7 el movimiento romántico características generales

El movimiento literario romántico.

Características generales

Caminante sobre un mar de nubes, de Caspar David Friedrich

1. La crisis de la Ilustración: la estética prerromántica.

Los ideales de la Ilustración, de base filosófica racionalista, dominaron la cultura y la vida de Europa a lo largo de todo el siglo XVIII. Pero ya hacia la mitad de dicho siglo empiezan a manifestarse en algunos países (Inglaterra y Alemania sobre todo) ciertas reacciones contra ese racionalismo que se venía aplicando a la creación literaria. Una serie de autores jóvenes traen nuevos ideales y nuevas exigencias:     

Se reclama la libertad del escritor frente al excesivo academicismo y al rigor de la norma.

Se valoran los sentimientos personales, íntimos, del autor.

Se reivindica la vuelta a la naturaleza.

Se tratan nuevos temas (la noche, lo sepulcral, el sentimentalismo…)

Se tiende a desligar la literatura de las pretensiones didácticas y utilitaristas que la venían caracterizando.

Estas reacciones, que al principio sólo se manifiestan tímidamente, surgen en el seno mismo de la Ilustración (no olvidemos que fueron los ilustrados los que con más ardor defendieron y divulgaron las ideas de libertad y progreso que después recogerán los románticos) y se engloban bajo la denominación general de Prerromanticismo.

Recordemos brevemente cómo se manifestó el Prerromanticismo en los principales países europeos.

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En Inglaterra, el nuevo espíritu lo encarnan los poetas Young (autor de unos Pensamientos nocturnos que influyeron en Cadalso) y Macpherson (que escribió unos poemas atribuidos falsamente al viejo poeta gaélico Ossián y difundidos por toda Europa). La noche (Young) y la poesía tradicional y popular (Macpherson) se convirtieron bien pronto en dos motivos generales en toda la poesía europea de la época.

En Alemania la reacción procede del grupo llamado Sturm und Drang (“Tempestad y empuje”), que defiende los mismos ideales de los poetas ingleses. Así lo vemos, sobre todo, en Goethe, verdadero genio de la literatura universal, cuyo Werther ejerció irresistible fascinación sobre la juventud europea de su tiempo, pues supo captar actitudes y sentimientos propios de ese mundo de transición al Romanticismo que le tocó vivir al autor.

El Prerromanticismo francés tuvo menos empuje, quizá por la solidez que habían adquirido allí las ideas neoclásicas.

2. Orígenes del movimiento romántico

Goethe

El Romanticismo no fue sólo una renovación en el campo literario, sino toda una forma nueva de entender la vida, el mundo, la política y el arte en general. La llegada del Romanticismo va ligada en toda Europa a tres tipos de factores: a) Factores políticos: liberalismo y nacionalismo El Romanticismo es hijo de los ideales políticos que triunfaron en la Revolución Francesa, que difundió el liberalismo por casi todas las naciones europeas.

Liberalismo y Romanticismo se identifican prácticamente por aquellos años. Los componentes de la ideología romántica (defensa de lo irracional, exaltación del espíritu de libertad personal, valoración de los ideales populares, etc.) se estimaban, por regla general, incompatibles con el absolutismo político y también con la ya pasada fórmula del Despotismo Ilustrado.

Otro acontecimiento político ligado a la aparición del Romanticismo fueron los movimientos nacionalistas. En algunos pueblos, que carecían de unidad política, la lucha contra los ejércitos napoleónicos fomentó una conciencia de nacionalidad que antes no tenían.

Eso ocurrió en Italia y Alemania, por ejemplo. b) Factores socioeconómicos: el triunfo de la burguesía La clase burguesa salió fortalecida del movimiento revolucionario francés al acabar con el poder político de la nobleza tradicional. La burguesía asume el liberalismo político y acaba consolidándose como clase gobernante en muchos países europeos. Los burgueses defienden también un modelo de economía liberal que reduce al mínimo la intervención del Estado. c) Factores culturales: el idealismo alemán Desde el punto de vista filosófico, el Romanticismo procede del idealismo alemán. Para explicarnos algunos aspectos esenciales de la ideología romántica, debemos remitirnos al

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filósofo Fichte, quien afirmó que el yo era la realidad primordial y absoluta y que la conciencia de sí mismo representaba el principio absoluto de todo saber.

3. Características del espíritu romántico: su incidencia en la literatura El Romanticismo supuso para Occidente la aparición de una nueva forma de entender el mundo y el arte, un nuevo espíritu. Entre los componentes de ese nuevo espíritu se encuentran los siguientes: a) La nueva concepción del yo: el individualismo Puede decirse que la nueva concepción del yo es el fundamento de la psicología y de la estética de la época romántica. El hombre pensó que la realidad auténtica no está fuera de sí, sino dentro, en su espíritu, que es una realidad no perceptible por los sentidos. Es de aquí de donde arranca esa necesidad de autoafirmarse que suele mostrar el romántico y esa tendencia incluso a la egolatría, al culto al yo, tan visible en la literatura. Son muchos los héroes literarios (el pirata, Don Félix de Montemar, Don Juan Tenorio…) que hacen ostentación, a veces petulantemente, de su individualidad. De aquí arranca también la mitificación del artista: el poeta, por ejemplo, se considerará un elegido, una especie de profeta, de conductor de pueblos. b) La búsqueda del Absoluto: idealización y desencanto Como consecuencia de la sobrevaloración del yo, el espíritu romántico se debate entre dos polos de una dialéctica constante: el ansia del Absoluto y la imposibilidad de trascender lo finito, la realidad objetiva. Sufre así un extraño sentimiento de apetencia de algo distante, de una especie de bien inalcanzable al que, sin embargo, tiende con todas sus fuerzas. Es como una aspiración nunca colmada, un permanente anhelo de un ideal que ni él mismo puede definir.

El mundo de lo desconocido ejerció sobre los románticos una fascinación irresistible. Pero entre ese desconocido ideal y el hombre se interpone la realidad. El hombre tiende entonces a proyectar sobre ella su propio yo, a idealizarla, a sobrevalorarla. El resultado no puede ser otro que el desencanto y la frustración, una especie de angustia vital que se conoce como “mal del siglo”. c) El sentimiento de rebeldía y la libertad La insatisfacción ante la realidad engendra también la rebeldía contra lo establecido. El hombre se ve reflejado en una serie de personajes, símbolos de la historia de la humanidad:  En Prometeo, personaje casi divino, exponente de la fuerza del hombre contra el destino.  En Satanás, ángel caído que desafía al Creador y que burla y mancilla lo sagrado.  En Caín, símbolo de la rebeldía heroica contra Dios.  En Don Juan, incansable buscador del Absoluto a través del amor.

Prometeo con el fuego, por Rubens.

Pometeo, desafiando a Zeus, descubrió a los hombres los misterios del fuego.

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La lista podría, sin duda, alargarse. Lo importante para nosotros es que el escritor romántico recoge estos esquemas de comportamiento de la tradición humanística y los transfiere a figuras literarias: el pirata, el corsario, el poeta solitario, el verdugo, etc. d) La evasión El arte del Romanticismo es en gran parte evasivo, es decir, un arte que huye de la realidad y escapa hacia otros mundos creados por la imaginación del artista. Esta evasión es también consecuencia del desencanto de aquél ante la realidad y de su afán de evitarla. En el terreno de la literatura podemos hablar de cuatro modos de evasión:  En el espacio. La huida del romántico le lleva a crear un nuevo concepto de naturaleza, entendida como refugio frente al mundo. Es una naturaleza viva, dinámica, que no será ya, como en épocas anteriores, simple telón de fondo ante el que discurren las acciones humanas, sino una proyección del estado de ánimo del escritor. Será también un bien que representa la pureza y la bondad frente a una sociedad decadente.

Por eso el Romanticismo exaltará la vida natural y, revitalizando el viejo tópico de “Menosprecio de corte y alabanza de aldea”, pondrá de moda el tema del buen salvaje, que viene de Rousseau; es decir, creerá en la bondad del género humano, maleado luego por la vida social. El Oriente y, en general, los lugares exóticos estimulan también la imaginación romántica.  En el tiempo. El Romanticismo fue un movimiento marcadamente historicista. El arte y la literatura vuelven los ojos a la Edad Media, época escasamente apreciada por los ilustrados. El pasado atrajo a los escritores románticos, pues la distancia en el tiempo y el desconocimiento que había de aquellos siglos, los envolvían en un cierto encanto misterioso.  En el misterio. El romántico está siempre abierto al enigma, a lo desconocido.

Rinde al misterio un verdadero culto. Parte de la idea de que el misterio es inaccesible a la mente humana; en él halla el hombre una razón para vivir, un campo abierto para su desenfrenada búsqueda del Absoluto. Literariamente esta actitud se manifiesta en el gusto por una escenografía característica: la noche, los ambientes sepulcrales, las ruinas abandonadas, las calles de las viejas ciudades medievales… Atrae también la brujería, las prácticas diabólicas…  En el mundo del sueño. El escritor romántico halla en el sueño la posibilidad de eludir la realidad ordinaria y refugiarse en otra realidad, la onírica, que, sin embargo, es para él a veces más importante que la primera. El sueño se convierte de ese modo en un verdadero estado poético. A través de él, el autor puede conocer cosas inaccesibles al intelecto. Las cosas soñadas tienen para el poeta la misma solidez y realidad que las que ha visto en el mundo de la vigilia. Nuevos mundos, productos de la fantasía, poblarán la literatura romántica con una insistencia desconocida hasta entonces. e) Valoración del pueblo y de la tradición El Romanticismo cree en el pueblo como una especie de creador colectivo capaz de grandes obras del espíritu. Lo popular, lo autóctono, es ya un valor por el mero hecho de pertenecer a la colectividad. Se pusieron de moda los estudios sobre el folklore y las costumbres de los pueblos. La gente gustaba de la lectura de los relatos costumbristas.

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