Revista BIEN DEL SUR - Nro. 16 - Abril 2020

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ESCUELA PARA PADRES

Consumo de alcohol y adolescencia La mayor parte de los adolescentes consumen alcohol, pero que esto suceda no significa que cumplan con los criterios clínicos de lo que denominamos “trastorno por consumo de sustancias”. Por ejemplo, si como padres no le permitimos a nuestro hijo tomar alcohol y, sin embargo, lo hace, está realizando una conducta por fuera de las normativas de la familia. Podríamos ver las causas específicas, pero generalmente los motivos son tan sencillos como divertirse y/o pertenecer a un grupo, los mismos motivos por los que quizá uno también tomaba alcohol o realizaba alguna otra actividad en la adolescencia. Que un adolescente tome alcohol no necesariamente se relaciona con que se sienta angustiado o tenga un problema existencial, sin considerar el hecho mismo de ser adolescente, que ya es bastante problema. También puede suceder que en algunas ocasiones el adolescente abuse de alcohol y presente una intoxicación. Con todo el riesgo que esto acarrea, tampoco significa que presente una adicción. Será tarea de un profesional de la salud mental, ya sea un psicólogo o psiquiatra, evaluar si específicamente estos abusos forman parte de un patrón que, desde el punto de vista clínico, se pueda denominar adicción, o si este consumo está asociado a otros trastornos, como por ejemplo, depresión o ansiedad.

¿Por qué es importante retrasar el comienzo del consumo?

No hay que ser ilusos, es muy probable que los adolescentes en algún momento consuman alcohol. Por lo tanto, lo que debemos intentar hacer es retrasar lo más posible su comienzo y lograr establecer límites claros para estas conductas.

En la primera etapa de la adolescencia, entre los 10 y los 14 años, se produce una disminución de la sustancia gris en regiones de la corteza prefrontal del cerebro. Este proceso se denomina “poda neuronal” y en él, las conexiones entre las neuronas que no han sido consolidadas son directamente eliminadas. Luego, entre los 16 y los 18 años, aumenta la conectividad entre las neuronas, es decir, aumenta su capacidad para comunicar información de manera eficiente. También se refuerzan las conexiones entre la corteza prefrontal y las zonas del cerebro donde se procesan las emociones y el sistema de recompensa.

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Si tenemos en cuenta que la corteza prefrontal es la que regula los impulsos y la expresión emocional, es importante que dejemos madurar estas conexiones sin las alteraciones que produce el exceso de consumo de alcohol. De esta manera, los adolescentes podrán desarrollar el autocontrol necesario para tomar decisiones, administrar sus emociones, disfrutar de manera moderada, postergar la gratificación inmediata en pos de objetivos o satisfacciones más significativas a largo plazo, encarar compromisos y responsabilidades, etc.


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