Escritos desde la Sala, N°22

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“Antioqueños al mar” y “Alma antioqueña”, marchas de Luis A. Calvo; la primera fue compuesta para patrocinar la construcción de la carretera hacia Urabá, según la visión de don Gonzalo Mejía. De Calvo es también el bambuco “Dulce antioqueña”, con letra de Adolfo León Gómez, del que lamentablemente no se conocen grabaciones, y cuya letra comienza: “Antioqueña querida, / dulce antioqueña / dime si es por lo hermosa / o es por lo buena, / que yo te quiero tanto, / dulce antioqueña”. “Antioqueño”, pasillo de Nicolás Molina y que dejó en pastas fonográficas la orquesta que dirigió el maestro Lacalle. El músico venezolano Lionel Belasco, quien hizo las delicias de los gringos en los años 20 y 30 de siglo XX, grabó para la Víctor una danza colombiana, con el nombre de “Antioqueña”, en diciembre de 1917 y “Corazón antioqueño”, que el Dueto de Antaño volvió en un clásico nacional, con música de Camilo García, uno de sus integrantes, y letra del poeta rionegrero Hernando Montoya: “Tengo una novia en la tierra / tengo una madre en el cielo / tengo un alma de poeta / y un corazón antioqueño”. Y de esta misma saga, está “Muy antioqueño”, que Héctor Ochoa Cárdenas compuso con acierto, y que las voces de Beatriz Arellano y el trío Vino Blanco, grabaron con sentimiento.

renombre en Nueva York, entre los que cabe mencionar a Juan Pulido, Briceño y Áñez, Carlos Mejía y Margarita Cueto, entre otros. Algunas de ellas fueron “Óyeme Lorenza”, El gongoronchi, Hortensia, Adiós, Yo soy aquel, Beso perdido, Pobre Matilde, Rosendo, Perdón, “Cielo azul” y Medellín, “Este fox –recordó el maestro Camacho- se lo dediqué al general [Pedro José] Berrío, en ese entonces Gobernador de Antioquia (un varillazo) y me resultó. El general me recibió en audiencia y se puso a mis órdenes. Más tarde me regaló los tiquetes para que yo pudiera viajar de Medellín a Barranquilla” 6 ; esta canción mencionada por el maestro Camacho, no es en ritmo de fox, sino de charlestón y tiene un pegajoso estribillo, con el acompañamiento de la Orquesta Internacional, a la sazón dirigida por el maestro Eduardo Vigil y Robles. Con respecto a Cielo azul, vale la pena decir que es un bello, sino el más bello pasillo dedicado a Antioquia, que empieza así: “Bajo el palio azul del ancho firmamento, / se oye el canto de labriego en el hogar (…) / bajo tu manto mi Antioquia está, como la novia que alegra el mar…”. Otras piezas dedicadas a la capital antioqueña son: “Medellín”, danza

MEDELLÍN Ángel María Camacho y Cano fue un músico costeño radicado entre los años 1928 y 1929 en la ciudad de la eterna primavera, en donde hizo carrera como compositor y estudioso de la música popular. Aquí fue alumno del violinista español Pedro Begué. Hizo amistad con intelectuales, músicos y políticos de la época; firmó un contrato con los señores Félix de Bedout e hijos, donde vendió doce piezas a razón de 25 pesos cada una, para que las grabaran los artistas de más

6 Gustavo Escobar Vélez, “Camacho y Cano cuenta su vida”, El Colombiano, Medellín, febrero 13 de 1977.

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