embargo, me contaron que estaban esperando el juicio de los Yama, jueces que deciden el


anatema que tomará cada paciente para seguir viviendo, aunque eso sería romper las barreras de la lógica y de nuevo, lo irónico. Tomó un tiempo hasta que fuera mi turno de decidir a dónde me enviarían, pero al darme cuenta, estaba de nuevo viendo aquel cielo estrellado donde mi defunción hizo acto de presentación, era lo más raro, ¿entonces lo que tuve fue solo un sueño y ahora estoy en la realidad? Es técnicamente imposible y me cuesta creerlo pero de nuevo, las mismas palabras que escuché al comienzo se volvieron a repetir al final, esta vez ella estaba a mi lado, Fujiwara no Mokou me dijo de una manera un poco seca que me terminara de levantar ya que este lugar es más peligroso de lo que yo sabía, aunque claro, no me conoce así que menos sabe que yo estoy al tanto de la situación. Ella, una mujer impasible con los Youkai pero altruista con los humanos, estoy seguro de que tendrá su propia reputación de tantas vidas que ha salvado pero eso no es tema a tocar ahora, me invitó a que la acompañara para dirigirme a la aldea humana que se encontraba a unos cuantos pasos de acá. Terminé dándome cuenta de que la distancia entre los lugares era ínfimo y esperaba que me invitara a su casa ya que en realidad no tengo lugar donde hospedarme y menos dinero como para pagarle a alguien un hotel en este lugar. Fue todo tan apresurado que no tomé en cuenta la situación en la que me encontraba, resultó ver que hace unos días al parecer la noche era interminable y eso también afectaba los sentidos de ambos, Youkai e humanos. Se me había dado la tarea de que contactara con una persona llamada Keine Kamishirasawa de la cual yo desconocía totalmente, es un poco raro que solo sepa de una sola persona y todo lo que ha hecho pero extrañamente solo puedo pensar y recordar eso. Al llegar a la aldea, afortunadamente contacté a la señorita y me hospedó de una buena manera, aunque se sentía raro el hablar con un desconocido al momento ella se mantenía serena, como si toda la peripecia que existiera en el mundo fuera debido a los cambios que brinda la historia. Aportando al menos un grano de arena procedí a quedarme callado y seguir las ordenes de ella, sería de mala educación de mi parte el preguntar cosas innecesarias debido a mi ofuscación en el momento, no sé cuanto tiempo me tome el vivir acá y tampoco si podré volver a casa, aunque eso es lo de menos, pero si me dieran a tomar una decisión


preferiría estar habitando por estos lugares, creo que este es el lugar perfecto para vivir al límite día a día, y sabiendo que lo que está rodeándonos son cosas desconocidas y peligrosas que sin duda comenzarían a cazarnos como conejos. La señorita Keine me avisó que tardará un tiempo en regresar ya que en el exterior de este pueblo han estado ocurriendo cosas extrañas y quiere asegurarse de que todo salga bien, con todos los buenos modales del mundo hice una pequeña reverencia y le mostré mi mejor sonrisa, estaba tan emocionado por el exterior que si mis padres se encontraran conmigo ahorita me prohibirían el salir no importa si se derrumba la casa. Pero la historia no llegaría hasta allí, por supuesto que a escondidas salí de la casa y decidí seguir a la señorita Keine, desde una distancia considerable logré perseguirla aunque ella estaba volando así que mis probabilidades de perderme eran más grandes; ya cuando por fin se detiene empieza a dialogar con un par de chicas que se encontraban en su frente aunque, esta vez era una persona diferente o no… Era la misma persona solo que su forma había dado un giro de 240 grados, cuernos se postraban en su hermosa cabellera y el color de su ropa cambió a un verde pastoril, después de todo ese espectáculo tan brillante lograron comenzar una batalla de… incontables balas que parecían fuegos artificiales creando formas abstractas y patrones complicados, ellas lo esquivaban con facilidad y lograron reclamar la victoria en esa arena de batalla, lastimosamente la señorita Keine perdió y después de eso no siguió batallando más, es raro porque no se sentía incapaz sino que parecía como si estuviera siguiendo algún tipo de regla que se siguiera en este mundo. En fin, gasté todo el oxígeno que pude en correr hacia la casa aunque me delataría lo sudado que estaba pero sería divertido, tal vez hasta ya me haya descubierto solo que ni siquiera yo me di cuenta de ello. Llegó un momento en el cual me tropecé y el cambio fue tan rápido que me levanté mareado, de pronto estaba en mi cama levantado del susto, mi cuerpo por si solo había reaccionado pensando que había muerto así que los impulsos hicieron que no fuera adrede. Sintiéndome decepcionado vi mi teléfono con un par de imágenes, eran fotos de Gensokyo y todas las personas que conocí, hasta el mismo Youkai que supuestamente me había devorado, ¿será que todo fue real pero a la vez no? Me sentí confundido y


emocionado a la vez, anhelaba con todo mi corazón que esos momentos volvieran pero quien sabe cuando volverá a ser. Todavía no era año nuevo así que salí a celebrar con mi familia de una manera un tanto hipócrita pero con recuerdos que tal vez, nunca pueda volver a tener.


Festividad de emociones Autor: Frankplay Hola querido lector. Me gustaría saludarte con un buen apretón de manos y decirte mi nombre, pero mucho me temo que no podrá ser. No soy más que un mero narrador, eso sí, orgulloso de serlo y mi nombre… digamos que no es importante.

Pero lo que sí puedo hacer es contarte una pequeña historia. Puede que sea un reflejo de mi creador. También puede que sea un reflejo tuyo, o tal vez de alguien que conozcas. ¿Quién sabe?

Me gustaría darte más detalles… ¡pero sería hacer trampa! Dicen que la emoción de la vida es descubrir cosas por tu cuenta. Ahora que ya he dicho lo que tenía que decir, empecemos con la historia:

Nos encontramos en la aldea de los humanos. Se acerca la navidad, y por navidad, quiero decir que la piensan celebrar. Hecho poco común en la aldea, en la cual no se celebraban fiestas de otras religiones…

Pero… ¿Quién empezó esto? Pues fue Hata no Kokoro. Tras el incidente que provocó, la gente se fijó en otras religiones y sus fiestas, haciendo que la Navidad estuviera en la mira de la mayoría y que quisieran celebrarla. Hata, que se encuentra en la aldea, no entiende lo que pasa. La gente está contenta, adornando las calles y las tiendas. Se puede notar en el ambiente un carrusel enorme de emociones, las cuales confunden a la youkai. A medida que avanza, se sorprende cada vez más. Hasta que un pequeño copo de nieve se cruza en su campo de visión. Con las manos temblorosas por el frío, lo recoge con cuidado y lo observa detenidamente.


-… Ah,… ¿Está lloviendo? No…, esto… esto es nieve…-

Una pequeña sonrisa se dibujó en la dulce cara de Hata. Era la primera vez que veía nieve. Soltó el copo y vio a una familia caminar juntos de la mano. Un padre, la madre y la hija. La hija preguntó:

-¿Qué es la navidad?-

La pregunta, lamentablemente quedó sin responder. Los padres desconocían la fiesta y sin saber el motivo de la misma, permanecieron en duda mientras se alejaban de Hata, quien decidió volver al templo de Myouren.

Tras el incidente, Hata vivía en el templo bajo el cuidado de Mamizou y de Byakuren. Así podía ir desarrollando sus emociones sin peligro alguno.

Pero antes de que Hata llegara al templo, el discípulo de Bishamonten, Shou Toramaru le preguntó a Byakuren si iban a celebrar la navidad como los aldeanos. La respuesta de Byakuren sorprendió a Shou:

-¿Qué estás diciendo? No podemos celebrar una fiesta pagana en el templo. Como mucho puedes pasarte por la aldea, pero no te dejes influenciar...-

La respuesta fue contundente y brusca. Shou permaneció de pie, desilusionada. Tenía ganas de conocer esta costumbre “pagana”. Pero su desilusión duraría poco. Mamizou y Hata entraron en la sala donde se encontraban Byakuren y Shou.


Mamizou le había explicado los orígenes de la Navidad a Hata. Y como no, la había dado un pequeño discurso para motivarla a celebrar dicha fiesta. Hata habló, pero no hablaba con su monótona voz. En vez de eso, parecía ilusionada:

-B-Byakuren-san… ¡Navidad! ¡Hay que celebrarla!-

Shou se giró y cuando iba a responder…

-Me temo que n- Fue interrumpida por Byakuren, quien dijo algo que la sorprendió muchísimo:

-¡Claro! Hay que ser abiertos de mentes con las demás religiones e intentar conocerlas para ampliar el conocimiento.- Por supuesto, la reacción de Shou estuvo acorde al repentino cambio de mentalidad de la budista:

-¿¡EHHHHHHHHHHHHH!?-

Este cambio de opinión es sencillo de explicar, al oír a Hata que quería celebrar la Navidad, Byakuren se planteó un nuevo objetivo: cumplir con el deseo de Hata para que desarrolle emociones más fuertes y que su estancia en el templo aumentara. Con ello lograría crear celos en Toyosatomimi no Miko, quien quería recuperar a Hata no Kokoro.

Como no, el templo Myouren no tardó en llenarse de adornos navideños.


Los días pasaron y el día de la celebración llegó. Los residentes del templo Myouren visitaron la aldea. Todos se sorprendieron al ver la alegría que había en el sitio y lo bonito que estaba decorado.

Al llegar a la plaza, se encontraron con Toyosatomimi no Miko. La budista y la santa se saludaron y comenzaron con sus “elocuentes charlas” en las que soltaban palabras como puñales. Hata aprovechó para escabullirse y así no ver como unas viejas glorias se peleaban mientras fingían una sonrisa.

Mientras caminaba y se alejaba de la escena, vio a cierta hada cargar con una enorme bolsa. Se acercó y preguntó.

-… Hola… ¿Qué haces?-

La pequeña hada se presentó con muchas ganas.

-¡Jeje! Soy Cirno, ¡la hada más fuerte que existe! Parece ser que Papá Noel perdió sus regalos. ¡Pero no te preocupes! Esta difícil tarea no supone ningún esfuerzo para mí.-

Hata se presentó y permaneció mirándola durante unos segundos. Tras pensar sobre lo que acababa de oír, dijo:

-No puedes con el saco tu sola, te ayudaré.


Cirno aceptó encantada la ayuda, ya que en el fondo sabía que tenía razón. Había muchos regalos para repartir y poco tiempo. El sol estaba ocultándose en el horizonte, por lo que empezaron a distribuir los regalos, colándose por las ventanas de las casas, con cuidado de no ser vistas.

Después de terminar con la tercera casa, se encontraban exhaustas. Cada regalo tenía escrito en una etiqueta la casa a donde estaba destinado y como tenían que buscar cada casa, el proceso era largo y tedioso. Ya era de noche y las dos comenzaron a desesperarse.

Decidieron descansar un poco en el centro de la aldea. Ahora se encontraba desierta ya que todos estaban en sus casas, pasando el tiempo con sus familiares. La fatiga y el frío hicieron que Hata quisiera rendirse:

-…Creo que no lo vamos a lograr…

Pero antes de que perdieran la esperanza, una ráfaga de viento las envolvió, haciendo que cerraran los ojos por unos momentos. Tras abrirlos, la bolsa que contenía los regalos, había desaparecido. Cirno y Hata miraron al cielo y se sorprendieron al ver un trineo que volaba y que estaba siendo guiado por una persona vestida de rojo y blanco. Como se encontraba lejos, no pudieron verle el rostro, pero sí pudieron escucharle:

-¡Jo, jo, jo! ¡Feliz Navidad!

Las dos supieron quién era. Se tranquilizaron y se despidieron. Cada una volvió a su casa para celebrar esta fiesta con sus seres queridos, quienes estaban preocupados por su regreso. Hata volvió al templo y Cirno se reunió con Daiyousei, Rumia, y con el resto de sus amigas.


Hata se encontraba muy contenta. Durante su estancia en la aldea había experimentado muchas emociones y Cirno… bueno. Digamos que su pequeño cerebro aprendió algo de todo esto.

Pero aún no termina esta historia… Papá Noel cumplió con su cometido. Repartió todos los regalos y volvió a su casa. Pero no se dirigió al polo norte… ¡Se dirigió a la luna! Una vez allí, Papá Noel dejó su trineo en una casa que había en el “mar de la tranquilidad”. Al entrar, se encontró con que un conocido le había hecho una visita:

-Hola Clownpiece, ¡Espera! ¿Qué haces vestida así?-

Clownpiece se quitó la barba postiza que llevaba y el traje de Papá Noel y respondió a su invitada, Hecatia Lapislazuli:

-Estaba trabajando, ¡Junko me ha contratado! Es un trabajo bastante divertido.

Hecatia permaneció en silencio. Le costaba asimilar lo que estaba pasando. ¿Papá Noel era Clownpiece? ¿Desde cuándo? ¿Cómo ha sucedido esto? Tras hacer una lista de preguntas para Junko, se pusieron a conversar y, como no, a celebrar la Navidad.

-FIN-


Unas palabras del autor:

Hola, soy Francisco Javier Carrasco Blau, mejor conocido como “Frankplay”. Me gustaría dar las gracias a los moderadores del foro por seguir haciendo eventos. Intentaré pasarme más por el foro en adelante (¡Lo prometo!).

La razón de que haga esta pequeña sección es simplemente la de añadir algo de texto. Tenía otra idea en mente para escribir, pero era bastante más larga que esta y habría superado el límite de las 10 hojas. Además, uno de los objetivos del concurso era la de incluir personajes raros, así que decidí empezar de nuevo con una nueva historia, que terminó siendo la que acabas de leer.

Decidí que Hata no Kokoro sería un buen personaje con el que empezar y que Hecatia y Clownpiece tenían que salir. Al final se me ocurrió incluirlas en un final revelador. Otra cosa de la que me gustaría hablar es de la “elocuente charla” entre Byakuren y Toyosatomimi no Miko. Siempre que se reúne mi familia siempre hay alguna pelea, pero al final la solucionan. Supongo que en todas las familias pasa.

Mientras escribí el fanfic, me preocupé bastante por hacerlo rápido. Justo lo he terminado el viernes, antes de ir a visitar a unos familiares. El caso es que el finde no iba a estar en ningún PC, por lo que o lo terminaba antes o no tendría relato para el concurso.

En fin, veo que me estoy enrollando bastante. ¡Espero que todos paséis una feliz Navidad y un próspero año nuevo!


Presentes Criogenizados. Autor: Palantire Gensokyo tenía un aumento exponencial respecto a elementos que traía del mundo exterior, debido principalmente a incidentes recientes, y su población se encontraba maravillada con todo lo que llegaba, pero existe algo que aman todas las criaturas a lo largo y lo ancho de Gensokyo, bueno al menos la mayoría, y eran las festividades, y una muy curiosa acaba de llegar a oídos de todos, recién importada del mundo exterior, y como ventisca de invierno esta festividad se propago con una velocidad impresionante, muchos curiosos le hacían propaganda y muchos tenían el día de su celebración bastante clara. El otoño aún no terminaba de empacar, y muchos estaban haciendo planes, entre las criaturas más emocionadas, ajenas a los humanos, eran las hadas. — ¿Acaso no es maravillosa? — Mencionaba la pequeña cabecilla de un grupo de hadas, esté grupo se encontraba encantado con la idea de recibir y regalar juguetes. — Según escuche en los alrededores de la aldea, los juguetes no llegan a Gensokyo por el gordo de rojo, pero es casi obligatorio regalar algo a los seres queridos, también es importante estar con ellos, para comer y beber todos en compañía. — Vaya, que lindo suena, me agrada la idea… ¿Pero de donde vamos a sacar juguetes para nuestros seres queridos? — pregunto tímidamente un hada entre la pequeña multitud que se formaba alrededor de dicho cabecilla. — Bueno eso no es un problema, según dijo…— olvidándolo — bueno según escuche, puedes fabricarlo tú misma o comprarlo — respondía una tercera hada. — ¿Comprarlo? ¿A quién?... —refuto. El debate de las hadas se prolongó por un par de horas, pero muchas estaban dispuestas a trabajar en lo del regalo, se expusieron todo tipo de ideas hasta que se cansaron del tema. A un hada, una poderosa, de fama y resistencia indiscutible, autoproclamada como la más fuerte, le hizo eco


aquello de: “Seres queridos”, se preguntó por qué se demoraba tanto en llegar su ser amado. El viento gélido del invierno se aglomeraba en los alrededores de un túmulo de arena, las nubes negras cargadas de nieve venían del norte atraídas y guiadas por su pastora, recién levantada de un profundo sueño, la tormenta personificada: Letty Whiterock. El malestar del letargo y su estado desorientado la volvían en una curiosa guía para la nieve, pero ella era una existencia curiosa, pues era un fenómeno natural, su objetivo estaba guiado por algo más complejo que un instinto. Pero debido a su recién despertar no estaba enterada de las nuevas. — Que increíble otoño tan largo, me duele el cuerpo de tanto dormir. — Mencionaba fastidiada, guiando con sus brazos las nubes de la tormentas nevadas hacía donde su voluntad lo quisiese. Este malhumor fue el culpable de una espontánea y fuerte nevada, pintando todo de blanco, los animales preparados para el invierno se refugiaron, todos y cada uno de ellos, inclusive los humanos, encendieron los hornos y se abrigaron en todo tipo de abrigos y mantos. Cabe destacar que el panorama era ahora más ideal para celebrar la nueva festividad, todos anhelaban el calor de su bebida, su comida y la compañía de sus cercanos. El ambiente era increíblemente festivo pese al frio, algunos músicos con inusual disciplina habían estudiado la música del festival y otros cantaban las pegajosas canciones, los adornos todos en su lugar, y muchos colocaban velas en faroles de colores que contrastaban fuertemente con el inmaculado blanco del invierno. Este espíritu festivo se propago con fuerza en otros aglomerados de criaturas. En nuestro principal escenario, el bosque mágico, y pese a estar revestido de blanco gracias a la nieve, era mucho más festivo que cualquier otro lugar, la magia colorida de las hadas adornaba todo en un festival de luces incontables, que titilaban en patrones complejos y figuras generalmente representativas de cada hada, simulando a los humanos habían adornados los árboles y sus casas. — No puedo creer lo cálido que esta todo… ¡Es un irrespeto al acogedor frío del invierno! — No puedes olvidarte de nuestra poderosa hada, como


muchos sabréis, ella es un hada de hielo, una que se siente en casa rodeada de blanco y frío, no entendía a sus compañeras, supuestas manifestaciones de la naturaleza ver como obraban en contra de la voluntad de está. — Oh vamos Cirno, tú mejor que nadie eres amiga de la felicidad, la fiesta y los juegos… ¿Por qué te enojas con nosotras? — Una sólida confusión brotaba de sus compañeras, que solo se estaban dejando llevar por la fiebre festiva y no tenían ninguna mala intención. — Esto no le va a gustar nada a ella…— mencionaba incomoda, revoloteando a lo largo de la pequeña fiesta, confundida por lo que sentía, sin mucho que decir y sin ganas de fastidiarle la fiesta a sus amigas se fue a jugar al lago nubloso. El lago, uno de los lugares más fríos de Gensokyo debido a sus poderosas corrientes de viento, ahora se encontraba congelado, revestido de un cristal hasta ahora en formación y perfumado por una densa neblina, una que desenfocada cualquier vista, era un lugar desprovisto de vida y de cualquier tipo de ruido, al menos en su superficie. El paisaje blanco combinado con la densa neblina volvía el lago congelado un peligroso laberinto. Cirno se había incursionado muy adentro de esté volando con calma, con una pequeña caja entre sus manos, sus alas, compuestas de hielo, se movían con dificultad ante el viento, pero su cuerpo se sentía más cómodo que nunca, por fin solo veía blanco a la distancia y su cuerpo estaba a una temperatura muy peligrosa para cualquier ser vivo, aún sentía un pequeño malestar por a ver dejado a todas sus compañeras en la fiesta, pero ahora se estaba animando, el ambiente era ideal para ella y su espíritu se recuperaba con fuerza, así que con una gran sonrisa en su rostro empezó a jugar. Letty, impredecible como una tormenta, término en la aldea humana, no sabía que ocurría, pero todo era muy brillante para sus ojos, y hacían mucho ruido, aunque no podía negar que los aromas de la comida eran realmente llamativos. — Me pregunto que estará ocurriendo… ¿Por qué la gente está cantando? ¿Por qué todos usan esos gorros rojos? ¿Por qué el ambiente tan… inusual? En mi eterna existencia nunca había visto tanta actividad


humana. — se preguntaba por todas estas cosas mientras miraba la aldea volando encima de ella. — Feliz Navidad Letty — menciono una Tengu-periodista detrás de ella, esto por supuesto la asusto. — Casi me matas de un susto Himekaidou…— algo molesta. — Ya te dije que me llamaras Hatate, o si prefieres señorita Hatate. — Mencionaba presuntuosa. — Pero bueno, te estaba esperando para darte las ediciones de este año del Kakashi Spirit News, pasaron muchas cosas interesantes, deberías ponerte al corriente Letty. Verán, Letty duerme la mayor parte del año en una especie de estado de hibernación, así que una vez despierta suele estar muy atenta a las nuevas noticias, así que se volvió un cliente importante para el periódico noprofesional Kakashi Spirit News. Ella frecuentaba a la competencia de esté, el Bunbunmaru, pero debido a la publicidad negativa que dijo dicho periódico en un incidente en el que ella se vio involucrada no lo volvió a frecuentar 1 — Prefiero que me brindes tu última edición, es decir, ¿qué diablos está ocurriendo en la aldea…?— con un ademán de manos hasta que se fijó en algo mencionado — Por cierto ¿qué quisiste decir con “Feliz Navidad”? — Debo irme, pero mi periódico te solucionara todas esas dudas. — inquieta, mientras buscaba algo en un morral que cargaba con ella— mira, te entrego una edición hecha para fin de año con todos los acontecimientos que ocurrieron y la última edición que te solucionara esa duda. — sacando lo dicho del morral para ofrecérselo, y una vez recibido, se despidió para finalmente marcharse con un batido de sus alas. Letty se refugió en su nieve alejada de la aldea, a las orillas del lago donde jugaba Cirno, y se dispuso a leer la última edición del periódico, buscando la palabra “Navidad” en él. Se enteró de algunas cosas, le pareció en primera medida, una fiesta muy curiosa, nunca imagino que semejante festividad surgiera en estas fechas.

1

Cuidado con lo que dicen de sus benefactores…

ñam


Fue en este punto cuando Letty se fijó en el lago y noto a la traviesa hada jugando en él, todo un espectáculo a los ojos de Letty, pues Cirno lanzaba una andanada de proyectiles que brillaban en un opaco azul y luego los congelaba en serie en el aire, luego de que los admirara en su nuevo estado, los destruía, logrando que lloviera un delicado polvo de cristal que brillaba tenuemente. Cirno, divertida por su creación, reía juguetonamente mientras volaba tratando de atrapar los destellos, hasta que escucho un seco aplauso, que luego se repitió. Cirno al reaccionar por ello y ver a Letty, fue poseída por una felicidad indescriptible, una sonrisa la representaba y a todo pulmón grito: — ¡Letty, Letty! ¡¿Por qué hasta ahora apareces?!¡Letty, Letty! ¡Te extrañe mucho! — Mientras corría a abrazarla y continuar con su ráfaga de preguntas, llegando incluso a hostigar a Letty, pero está solo sonrió y correspondió el abrazo. — Según esté periódico — exponiendo al Kakashi Spirit New— las hadas están brindando una ostentosa fiesta en el bosque mágico, y hasta donde sé tú eres un hada. — ¿Lo sabes…? — Sorprendida — imagine que en ese lugar no te iba a encontrar. — ¿Eh? ¿Acaso por mí no estás ahí? — ¡Sí! Se supone que la fiesta es para estar con tus seres queridos, y como todo era tan cálido y colorido, pensé que te molestaría. — con un ligero gesto de vergüenza en su rosto. — ¿Seres querido?... En este periódico solo dice que va de regalos y comida está fiesta. — ¡No! Se supone que la Navidad es para compartir con tus seres queridos y brindarles mucho afecto, y los humanos creen que la única forma de hacer eso es con comida y regalos — exclamo casi insultada, pues estaba segura y confiada de su fuente: un cuento de navidad.


— ¿Cómo se puede ser tan tierna y molesta al mismo tiempo? — Dijo con irónica frialdad, frialdad que parecía lógica teniendo en cuenta quien está hablando. Por suerte, Cirno filtro el resto de lo que dijo Letty y solo escucho “Tierna” — ¿Acaso yo soy tu ser más querido? ¡Oh es cierto! Mira yo te tengo un regalo. — exponiendo una cajita azul de moño verde. Letty quedo doblemente confundida, primero por la pregunta y luego por el regalo. “¿Mi ser más querido?” se preguntaba. — Oye Cirno e-esto… esto no es necesario. — algo incomoda. — ¿Cómo que no es necesario? ¡Ábrelo! — Revelando su entusiasmo, dejando al descubierto sus infinitas ganas de hacer feliz a su ser amado, la dicha de regalar algo estaba representada en esa eufórica hada, pues lo único que deseaba era ser parte de la felicidad de ella, ¿y qué mejor forma de lograrlo que siendo la causante de ella? Letty, sin mucho entusiasmo abrió el regalo, y al descubrirlo noto que era una esfera de hielo, una perfectamente redonda, y en su interior tenía una flor criogenizada. — Sé que no ves con frecuencia a las flores… — dijo Cirno animada — aunque es la única flor que encontré en esta estación — ahora con timidez — pero no te preocupes nunca se descongelará — hasta donde ella sabía/creía— es que me entere lo del regalo cuando ya no habían flores… ¡Pero para el otro año te congelare para ti todo el verano! Letty estaba en problemas, pues el regalo no había causado ninguna sensación en ella, ni la más mínima pizca de empática, tal vez solo curiosidad por la flor. — ¿Y qué dices? ¿Te gusto? — pregunto ansiosa el hada mientras agitaba con fuerza sus alas. — Supongo…pero no entiendo… ¿Acaso solo quieres demostrarme que tanto me conoces? Esto se trata de ti entonces… ¿No sería mejor algo útil? Aunque esto… supongo que me ayuda a conocer la fauna que no puedo ver, pero no es que me interese Cirno. — como un viento helado y tajante que apaga un fuego en la noche, se esfumo el entusiasmo de Cirno.


— L-lo lamento mucho… c-creo… creo que tienes razón, fue muy tonto de mi parte — Ahora muy desanimada. — Oye te dije que eso no importa, así que anímate, por favor no me regales nada, es como si fuera un tributo y no me quiero parecer a esas engreídas diosas del otoño, y menos por obligación — ignorando su respuesta, no del todo bienintencionada. — P-pero no es por obligación yo te lo quería regalar… — Pero aquí dice que “se debe regalar”… — recurriendo al periódico — eso no lo entiendo. Cirno no supo que hacer… ahora se sentía torpe, y si la conoces, ella no suele sentirse así. — ¿Por qué no solo pasas tiempo conmigo? Como haces siempre… ¿Recuerdas? Hacemos esto incluso antes de que existiera esta… esta cosa… con tu compañía y emociones que demostrabas, me hacías sentir tu ser querido, no con tu… emm tributo. — menciono con mucha torpeza Letty, tratando de curan el malestar que había causado en Cirno. — No tenías que despreciar de esa forma a mi flor… — dijo ahora con fuerza combativa. — Claro que sí, si no lo decía de esa forma me ibas a regalar algo todos los años, y no me interesa que tengas un compromiso conmigo. — Ahora recurriendo a un motivo, algo desesperado si me preguntan, pero tranquilos no me quitare de mi papel de narrador — nosotras no somos humanos, no estamos atadas por un compromiso social o un don… — Eres una solo una grosera — sacando la lengua, para luego sonreír delicadamente — … pero creo que entiendo. — ¿Por qué no vamos a comer algo? ¿Qué dices? Cirno afirmo con la cabeza ahora mucho más animada gracias a la idea, una pequeña nevada las acompaño, mientras


con cariño conversaban mientras se perdían en el bosque, en sus propia celebración… aunque no precisamente de Navidad. — ¿Oye y acaso van a ver fuegos artificiales como en año nuevo…? Tengo que admitir que por muy cálidos y coloridos que sean, me gustan bastante.


Una navidad inesperada. Autor: Gensokyotraveler -¡Ey! ¿Qué cenarás en navidad? ¿Pavo? ¿Yakitori? -No sé, aún no lo decidimos, tal vez KFC. -Estamos planeando ir a visitar a mis abuelos a Aomori. -Hombre, eso queda lejos... Blah, blah, blah, puras palabras molestas de gente molesta y aburrida; tropel de bobos, no piensan en otra cosa más que divertirse, llenarse de pavo como cerdos y... bueno hacen mucho ruido, no puedo hacer el “viaje” en un lugar como este. Me encuentro en la escuela y ya estamos a unos días de salir de vacaciones, precisamente hoy es 24 de diciembre y como era lógico muchos empiezan a platicar acerca de la cena navideña; gente tonta, mortales como ellos no tienen mejores cosas que hacer, maestros síquicos como yo tenemos otras ocupaciones más importantes... -Usami-san. ¿Qué sucede? Parece que alguien me habla. -Usami-san. -¿Ah, sí? ¿Qué deseas? Es una de mis compañeras de la butaca de a lado, vaya que molesta es, ¿Qué quiere ahora? -Este ¿Qué planes tienes para navidad? ¿Planes? Vaya pregunta. -Pues no tengo ninguno –le respondo sin interés -¿Ninguno? –pregunta un poco sorprendida. -No, ninguno, no tengo planeado nada.


-Oh, es algo... triste. -No puedo hacer nada al respecto, mi papá está de viaje de negocios y mi mamá trabaja por las noches. -Que mal... oye ¿y si vienes a la cena navideña en mi casa? -¿En tu casa? -Sí, tendremos pastel, mi tío que es cocinero hará un sabroso pavo y... Ir a la casa de alguien en esa fecha, bueno es verdad que estaré sola en esa noche pero. -No gracias –respondo firmemente. -¿No? -En lo absoluto –adoro decir esa frase- no me importa pasar la noche sola, además ¡la navidad es una festividad cristiana! ¿Acaso no eres japonesa auténtica? -¿Eh? –dice confundida, vaya que mi poder del habla deja atontadas a las personas como ella. -Como te dije no quiero ir, tengo que ir al baño –dije levantándome. Claro que no quiero ir al baño, sino que me dirijo a un lugar secreto donde puedo dormir a gusto y visitar ese lugar mágico. Mientras camino por el pasillo siento algo extraño que me oprime el pecho, no sé qué será... está bien, sé que es, me siento mal por hablarle a así a mi compañera pero... ¡oh vamos! Basta, fuera de mi cabeza sentimiento molesto, soy una síquica, no debo tener flaquezas, oh eso quisiera decir. Después de caminar por un pasillo llegó hasta el final del mismo y encuentro el cuarto que busco; un oscuro almacén que antes era un salón de clases. Me dirijo a un rincón y ¡aquí sigue! Es una colchoneta pequeña que a pesar de ser vieja es más cómoda que dormir en el suelo. Preparo mi camita, me acuesto en ella, dejo mi sombrero a un lado y...


Ahora estoy caminando otra vez pero en un camino de tierra rodeado de árboles, escucho el canto de los pájaros. Ah, respiro hondo para absorber todo ese rico aire limpio no hay otro lugar como este. Más adelante veo a una niña con un lindo vestido, flota –o vuela- encima de un montón de flores, en su espalda tiene dos alas de mariposa pero transparentes y sostiene en sus manos un girasol. -¡Hola pequeña hada! –la saludo afablemente. La criatura me ve un poco sorprendida y sale volando despavorida, vaya que son seres muy tontos, aunque creo que esa hada de hielo las sobre pasa un poco. Venir a Gensokyo siempre es muy agradable para mí, ¡no hay otro lugar como este! Aquí me alejo de mis aburridos compañeros de clase, de mi aburrido mundo donde todos están viciados en sus celulares viendo cualquier bobera y se olvidan de hablar con sus semejantes, también me alejo de unos padres inconstantes que nunca están, aquí olvido mi soledad... ¡Dije que basta con esos sentimientos! Bien, estoy cerca de la Aldea Humana, veré que hay de nuevo.

Como siempre hay mucha gente a pesar de ser un lugar pequeño, y aunque viven en un mundo muy peligroso –por los youkais- se ve que son felices; se ayudan entre sí, tienen trabajos y lo más importante, siempre caminan viendo hacia adelante, ninguno tiene la vista fija en su teléfono celular revisando sus chats o sus “e-mails”, no son indiferentes al mundo que los rodea y de las personas, aquí ellos son libres del yugo de la modernidad del mundo exterior... por eso me encanta Gensokyo. A pesar de que la aldea es un lugar seguro para los humanos, hay algunos youkais que vienen aquí, ya sea para hacer negocios o pasar el tiempo. Yo conozco a algunos de ellos pero en este momento no los veo... esperen un momento, de repente escuché una voz que me resulta tan familiar, ¡no puede ser, es ella!


Hablando con la maestra de la escuela se encuentra una mujer; de un largo cabello blanco, camisa del mismo color, pantalones rojos y botas; ay que mi corazoncito se emocionó mucho, es... ¿cómo se llamaba? Uf no recuerdo. Al parecer nota mi presencia y voltea a verme. -Oh, eres tú, Sumireko –me dice saludándome. ¡No puede ser, me reconoció! -¡Ho, ho, hola! –alcanzó a balbucear un saludo. -Así que de nuevo durmiendo en clases ¿eh? No es bueno dormir tanto ¿sabes? No eres una youkai La primera vez que la vi fue cuando salió al mundo exterior –mi mundo- y peleamos hasta más no dar, ella era muy fuerte, sus ataques me dejaban muy exhausta, además que era difícil esquivarlos. - Y ¿ya te estas acostumbrando a Gensokyo? -¿Eh? Sí, claro, no es tan peligroso como me han contado he, he. -Bueno, eso es porque no lo has experimentado como se debe, pasea por el Bosque de la Magia en la noche y descubrirás que tan peligroso puede ser. -Si claro, pero parece que el tiempo de Gensokyo y mi mundo corren de forma paralela así que cuando es de noche allá afuera también lo es aquí, así que muchas de las personas con quienes suelo hablar pues están dormidas. -Oh ¿y qué haces en la noche entonces? -Pues, no sé, me quedo en mi “cabeza”. -¿En tu cabeza? –pregunta ella muy confundida. -Sí, es algo difícil de explicar. Y así las dos paseamos por la aldea platicando de diferentes cosas, de cómo es la vida en Gensokyo, los incidentes que han sucedido antes de


que yo llegara y demás cosas, hasta que ella tocó el punto que tanto quería evadir, por ese entonces estábamos en un pequeño restaurante. -Oh cierto, hoy es 24 de diciembre y según me contaste festejan algo importante hoy ¿verdad? -Sí, la dichosa navidad –respondo sin mucho ánimo. -Cierto, cierto, se ve que ustedes la pasan muy bien celebrando esas cosas. -Ajá sí, claro, MUY divertido ¿Qué tal si hablamos de otra cosa? Intento cambiar de tema pero como se ve no soy muy hábil en esas cosas, ya que ella me mira muy interesada. -¿Tanto te cae mal esa festividad? –me pregunta viéndome como si observara a un niño extraviado. Callo por unos minutos, me remuevo en mi lugar muy ansiosa pero ella me sigue observando preocupada, como una verdadera amiga. -Se supone que la navidad es una festividad familiar, donde debes pasarla bien con los tuyos y ese tipo de cosas pero, ¡como rayos se supone que voy a pasarla bien! Mi madre trabaja esta noche, mi papá está de viaje, así que no tengo con quien celebrar. -Siento mucho escuchar eso –me dice lamentándose- no sé qué tan importante es esa fecha para los humanos del exterior pero algo me dice que te has de sentir muy sola. -¿Yo, sola? ¡Imposible! –le contesto sin dudarlo- soy una síquica, gente como yo no se siente sola en ningún momento, es más tu eres una inmortal y jamás te has sentido sola. -Eso es lo que tú crees –me responde mirándome fijamente- ¿acaso crees que me gusto ver morir a mi familia mientras yo me mantenía joven y eterna? Su respuesta me deja sorprendida.


-¿Y cómo es que aún soportas la inmortalidad si sabes que todos a tu alrededor mueren inevitablemente? Se queda callada unos momentos y observa hacia un punto cualquiera, ¿le habré preguntado algo incómodo? -Tal vez porque ya acepté esta condición – me responde segundos después- sé que soy inmortal y que los que están a mi alrededor no, pero disfruto el tiempo que paso junto a ellos y cuando llegue el día que ellos me digan adiós, ya estaré preparada para ese momento; agradezco los recuerdos que me dejan y los guardo en lo profundo de mi corazón, pero tú no eres así, no estás preparada para la soledad, aún tienes mucho por vivir y ¿acaso deseas vivir tu vida sola, sin nadie a tu lado? ¿Alardeas tanto de tus poderes y consideras a los demás indignos de ti que poco a poco las personas se alejan de tu presencia? Dime Sumireko-chan ¿en verdad te agrada la soledad? Sus palabras fueron como una bofetada con guante blanco, había dado en mi punto débil, a pesar de lo tanto que me autonombraba “Maestra síquica” y que veía a los demás como inferiores, muy en mi interior sabía que yo deseaba lo contrario, deseaba compañía, deseaba amigos. Pero yo alejaba a esas personas por mi estupidez, gente que tal vez me encontraría interesante pero que mejor preferían evitarme. -Pero, las tengo a ustedes –digo intentando dar una réplica a su comentario. -¿Ustedes? -Sí, Reimu, Marisa, Sukuna, tú y otras personas muy interesantes. -Sí, pero sólo nos ves poco tiempo y arriesgando tu salud –por lo de dormir fuera de horario- y recuerda algo, tu perteneces al exterior, no eres una habitante de Gensokyo, es mejor para ti tener amigos reales que nosotras. -¿Amigos reales? –pregunto sorprendida. -Sí, mira... oh -¿Qué?


Ella no me responde pero señala mi mano, está empezando a desaparecer; no solo mi mano, también mi brazo y momentos después todo mi cuerpo. Eso significa que es hora de irme, hasta luego Gensokyo, hasta luego Mokou, ya recordé su nombre. Entonces despierto, me levanto perezosamente y entonces noto la luz que entra por una ventana, me doy cuenta que ya es algo tarde. Regreso a mi salón y lo encuentro casi vacío, solo unos pocos estudiantes siguen ahí, tomo mi mochila y me dirijo a casa. Ya en la calle me asfixia la enorme cantidad de gente que hay, es como ver hormigas en tamaño natural que se mueven por todas partes y como siempre todos ellos mirando sus celulares, moviendo sus dedos en las pantallas viendo quien sabe que, yo también estoy viendo hacia abajo pero observo la nieve del suelo, veo las marcas de pasos que dejan los demás, rayos me siento deprimida... ¡auch! Choqué con alguien. -Disculpe señor –digo muy apenada. -No te preocupes –me responde afablemente- feliz navidad. -Igualmente señor. Y los dos nos vamos por nuestros propios caminos, aunque fue por unos minutos noté su aspecto algo interesante, era delgado con lentes y usaba una gorra verde ¿lo habré visto en algún lugar? Mientras camino recuerdo las palabras de mi amiga Mokou, y tiene razón, odio la soledad, odio pasar la mayor parte de los días feriados yo sola, a veces maldigo a mis padres por dejarme así, ¿acaso no pueden dedicarse a otra cosa y pasar más tiempo en casa? Pero hay cosas que están fuera de mi alcance y solamente me queda lidiar con ello; ugh, me estoy acercando a una pareja de novios que se besan ¡odio la navidad! Ya en la noche me dispongo a comer mi cena “navideña”, un poco de jugo de uva –simulando al vino- y unas piezas de pollo frito al estilo Americano. Mientras ceno recibo un mensaje en mi celular, reviso de quien es; es de mi mamá.


“¡Hola tesoro! Disculpa que te deje sola pero la compañía tiene un pedido muy grande, cuando me den mis vacaciones me aseguraré de pasarla bien juntas, te quiere mamá” Le respondo: “Bien, nos vemos” Y borro el mensaje, a estas alturas me da igual lo que mis padres me digan por mensaje. Acabada mi cena me lavo los dientes, me baño y cuando me aseguro que todas las puertas y ventanas están cerradas me voy a dormir. Antes de cerrar los ojos noto el silencio que me rodea, roto por alguna sirena de patrulla lejana o el ladrido de un perro, como siempre dejo que la soledad me arrulle y cierros los ojos, buenas noches. Me despierto, un insistente sonido proveniente de algún lugar me roba el sueño ¿Qué será esta vez? Me pongo mis lentes y enciendo la lámpara de mano, pero cuando alumbro mi cuarto no veo nada, pero de nuevo escucho ese sonido, después se escucha un golpe muy fuerte, esta vez en el techo. Miro hacia arriba muy espantada ¿será algún ladrón? Segundos después se escucha el sonido repetitivo de antes, es como el repiqueteo de unas campanas y una risa. -¡Ho, ho, ho! Espera un momento... ¿qué? -¡Ho, ho, ho! –la misma risa acompañada del repiqueteo. ¡Esto no es posible! ¡No! estoy soñando de seguro, pero algo me dice que no, estoy despierta y lo que escucho es normal, de nuevo esa risa y las campanillas, me están fregando la vida, esto no es cierto... -¡Ho, ho, AH! Escucho un grito y el sonido de alguien rodando por una escalera; afuera de mi cuarto hay una puerta que da a una escalera que conduce a la azotea, pero el último escalón esta suelto ya que no nos hemos preocupado por repararlo, y si alguien que no conoce esa pequeña trampa quiere bajar pues el resultado es desastroso.


Por unos momentos hay silencio pero después alguien emite unos quejidos de dolor acompañados por unas groserías y la puerta de mi cuarto se abre, por el entra un extraño personaje: en la cara tiene una larga y blanca barba postiza, pero a su vez su cabello es tan largo que le llega a los talones, en la cabeza tiene el clásico gorro navideño pero debajo se ve un moño blanco, la camisa es blanca y trae pantalones rojos con amuletos, por último calza unas grandes botas marrones. Este personaje esta encorvado con la mano en la espalda, aunque le alumbro la cara no lo nota ya que sus ojos están cerrados y muestra una mueca de dolor. - ¿Estás bien? –pregunto sorprendida y a la vez confundida. El personaje me ve pero no responde más que cerrando la mano y dejando el dedo índice visible, como dando a entender que espere, entonces de un salto se endereza por la fuerza, provocando que las vértebras de su columna herida se reacomoden permitiéndole estar erguido, pero el sonido de los huesos crujiendo es tan fuerte que me llevo mi mano a mi propia espalda como si yo lo hubiera sentido ¡debió ser doloroso! -¡Ho, ho, ho! –exclama alegremente- ¡felices fiestas jovencita! ¡Yo soy Santa Krampus! -¡Es Santa Claus! –susurra una voz en algún lugar de mi cuarto. -¡Santa Claus! –corrige inmediatamente “Santa Claus” -¿Qué fue eso? –pregunto todavía más confundida. -He venido de muy lejos para traerte regalos por haber sido una buena niña. -Claro, sin contar que casi destruye la Tierra por activar la esfera de la capital Lunar –dice la misma voz misteriosa. Santa Claus hace un gesto como de dar un golpe en el aire, pero al mismo tiempo aparece otro personaje, parece una niña de cabello corto y rubio, con un vestido blanco y rojo, en su espalda tiene unas alas transparentes.


-¡Oye eso duele! –se queja el personaje. -Como te decía –continuó hablando Santa- te traje regalos por ser una buena chica, así que ¡ten! Se acerca y me da una botella de sake. -Gracias Santa –digo tomando la botella-, pero, los menores de edad no pueden tomar alcohol. -¿Ah no? -No, por ley no puedo tomar licores. -Ah bueno, espera te traje... Santa sale de mi cuarto y trae consigo una enorme bolsa, vaya ahora me siento muy emocionada ¿Qué me traerá Santa Mokou? Porque es ella en realidad. Deja caer su bolsa muy ruidosamente en el suelo y empieza a rebuscar en ella, pero por más que mueve y remueve parece que no encuentra nada. -Pero que rayos, donde está... estoy segura que lo metí por aquí... ¿Dónde está el pollo asado? -¿Pollo asado? –preguntó confundida. -¡Ho, ho! Si pequeña, es que de dónde vengo no hay pavos, pero si pollos muy jugosos, pero ¡Hey hadas! ¿Dónde está el pollo? Entonces entran al cuarto otros dos personajes, una niña con vestido blanco y gorrita del mismo color, de pelo rubio con bucles, la otra tiene cabello castaño oscuro y vestido azul. Noto que tienen algo en las manos y al mismo tiempo están comiendo de eso. -¡hmmm! Delicioso –dice el hada del gorro blanco. -¡Rico! –secunda su compañera. -¡Luna, Star, no coman sin mí! –repite la otra hada. -¿¡Se están comiendo el pollo!? –exclamó Santa muy enojada.


-No pudimos evitarlo, teníamos mucha hambre –responde con la boca llena una de las hadas. De pronto Santa Mokou deja caer los brazos como dándose por vencida, entonces se jala la barba postiza con mucho coraje y cuando se la arranca sigue con su larga cabellera. -¡Maldición! –grita desconsolada- ¡yo quería que fuera una linda sorpresa navideña! ¡Pero ustedes idiotas tenían que arruinar todo! ¡Ah! Keine tenía razón, no debí confiar en hadas estúpidas. -¡Oye! Y todavía que te hacemos un favor –dice la hada del vestido azul. Santa Mokou no deja de jalarse el cabello por el enojo, las hadas dejaron de comer y al parecer se empiezan a preocupar por haberse comido el pollo, la situación se está haciendo muy embarazosa. -¡Gracias Santa, es la mejor navidad que he tenido! –exclamo de pronto muy emocionada. -¿Qué? -Si Santa Claus, aunque me hubiera gustado comer pollo pero ¡es una agradable sorpresa! Al menos tengo compañía en navidad. Rápidamente recoge su barba postiza y se la acomoda de nuevo. -¡Ho, ho, ho! Claro que si niña, ese es el trabajo de Santa ¡hace felices a los niños buenos! ¡ho, ho, ho! No puedo evitar una risita, la situación es tan ridícula que me causa gracia, pero de la risita paso a una larga y franca carcajada, jamás me había reído tanto, jamás me había sentido tan feliz. -Ah, -tomo un respiro antes de hablar de nuevo- gracias por esta sorpresa Santa Mokou, en verdad te lo agradezco, nunca me había reído así antes. -Bueno, si –dijo arrancándose la barba- tenía que hacer algo después de todo, pero hubiera sido mejor de no ser por estas idiotas, ya verán cuando regresemos a Gensokyo –dijo mientras las observaba con malicia. -¡Esperen un momento! –dice de repente una voz.


Otro nuevo personaje, ¿Quién podrá ser? De repente por la puerta entra lo que parece un tazón volador, entonces la tapa se levanta y aparece una persona muy chiquita ¡es tan linda! Viste un traje tradicional japonés pero con un gorrito navideño. -¡Falto yo! –dice muy exaltada- ¡la mejor ayudante de Santa, Sukuna-sama! -¡Que lindura! –exclamo emocionada- ¡Es tan pequeñita! -¡Ah, es la pervertida de antes! –grita Sukuna espantada- no recuerdo tu nombre pero ¡das miedo! -Ay no seas así ¿puedo jugar contigo? -¿¡Qué!? ¡Ni lo sueñes! -Sukuna... –dice Santa Mokou- acuérdate que me debes un favor. -Pero... -Deja que juegue contigo un rato, no te hará daño, eso creo. -Te lo prometo, por favor –le digo para convencerla. -Ugh, está bien. -¡Yupi! La tomo con cuidado entre mis manos y comienzo a jugar con ella, la acaricio, la meneo y todas esa cosas que le haría a un gatito. -¿Ya acabaste? –me pregunta algo enojada Sukuna. -Sí, gracias Sukuna-chan. -¡Ho, ho, ho! Bueno es hora de irnos, ¡nos vamos! -¡Espera Santa Mokou! -¿Qué pasa? -¿Y salimos a pasear un rato? -¿Pasear?


-Sí, solo un rato. -Humm, está bien, ¡vamos, ho, ho, ho! Abro la ventana de mi cuarto y todas salimos volando, nos elevamos muy alto y comenzamos el paseo; las llevo a diferentes lugares, ahora son ellas las que están emocionadas, les asombra ver los edificios tan altos, e incluso se asombran con el enorme árbol de navidad que hay en medio de la plaza principal. Pero minutos después tenemos que regresar, ahora el tiempo de ellas se está acabando, sin demorarnos más emprendemos la vuelta y llegamos a mi casa. -¡Ho, ho, ho! Muy bien jovencita –me dice Santa Mokou-, es hora de irnos, si te portas bien como hasta ahora ten por seguro que regresaremos, ¡ho, ho, ho! Lentamente las tres empiezan a hacerse transparentes, todas sacuden la mano en señal de despedida. -Espera ¿cómo es que supieron la dirección de mí casa? –les pregunto de repente. -La tanuki nos lo dijo ¡nos vemos! ¡ho, ho, ho! –dice Santa Mokou antes de desaparecer. Silencio de nuevo y oscuridad, pero ya no soledad ni tampoco tristeza, solo alegría; las personas menos inesperadas aparecieron para recordarme que no estoy sola, siempre hay alguien que se acuerda de nosotros. Esta experiencia me ha enseñado algo, la amistad; no importa si son habitantes de Gensokyo o de este mundo, cualquiera de ellos puede ser mi amigo si le doy la oportunidad, así que me propongo ser más sociable cuando regrese a la escuela, quiero tener amigos. Tomada esta decisión, me acurruco en mi futón y dejo que el dulce sueño invada mi mente y mi memoria guarde los recuerdos de esta noche, cuando tuve mi navidad inesperada.


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.