Castro Prieto, uno de los mejores representantes de la generación de fotógrafos españoles surgida en los años ochenta, ha rescatado de entre sus fotografías un repertorio de imágenes pertenecientes a distintas series como Extraños, Paisajes imaginarios o Cespedosa. Y como si de una baraja de naipes se tratara, los ha repartido por las paredes de la galería para componer Vanitas, un gabinete de arcanos misteriosos tras el que se intuyen la certeza de la muerte y la fragilidad de la vida, siempre con un cierto toque de ironía y humor con el que parece querer despojar de transcendencia a tan abismales asuntos. Su obra transita por los espacios personales y familiares de su infancia con una mirada autobiográfica con la que explora las huellas latentes de la memoria y subraya los aspectos oníricos y literarios de la vida cotidiana.