A dónde vamos - Victoria Martín Huerta - Primer premio Cristina Tejedor (14-17 años)

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Victoria Martín Huerta – 1º Bachillerato Colegio Filipense Blanca de Castilla Primer premio - Modalidad "Igualdad de oportunidades”.

“A dónde vamos” Hacía mucho frío, aunque a Vega no le importaba, disfrutaba mucho del frío, quizás porque ella era así, fría pero muy inteligente. Ha sido siempre una chica de dos o tres amigos, con los que nunca se ha abierto completamente, nadie la conoce de verdad y ellos lo saben. El frío le estaba helando la nariz, y se estaba transformando en un color rojizo lo que antes era pálido como la niebla. El suelo resbalaba demasiado por la helada de la noche anterior, esa era su excusa para no caminar más rápido y no llegar tarde al trabajo, sin embargo, solo se engañaba a sí misma. Hace tiempo que no disfruta de su trabajo, entró hace dos años como parte de un programa de igualdad de oportunidades, y pronto se dio cuenta que en nada valoraban sus conocimientos. Trabajaba en una editorial, donde la directiva era formada por una sola persona, una mujer, su jefa. Esto ilusionó mucho Vega el primer día, se esperaba una mujer ambiciosa, capaz y un modelo a seguir, más acabó descubriendo que no era más que la mujer de un poderoso ministro, colocada a dedo, y jugando a ser escritora mientras habla de la igualdad, sin ella haber llegado a donde está por

méritos propios, pero eso es otra historia. Su jefa sale constantemente en televisión promocionando la editorial y alabando la igualdad que en ella se respira. Es una empresa de 120 mujeres y 40 hombres, curioso porque para ser igualdad tendría que ser 80 y 80, lo que Vega tampoco compartiría, pues ella aboga por la meritocracia, le daría igual si hubiese 120 hombres y 40 mujeres si fuesen los mejores. Algunas de las mujeres que aquí trabajaban estaban felices, cobraban bien y no tenían por qué trabajar. Vega es muy buena escritora, escribe poemas, básicamente escribe hasta durmiendo. Le ha entregado varios poemas a su jefa, deseando que fuesen publicados, pero ella no la valora. Hoy era un día importante, iba a haber un debate sobre la igualdad de oportunidades, entre un hombre y una mujer de la empresa, que se emitiría en directo desde su oficina. Su jefa lo tenía claro, 1


Vega iba a participar, hablaba muy bien y su dicción era impecable. Sin embargo, a Vega se le vino el mundo encima con lo que su jefa dijo a continuación:

- No Álvaro, tú no puedes participar, eres muy bueno y ganarías a Vega, hemos acordado con la productora que ganaría a una mujer, cosa que también nos favorece a nosotras, así que Saúl tú debatirás con Vega. Vega estaba furiosa, y se negó a participar, dando un golpe en la mesa defendiendo en lo que creía. Nadie más que ella podía participar porque ya había un acuerdo firmado, así que su jefa la llamó al

despacho. Mientras caminaba hacía allí, sus compañeras la miraban atónitas, pues Vega nunca decía nada y todo lo que le era mandado era realizado, pero esta vez no. - ¿Qué coño haces? -dijo su jefa, como siempre con el lenguaje soez que la caracteriza-

- Has tratado de imbécil a Saúl, infravalorándolo, eso es horrible y además has querido favorecerme, y eso me ha molestado, ¿por qué lo has hecho?

- Necesitaba cerciorarme de que ganabas, hay contrato de por medio. ¿Qué querías que hubiese hecho?

- No sé tal vez confiar en mí, y en mis conocimientos. - Conocimientos… Eres una mujer guapísima, completas las cuotas de género y mi fama -dijo entre risas, que en nada agradaron a Vega- Sé como las demás chicas, y disfruta del trabajo, casi inexistente ya que los chicos se encargan del trabajo más difícil, disfruta de las entrevistas, los debates que ganarás y no pienses en nada más. Por una vez somos nosotras las que manejamos el

cotarro.

- Esto que acabas de decir es asqueroso. Y de qué sirve que lleguemos hasta aquí si hacemos lo mismo que antes nos hacían, trabajando más los chicos por el mismo dinero, si nos victimizamos y nos hacemos sentir inferiores entre nosotras en vez de demostrar nuestras habilidades.

- Yo no me he victimizado. - Pero nos crees inferiores, sino no me habrías favorecido. - Necesitaba estar segura de que ibas a ganar. Así que déjate de chorradas, sal ahí y lee lo que la productora te ha preparado.

- Soy una gran escritora y con opinión propia, no necesito decir nada preparado. Además, lo que aquí pone es denigrante.

- No te denigra en ningún momento. - A mí puede que no, pero a mis compañeros sí. ¡Qué narices! A mí también, ya solo por el hecho de que me preparen el discurso. 2


- Pero sí es un texto de igualdad, feminista y veraz. - Es un texto que subliminalmente me llama inútil en quince idiomas, si esto es feminista no entiendo tu feminismo, y lo más importante no es veraz, es tú verdad no la mía. Es un discurso horriblemente revanchista.

- ¡Basta ya! -dijo levantando la voz- O sales ahí y lees el papel o estás despedida. Vega se quedó helada. Se sentía furiosa e impotente, le dolía la cabeza y temía por su futuro. Así que salió allí y leyó el papel. Pero no el que le dieron, el suyo propio, que decía: “Busco llegar a todo por mi esfuerzo no por completar cuotas de género. Busco igualdad de oportunidades no privilegios porque crean que tengo debilidades. Busco igualdad porque no me quiero victimizar. Sé que no soy inferior a nadie, por eso sé que no merezco tratos especiales. Igualdad no puede ser un eufemismo de revanchismo” Fue una poesía escrita en la servilleta del

despacho de su jefa en cinco minutos, mientras le gritaba, ella escribió. Y fue la poesía que más sintió en mucho tiempo. Salió de la oficina asumiendo su despido, sin embargo, estaba feliz, porque se expresó y dijo lo que pensaba, por primera vez en mucho tiempo.

Muchas de sus compañeras ya no la hablan, dicen que no es feminista y que parece que vive en otro siglo, que no merece ser escuchada. Pero Vega no se aflige, si así es la “igualdad de oportunidades” del programa al que se presentó sabe que no estamos mejorando nada. Ella seguirá escribiendo y defendiendo lo que piensa. Porque hay mujeres que piensan y actúan como en la historia de Vega y porque si otras no pensamos como ellas sino como Vega, también tenemos derecho a expresarnos y no por ello nuestra opinión vale menos, también queremos igualdad de derechos y oportunidades, pero no actuando así. Y eso no nos hace ni menos mujeres, ni sumisas, ni retrógradas, sino libres.

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