En el v ie jo convento de la calle de San P ed ro, destinado hoy a otros menesteres, aún p o demos con tem plar la portada, del siglo x m o del x iv ; la galería m udejar y la capilla, del x v n , con una nave y cúpula. En nuestro recorrido vemos, fuera de la v illa , la cruz so bre columna de mármol, erigida por Pedro Alonso Zam brano en 1590; dentro, el convento de San Francisco, del siglo x v i, de la drillo encalado; el ruinoso de los jesuitas, cuya portada adorna el escudo real de los B orbones; la casa gótica del maestre de San tiago, en la plaza, que tiene de lante la hermosa fuente llamada del Corro, y el Ayuntam iento, del x v i, con reformas, tim brado con las armas de los Austrias. * * * Y a no queremos demorar el ir al castillo que simboliza el po derío guerrero de los Suárez de Figueroa. La villa que no fue n¡ puede ser otra cosa que el com plemento indispensable de la for taleza, tiene el orgullo de haber dado a condes y duques su nom bre de Feria. Ellos le dieron a ca m b io, por armas heráldicas, las cinco hojas de higuera de los Figueroas, que tim bran casti llos, iglesias, conventos y pala cios de tantas loca lida des, al tern a n do m uchas veces con el cuartelado escudo — primero y cuarto, mano alada con espada; segundo y tercero, un león— de los M anuel, d escen d ien tes del infante de este nom bre, hijo de
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