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Historia y fundamentos

> El método en la Enfermería Una mirada desde la Historia (siglo XVII) Foto 1. Libro encuadernado en pergamino de escasa calidad

Autor: Manuel Jesús García Martínez Profesor Asociado de la Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud. Universidad de Sevilla. Profesor de la Unidad Docente de Matrona. Hospital Universitario Virgen del Rocío (Sevilla). Director de Híades. Revista de Historia de la Enfermería. Dirección de Contacto: Manuel Jesús García Martínez Escuela Universitaria de Ciencias de la Salud. Avda. Sánchez Pizjuan, s/n. 41009, Sevilla. E-mail: mjgm10@arrakis.es

“Aseguro con toda uerdad que, si ubiera de deçir todo lo que siento y e experimentado en todo el tiempo que e usado el ofiçio de enfermero con enfermeros ignorantes, que se podría haçer un libro de sus desatinos […]”. Simón López, enfermero (año 1668)

Resumen / Abstract The method in nursing. A view based on history

• La Enfermería Moderna se caracteriza por el empleo de una metodología y se fundamenta sobre una sólida base científica, desarrollada fundamen-

(XV century)

talmente durante la segunda mitad el pasado siglo XX. No obstante, ante-

• Modern nursing is characterised by the employment of a methodology

riormente a esa época existían ya en nuestro país testimonios documentales escritos por enfermeros en los que se mostraba un gran interés por una práctica metódica, caracterizada por el rigor en el trabajo y en la en-

during the second half of the XX century. Nevertheless, prior to that time, in our country there already existed documented testimonials written by nurses showing great interest for a methodological practice, characterised

señanza de los futuros enfermeros. En el presente trabajo se muestra uno

by rigorous work and dedicated teaching to the future nursing professio-

de esos textos, concluido a mediados del siglo XVII, en el cual se observa

nals. This paper depicts one of said texts that was finished in the mid XVII

una profunda preocupación por el empleo de un método enfermero y de

century and that showed a deep concern for the employment of a nursing

un trabajo asistencial y docente basado en los conocimientos científicos de la época, intentando con ello establecer diferencias entre el propio trabajo enfermero y el realizado por otros profesionales de la salud. Palabras clave: Historia de la Enfermería; método enfermero; técnicas; procedimientos.

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and is fundamented on a solid scientific base that was largely developed

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method in the delivery of direct healthcare and teaching standards based on the knowledge available at that time, with the intention of establishing the differences between a nurse’s personal way of providing the nursing care as opposed to that of other healthcare professionals. Key words: History of Nursing; nursing method; techniques; procedures.

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Introducción Los cuidados de salud constituyen un campo de investigación cada vez más frecuentado por investigadores procedentes de diversas ramas del saber como la Medicina, la Enfermería, la Antropología o la Historia, entre otras. Centrados en la Enfermería, ese interés creciente queda puesto de manifiesto en la celebración de cursos, jornadas y congresos que abordan de manera monográfica algún aspecto de la metodología enfermera, así como en publicaciones específicas sobre el tema, todo ello con la finalidad central de contemplar la Enfermería como una disciplina autónoma en el conjunto de las profesiones de las Ciencias de la Salud, aspiración largamente deseada como se demuestra cuando echamos una mirada al pasado del quehacer enfermero en nuestro país. En ese sentido, el objetivo del presente trabajo es llevar a cabo una reflexión desde la Historia sobre el método enfermero, entendido éste como el modo de obrar o proceder, de hacer con orden una cosa, en un momento concreto como era la Enfermería del siglo XVII. Obras como Directorio de enfermeros (1), de Simón López, que nos servirá de referente en las páginas que siguen, o Instrucción de enfermeros, escrita por los enfermeros Obregones (2), cuya primera edición data de 1617, entre otras, son fieles exponentes de que en esa época se realizaba una Enfermería metódica, con una exposición ordenada del contenido y una crítica, a veces muy dura, como se verá, hacia aquellos que ejercían el oficio de una manera improcedente o inadecuada. Este trabajo forma parte de una investigación más amplia, realizada conjuntamente con Antonio C. García, sobre el modelo de Enfermería practicado en España en los siglos XVI y XVII, concretamente, el desarrollado por los enfermeros Obregones. Asimismo, constituye el objetivo central de la tesis doctoral que en el Departamento de Antropología Social y Cultural de la Universidad de Sevilla está realizando actualmente el autor. A lo largo del presente trabajo intentaremos dar respuesta a preguntas como: ¿se planteaba el enfermero de esa centuria trabajar, administrar cuidados, con orden y método? ¿eran conscientes los autores de la importancia que para la Enfermería suponía crear una identidad como colectivo y emplear un método a la hora de desarrollar su labor asistencial? Permítannos una incursión en el pasado de nuestra rica historia e introducirnos en las páginas de uno de los textos reseñados anteriormente, Directorio de enfermeros, y que sea el propio autor, el enfermero Simón López, quien nos responda.

Sobre el manuscrito “Directorio de enfermeros” El primer borrador, en palabras de su autor, se concluyó en 1651, “sin corregir ni enmendar”. El que nos ha lle-

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gado, listo para pasar a imprenta, hecho del que no tenemos constancia, está fechado en 1668 e incorpora las censuras y presentaciones correspondientes. Se trata de un texto escrito por Simón López, barbero y posteriormente enfermero con dilatada experiencia, y es fundamental para conocer la Enfermería desarrollada en la España del siglo XVII. El manuscrito tiene la signatura M 259 y pertenece a los fondos de la Biblioteca Universitaria de Salamanca. Estructurado en 565 páginas manuscritas, ocho tratados y 150 capítulos, el autor nos muestra las tareas y funciones que realizaba el enfermero, las técnicas que empleaba y los conocimientos que sobre distintas materias poseía. Es un libro en buen estado de conservación, con unas dimensiones de 210 x 160 mm, en papel y encuadernado en pergamino de escasa calidad (Foto 1). Su organización interna queda conformada por 30 cuadernos de entre cuatro y siete bifolios cada uno (esto es, entre ocho y catorce folios), si bien predomina el cuaderno de cinco bifolios (quinión) y los folios carecen de picado y pautado. El manuscrito posee paginación en la parte superior derecha para los rectos de los folios y en la parte superior izquierda en el caso de los vueltos. Se aprecian bastantes correcciones en la paginación, con tachado de los números originales y la escrituración junto a ellos de otros nuevos. Por la diferencia de color existente entre la tinta del texto y primera paginación y el color de la tinta de los números corregidos y otras alteraciones del texto, se deduce que el manuscrito experimentó retoques posteriores efectuados por la misma mano. El libro posee sistema de cierre a dos cuerdas en forma de lazo en la portada, aunque carece de los broches correspondientes que encajaban en ellas. Está escrito a línea tirada por una sola mano, a excepción de los índices que aparecen en dos columnas, incluyendo correcciones, numeración y reclamos, empleando tres tipos gráficos bien definidos: escritura bastarda española, escritura mixta humanística/bastarda y escritura capital romana. Incluye el libro, junto con la portada (Foto 2), las aprobaciones y pareceres de los doctores en Medicina, Juan de Río Noriega, Juan Lázaro y Geromo Pardo, el prólogo y unos extensos índices ordenados alfabéticamente.

Simón López y su interés por una práctica metódica Varias son las referencias a lo largo de la obra sobre la necesidad de que el enfermero desempeñe su oficio de manera ordenada, es decir, metódicamente. En caso de no hacerlo así, Simón López critica, a veces con acritud no exenta de ingenio, al responsable de administrar los cuidados enfermeros. Un primer ejemplo para poner de manifiesto ese interés del autor es cuando hace alusión a la colocación de un

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«Primeramente, medirá con la mano seis dedos al traués, desde las raíçes de los cabellos de la frente… El defensiuo le pondrá en esta forma: cortando un pedaço de lienço a medida del pelo quitado… Y si preguntare el curioso enfermero, quántas vezes y cómo se ha de refrescar, respondo: que todas las vezes que el dicho lienço estuuiere seco […]» Esta misma metodología la sigue al desarrollar las distintas técnicas y remedios que se recogen en el libro: embrocación, unturas y aplicación de colirio, entre otras (5, 6).

Foto 2. Incluye el libro las aprobaciones y pareceres de los doctores en Medicina

“vejigatorio” o “bexicatorio”, emplasto colocado por el enfermero en la piel del enfermo, elaborado con una sustancia irritante, la cantárida, cuya acción era la de levantar vejigas, tras lo cual se eliminaban los productos tóxicos causantes de la infección. La cantárida es un insecto coleóptero de la familia de los meloidos (lytta vessicatoria), del cual se obtiene la cantaridina, sustancia base de diversos medicamentos con finalidad vesicante o epispástica. Tiene efectos secundarios graves, pues actúa sobre el sistema nervioso, llegando a producir delirio. «[…] Ahora digamos las raçones que ay para haçer esto desta manera y no de otra. De las raçones que ay para administrar estos cáusticos de la manera dicha. E bisto muchas beçes la ignorançia que en esto tienen algunos, que por raçón de su ofiçio debrían saberlo, que me pareçió abrirles los ojos (y aquí no con cáustico) con raçones, para que en fuerça de ellas procuren haçer esto que se ha dicho con el arte y método que pide la Medicina» (3). Al tratarse Directorio de enfermeros de un manual docente (4), el autor, al exponer una determinada técnica, intenta razonar el motivo por el que se emplea la misma, su finalidad y cuáles son los pasos a seguir, de tal manera que el futuro enfermero conozca el fundamento de su trabajo. Esta misma preocupación por seguir una metodología en la enseñanza se encuentra presente en obras editadas anteriormente, como la ya citada Instrucción de enfermeros (2). De esta obra es el siguiente texto, en el que Andrés Fernández, su autor, enfermero Obregón que llegó a ejercer el cargo de Hermano Mayor General de la Congregación en el Hospital General de Madrid en las primeras décadas del siglo XVII, explica en qué consiste la técnica del “defensivo” (paño o lienzo empapado en un líquido determinado y que se aplica a una parte enferma del cuerpo), a la que dedica todo el capítulo primero:

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Continuando con el análisis de la obra Directorio de enfermeros, hemos de decir que el autor, para fundamentar su exposición, recurre no pocas veces a la “Medicina científica” y a su práctica, a la experiencia, o lo que es lo mismo, a las «reglas fundadas en buena Mediçina», que en ese siglo se abría paso dejando atrás la Medicina medieval de carácter eminentemente teórica. Un ejemplo de ello es el siguiente literal: «Ahora digamos algunas reglas fundadas en buena Mediçina y obseruadas de la experiençia y en fabor de los delirantes que, si se guardan, son de grandísima importançia para librarse […]» (7). Como paso previo a la realización de una técnica o procedimiento concreto, Simón López previene al enfermero con una serie de consejos o advertencias: «De las reglas que se han de guardar en haçer todo género de unturas y generalmente en todo género de enfermedades. Dase primero una advertencia para haçer bien las unturas» (8). Una decena de veces aparece en las páginas de Directorio de enfermeros los vocablos “método” y “metódicamente”, siendo un exponente, sin lugar a dudas, de la preocupación del autor, a veces obsesiva, por practicar una Enfermería reglada y metódica. En la propia portada del libro encontramos dos referencias a estos términos, una en el subtítulo y otra en la dedicatoria del autor: «Directorio de Enfermeros… Con la práctica de sauer aplicar las Medicinas que ordenan los Médicos con el mejor arte y Méthodo» «Dedicado a todos los que con Caridad desean haçer este ofiçio Methódicamente» Aparece asimismo en el propio enunciado del primer Tratado, insistiendo en que el enfermero lleve un método adecuado: «Tratado primero. De los casos contingentes, en el qual se incluyen todos quantos géneros de unturas ay y se pueden haçer en todo géneros de enfermedades con el Método que conbiene, según el buen orden de la Medicina» (9).

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El siguiente texto, extraído de una de las aprobaciones de la obra, la del doctor Juan de Río Noriega, médico de la ciudad de Rioseco y catedrático de Anatomía por la Universidad de Salamanca, es sumamente expresivo y podría ser considerado como una declaración de intenciones de Simón López: «El año de 1651, auiendo yo acabado este libro en borrón, supliqué al doctor ariua çitado que, como amigo, se siruiese de berle y çensurarle y mirarle con quidado particular si acaso lo que en él ba escrito es conforme a buenas reglas de Mediçina, para que los enfermeros que asisten a la cura de los enfermos puedan aplicar todos los remedios que mandan los Médicos, con el arte y método que ahí ban escritos» A la petición anterior de nuestro autor, responde en términos laudatorios el Dr. De Río Noriega, persona cualificada en el mundo de la Medicina, destacando la metodología seguida en la obra: «[…] Por ser persona apasionada a sus cosas de Vm. no quiero exagerar lo bien que me a pareçido sus escritos, que otro más presumido no ubiera llegado a igualar lo menos de su doctrina también fundada y con tan excelente Método dispuesta […]» Concluimos este apartado con dos referencias textuales en las que se pone de manifiesto nuevamente el interés del autor por llevar a cabo una práctica metódica. La primera alude a una práctica que hoy día puede parecernos bastante cruel, pues supone el sacrificio de un carnero a pie de cama del enfermo para extraerle los “livianos”, es decir, los pulmones, y colocárselos en la cabeza previamente rapada del paciente delirante, sujetado con un lienzo para que no se caiga, con objeto de que no se perdieran las virtudes terapéuticas, manteniendo el calor que proporcionaba la sangre recién extraída. En la segunda, Simón López resalta la importancia de una correcta dieta (10) para la salud y, sobre todo, en el tratamiento de las enfermedades donde el enfermero juega un papel de capital importancia. En este caso, se hace referencia al régimen que debía llevarse en las calenturas o fiebres denominadas “tercianas dobles”, en las que la administración de determinados alimentos o su restricción podía suponer la curación o empeoramiento del cuadro: «Para poner estos livianos con el Méthodo que se requiere, se ha de traer el carnero a casa y se ha de matar n el aposento del enfermo y, en acabándole de degollar, le abrirá el matador por el pecho, con grande presteza, y le sacará los livianos sólos […]» (11). «Es de tan grande importançia el gobierno en las comidas y demás cosas que se administran y hechas a saçón a todo género de enfermos que, si se hiçiesen con la puntualidad y méthodo devido, no ay duda que pocas enfermedades serían mortales, como dize Galeno, si el

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Médico y el enfermero y enfermo no herrasen, como dexo dicho en el prólogo» (12).

Demostración del método de Simón López con un caso práctico A Florence Nightingale se le reconoce el mérito de ser la iniciadora o fundadora de la moderna Enfermería. Su conocida Teoría del entorno, desarrollada en la década de los 60 del siglo XIX, tiene como base la identificación de cinco componentes principales: ventilación, luz, calor, control de los efluvios y control del ruido, siendo la función enfermera influir sobre esos componentes para que ayuden al enfermo a restaurar su salud (13). Del mismo modo, hoy en día se insiste mucho en la pertinencia de la adopción de un método de trabajo, el Proceso de Atención de Enfermería o proceso enfermero, inicialmente descrito con cuatro fases (valoración, planificación, ejecución y evaluación) por un grupo de profesores de la Escuela de Asistencia Sanitaria de la Universidad Católica de Norteamérica en 1967 (14). Asimismo, Yura y Walsh definen el proceso como “una serie establecida de acciones orientadas hacia el logro del objetivo de la asistencia sanitaria: mantener el nivel óptimo de bienestar del paciente y si dicho nivel decae, proporcionarle la cantidad y calidad de cuidados necesarios para restituirlo. Si no puede lograrse el bienestar del paciente, el proceso de la asistencia sanitaria debe contribuir a proporcionarle una calidad de vida tan elevada como sea posible durante el mayor tiempo posible” (15). Pues bien, aunque podría pensarse que es a partir de la segunda mitad del siglo XIX y más concretamente en el siglo XX, cuando se comienzan a proponer métodos de trabajo sistemáticos y ordenados, del estudio y análisis de obras como Directorio de enfermeros e Instrucción de enfermeros se infiere que ya en el siglo XVII existía ese interés por ejercer una Enfermería racional y metódica, similar a la Medicina científica que comenzaba a abrirse paso, como se ha dicho anteriormente, por esa época. Esa Enfermería suponía desterrar ideas del pasado, “cosas de brujas y viejas”, emplear medidas higiénicas, mantener un entorno agradable y utilizar de un método de trabajo en la práctica diaria enfermera. Para poner de manifiesto la existencia de esa metodología, vamos a introducirnos en las páginas de Directorio de enfermeros y analizar una de las técnicas empleadas frecuentemente en el trabajo enfermero: la “purga” (Foto 3) considerada, junto con la sangría, como uno de los “remedios mayores” de la Medicina. Médicos de la antigüedad, como Hipócrates o Galeno, y posteriormente en la Edad Media, prescribían este remedio con el objetivo de limpiar el vientre y evacuar el intestino

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Foto 3. La “purga” considerada como uno de los “remedios mayores” de la Medicina

mediante la administración de preparados medicinales obtenidos principalmente del reino vegetal y en menor medida, del mineral. En el siglo que nos ocupa, el XVII, la purga continúa siendo ampliamente utilizada.

ñadas y personas delicadas; “purgas de açúcar rosado alexandrino”, para todo tipo de enfermo, entre otras.

Era el enfermero el encargado de administrar correctamente este remedio que debía ser prescrito obligatoriamente por el médico, pudiéndose dar tibia o caliente. A la purga dedica Simón López nada menos que tres capítulos de su obra –133, 134 y 135–, pudiendo ser ello indicativo de la importancia que se le concedía en el conjunto de la terapéutica de la época. Para conocer con más detalle la metodología seguida en Directorio de enfermeros, se va a describir a continuación cada uno de los pasos seguidos por el autor, comprobando con ello la gran semejanza con los procedimientos enfermeros que siguen en la actualidad la mayoría de centros hospitalarios.

En la obra se titula “Cómo se ha de preparar el enfermo el día antes de tomar la purga”, haciendo notar la dieta a seguir, reposo y, en algunos casos, aplicarle una lavativa en función de si ha defecado o no esa tarde.

Prescripción de la técnica por parte del médico. Composición y tipos de purgas Advierte al enfermero que no ha de llevar a cabo ningún remedio importante sin la debida prescripción médica. Una vez prescrita, se detalla la composición de la purga y la forma correcta de administrarse, así como el tipo más idóneo, según se trate de una u otra enfermedad: “purgas minoratiuas”, para fiebres tercianas dobles y sencillas; “purgas çiuales lenitiuas”, para niños, mujeres pre-

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Preparación del enfermo el día previo a la administración de la purga

«[…] Todo enfermo que se hubiere de purgar, el día antes por la tarde reciba una ayuda y çene no más de unos hueuos soruidos y unas borraxas coçidas. Y, si es enfermo que anda leuantado, que se recoxa temprano para haçer lo que se ha dicho […]» (16)

Preparación del enfermo el día de la purga. Preparación del material. Entrevista con el enfermo. Empleo de medidas preventivas para el buen desenlace de la técnica Debía tener en cuenta el enfermero, entre otras cosas, si hacía frío o calor; si debía administrarse caliente o a temperatura ambiente; si el enfermo ha presentado algún problema la noche anterior –vómitos, “cámaras”, “sudor grande”, “fluxo de sangre”–, pues ello sería motivo para suspender la purga. Toda esta información la obtenía mediante preguntas al enfermo, es decir, mediante una entrevista.

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«Lo que ha de preparar el enfermero para dar las purgas. El día que se hubiere de dar la purga al enfermo que hubiere reçetado el Médico, ha de notar el enfermero si es tiempo de frío o de calor, si la ha de tomar como biene de la botica o caliente, si ay nobedad o incombeniente en el enfermo para no se la dar después que la reçetó el Médico. Digo esto porque de la noche a la mañana suelen sobrevenir nuevos acçidentes por donde no se puede dar sin avisar primero al Médico […]» (17). Asimismo, el enfermero debía preparar todo el material necesario y en caso de prescribirse dar la purga caliente, debía prepararla a baño María, explicándose la técnica detalladamente. En cuanto al material a usar, Simón López dice: «Antes de dar la purga, ha de preuenir vinagre blanco, o tinto si no lo hubiere blanco, y un lienço para mojarlo en él, y un palillo para reboluer la purga quando se la ba a dar, y un baso de agua para enjaguarse después de tomada la purga, y una almofía en que lo heche, la qual se quedará a la cabeça de la cama por si la tracare y para haçer juicio de lo que trocó con la purga […]» (18). Llama poderosamente la atención, por su similitud con la Enfermería ejercida en nuestros días, la insistencia del autor por la obtención de datos que pudieran ser útiles para el buen desarrollo de la técnica y evitación de complicaciones. Equivaldría ello, en cierto sentido, a la primera fase del Proceso de Enfermería, la valoración: «Y, assí, el enfermero prudente haga las preguntas siguientes, antes de dársela [la purga]. Si se ha purgado alguna uez, si retiene las purgas que le han dado otras ueces o si las vomita […] y, de las respuestas, sacará el enfermero lo que deue haçer […]» (19). Para prevenir los vómitos, imprescindible para la efectividad de la purga, Simón López aconseja al enfermero una serie de medidas, unas de carácter dietético otras físicas, como la aplicación de una yema de huevo duro envuelta en un lienzo caliente en el “oyo que tenemos debaxo de la nuez del pescuezo”, o la aplicación en el abdomen, a la altura del estómago, de una rebanada caliente de pan tostado remojada en vinagre de vino tinto antes de administrase la purga.

Realización de la técnica. Colocación del enfermo. Medidas para retener la purga La ejecución de la técnica conlleva, en primer lugar, la colocación correcta del paciente y, después, el empleo de las medidas correspondientes para la retención de la purga administrada. «Preuenidas todas las cosas dichas, le dirá el enfermero al enfermo que se siente en la cama y, si es invierno y biexo, que se ponga el jubón, medias y escarpines, porque todo este reparo es menester en este tiempo, como

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io lo e experimentado. Luego, se reboluerá la purga con un palillo y el paño mojado en vinagre le pondrá ençima de la boca del baso, dejando libre la mitad dél para que la tome y para que no huela la purga, que todo es menester para que admitan el orror que causa una purga y, más, si es melindroso; otros no haçen caso destas cosas y la toman sin tantos reparos» (20). Tras la administración de la purga, el enfermo debía enjuagarse la boca con agua o con vino aguado y tomaba, si le apetecía, algunos alimentos, debiendo guardar cama y permanecer algo incorporado. Si presentaba náuseas o “bascas”, se aconsejaba al enfermero aplicar en la nariz del enfermo el paño mojado en vinagre que tenía prevenido, tanto tiempo como durasen las náuseas y se reprendía al enfermero si no lo hacía correctamente: «[…] y el paño mojado en vinagre le tendrá allí çerca para que quando le vinieren bascas le aplique luego a las narices, oliéndole con alguna fuerça para que haga boluer los humos de la purga abajo, no como algunos haçen que desde que toman la purga hasta que obran con ella no quitan el paño de vinagre de las narices, lo qual es ignorancia de enfermeros que sauen poco, fuera de que le puede haçer daño estar oliendo tres o quatro horas el vinagre» (21).

Prevención de complicaciones. Medidas para tratar los posibles efectos secundarios Entre las medidas para retener la purga y conseguir el efecto deseado se recomendaba al enfermero administrar, entre otras, media cucharada de anís o un bocado o dos de membrillo, pero, camuesa, lima dulce o «tres aceitunas sin son sevillanas o seys de las otras […]» (22). Con respecto a si era aconsejable que el paciente durmiera tras la administración de la purga, dice Simón López que hay discrepancia entre los médicos y que se procederá según se prescriba. Es igualmente interesante la serie de medidas que el enfermero debía tomar sobre el entorno del enfermo: • «aposento recogido y abrigado, mayormente si es invierno». • «brasero de lumbre respecto de la capacidad del aposento». • «çerrar puertas y ventanas, dejando alguna luz de ençerado… por la correspondencia del ayre». • «este día prohíben los Médicos todo género de negociaciones y de hablar y divertirse con otros hasta que aya purgado bien, porque todas estas cosas estorban mucho para que purgue». • «este día ni se da salsa en la comida de qualquier género que sea ni se da vino, ni agua fría con nieue […]» (23). Como puede verse, la preocupación del autor por los factores ambientales que puedan afectar al enfermo e influir directa o indirectamente sobre la resolución de

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la enfermedad es grande, traduciéndose esto en las medidas anteriormente reseñadas.

Evaluación de los resultados Según fueren los resultados obtenidos, es decir, si la purga fue o no efectiva, si hubo o no efectos secundarios o complicaciones, el enfermero debía proceder de una u otra forma. Así, si en el plazo recomendado de tres horas el enfermo no evacuaba, el enfermero debía proceder con otra serie de medidas: colocación de paños calientes en el estómago con un intervalo de un cuarto de hora, aconsejarle un paseo, ingesta de caldo de puchero sin grasa, con sal y azúcar y en casos rebeldes, administrarle un clister o lavativa compuesta. Por último, el enfermero debía informar al médico sobre las incidencias acaecidas.

A modo de conclusión En resumen, puede observarse en la obra de Simón López el empleo de una metodología de trabajo, de un método a la hora de ejecutar una determinada técnica y con una serie de pasos o fases perfectamente delimitados. Esta metodología de trabajo impregna todo su contenido de la primera a la última de sus páginas, hallándose tanto a la hora de exponer una técnica, caso de la purga, como cuando se describen las enfermedades o regiones anatómicas del cuerpo, tanto en la función asistencial como en la docente, contemplándose, asimismo, al enfermo en sus aspectos biológicos, psicológicos y sociales, orientándose los cuidados a cubrir sus necesidades en estas tres áreas. También está presente la preocupación por delimitar su campo de

actuación, señalando tareas y funciones específicas que diferencian y singularizan al enfermero del resto de ocupaciones o profesiones sanitarias. Con carácter general, destacaríamos la importancia que tiene el estudio y el análisis de las fuentes históricas para conocer las etapas y la evolución de las profesiones, en nuestro caso de la Enfermería. Sirvan de ejemplo las obras Directorio de enfermeros e Instrucción de enfermeros, ambas redactadas en el siglo XVII, las cuales son mucho más que meros tratados científicos sobre técnicas enfermeras y patologías. Son fundamentalmente descripciones de las experiencias vitales de sus autores, resultado del trabajo realizado durante más de un cuarto de siglo en el ejercicio de la Enfermería. Del análisis de estos textos puede derivarse el conocimiento de cuándo un oficio u ocupación dejan de serlo para convertirse en profesión, además del método empleado en cada época. Las obras docentes mencionadas ponen de manifiesto, entre otras cosas, el empleo de una metodología en el trabajo enfermero, en nuestro país ya en el siglo XVII, primer paso, seguramente para la transformación de oficio a profesión que tuvo lugar en los siglos siguientes.

Agradecimientos A la Biblioteca Universitaria de Salamanca, a su Directora y a su personal, por la amabilidad demostrada al posibilitarnos la reproducción del texto original de Directorio de enfermeros.

BIBLIOGRAFÍA 1. López, Simón (1668): Directorio de Enfermeros y artífiçe de obras de Caridad para curar las enfermedades del cuerpo. Manuscrito Ms 259. Biblioteca Universitaria de Salamanca. Salamanca. 2. Fernández, Andrés (1625): Instrucción de Enfermeros, para aplicar los remedios a todo género de enfermedades, y acudir a muchos accidentes que sobreuienen en ausencia de los Médicos. Imprenta Real. Madrid. Biblioteca Universitaria de Sevilla. Sevilla. 3. Obra citada Directorio de Enfermeros, p. 154, parágrafo nº 125. 4. García Martínez, Manuel J; García Martínez, Antonio C. La enseñanza de la Enfermería en la España del siglo XVII. El manual de Enfermería de Simón López (1668). Cultura de los Cuidados. Revista de Enfermería y Humanidades, nº 3, 1998. Seminario de Historia y Antropología de los Cuidados Enfermeros. Departamento de Enfermería. Universidad de Alicante, pp. 15-23. 5. García Martínez, AC et al. Aproximación a la Enfermería española de los siglos XVI-XVII. Presentación y análisis de la obra “Instrucción de Enfermeros”, de Andrés Fernández, 1625. Consejo General de Enfermería. Madrid, 1993. 6. García Martínez, Manuel J et al. Instrucción de Enfermeros. Ficha Bibliográfica nº 4. Híades. Revista de Historia de la Enfermería, nº 2, 1995. Qalat Chábir. Alcalá de Guadaíra (Sevilla), pp. 91-100. 7. López, Simón (1668): Directorio de Enfermeros y artífiçe de obras de Caridad para curar las enfermedades del cuerpo.

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Estudio, trascripción e índices a cargo de Antonio C. García Martínez y Manuel J. García Martínez. Consejo General de Enfermería. Enfermundi. Madrid, 2001. 8. Ibídem, p. 115, parágrafo 1. 9. Ibídem, p. 102. 10. García Martínez, Manuel J. Cultura y alimentación. La dietética en la Enfermería hospitalaria del siglo XVII. ROL de Enfermería, 1999; 22(5):371-381. 11. Ibídem, p. 227, parágrafo nº 326. 12. Ibídem, p. 278, parágrafo nº 450. 13. Wesley RL. Teorías y modelos de enfermería. México DF: McGraw-Hill Interamericana; 1995. 14. Hernández Conesa, J; Esteban Albert, M. Fundamentos de la Enfermería. Teoría y método. Madrid: McGraw-Hill Interamericana; 2000. 15. Yura, H; Walsh, MB. El proceso de Enfermería: valoración, planificación, implementación y evaluación. Madrid: al Alambra; 1981. 16. Ibídem, p. 330, parágrafo nº 574. 17. Ibídem, p. 330, parágrafo nº 575. 18. Ibídem, p. 331, parágrafo nº 578. 19. Ibídem, p. 331, parágrafo nº 578. 20. Ibídem, p. 332, parágrafo nº 580. 21. Ibídem, pp. 332-333, parágrafo nº 580. 22. Ibídem, p. 333, parágrafo nº 581 23. Ibídem, p. 334, parágrafo nº 585.

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