Premiados III Concurso de microrrelatos de Navidad del Colegio Blanca de Castilla

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PRIMER PREMIO

A MI MADRE NO LE GUSTABA LA NAVIDAD Todos los años lo mismo. Cuando se acercaba la Navidad, mi madre nunca quería poner el árbol, ni el nacimiento ni los típicos adornos navideños. Nunca he podido entender por qué a muchas personas mayores no les gusta nada de nada la Navidad. Siempre que lo he preguntado la respuesta ha sido la misma: que si son días tristes porque faltan seres queridos en la mesa, que si tanta alegría por todas partes lo que hace es que echemos más en falta a los que se fueron, que si tanto villancico y tanto fun, fun, fun, acaba mareando, y que eso de “la Nochebuena se viene, la Nochebuena se va, y nosotros nos iremos y no volveremos más…” tampoco ayuda precisamente a levantar el ánimo. Así que, este año, para qué negarlo, mis esperanzas eran más nulas todavía, si cabe. Las circunstancias, lejos de ser mejores, son directamente como una losa. Por eso ayer, cuando me desperté, no podía salir de mi asombro cuando entré en el salón y lo vi todo tan impresionantemente navideño, como nunca de bonito, con muchas luces, espumillones, los adornos del árbol, las figuritas del Belén. Miré a mi madre con los ojos como platos sin entender nada. Ella se limitó a decirme sonriendo: “este año es el año. Si alguna Navidad ha hecho más falta la alegría y el optimismo, y olvidarnos todos de las cosas tristes, esa, sin duda, es esta Navidad”.

IRENE GÓMEZ DÍEZ 4º ESO


SEGUNDO PREMIO

MAGIA Los días de Navidad, esa época de felicidad, ilusión y mucha magia… Yo tenía ocho años, estaba en mi casa y ya había cenado; más pronto de lo normal, como todos los años. Limpié minuciosamente mis zapatos y los coloqué en mi lugar debajo del árbol. Estaba nerviosísimo, casi no había ni cenado, se me llenaban los ojos de lágrimas de emoción y tenía el corazón encogido. “¡Pedro!” Me llamó mi madre, “a la cama que ya son las diez, y si estás levantado cuando ellos vengan…”, “¡Sí, sí! ¡Ya voy!” respondí, no me lo planteé dos veces, me puse el pijama lo más rápido que pude, y me metí en la cama con el pulso todavía acelerado. Me iba a costar mucho dormirme, lo sabía, pero tenía que intentar tranquilizarme porque “si estás levantado cuando ellos vengan…” ¿qué es lo que pasaría? Cerré los ojos y poco a poco mi mente se fue; pensando en esos regalos que a la mañana siguiente habrían dejado en mis perfectos zapatos. Ya estaba casi dormido cuando lo oí; eran cajas y pasos, por un momento se me paró el corazón, no sabía si levantarme o no, ¿qué es lo que pasaría? Entonces recordé las palabras de mi madre de nuevo, “si estás levantado cuando ellos vengan…” ¡¿QUÉ?! ¡¿QUÉ PASARÍA?! Mi pulso se aceleró aún más al oír el sonido de las copas que hacía unas horas había dejado para ELLOS. ¿¡Serían ELLOS?! Nunca lo sabré, no me levanté, no quise saber que pasaría y me volví a dormir con la cabeza debajo de la almohada. A la mañana siguiente, corrí al salón a abrir los regalos tan emocionado como de costumbre. ¿Fueron ELLOS? no lo sé, todavía no sé qué pasa “si estás levantado cuando ellos vengan”. No sé si mi madre lo sabe. No sé si alguien lo sabe. Solo sé, que esa noche, algo mágico ocurrió en mi salón. ELENA MARTÍN DIEZHANDINO 4º ESO


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