MÚSICA / Mauricio Restrepo Gil Gonzalo Vidal y José María Prado, donde, según comentario periodístico de la época “Se oirá por la vez primera, en la próxima audición 5 ´Antioqueña que hueles a batatillas, / y que llevas, con lujo casi inconsciente, / el zumo de las moras en las mejillas / y las nieves eternas sobre la frente´”. Esta misma letra fue musicalizada, también por el compositor medellinense Manuel Ruíz Blumen, en ritmo de bambuco y la cual sobrevivió en grabaciones fonográficas, quizá las versiones más conocidas son las de Obdulio y Julián y la Estudiantina Melodías de Colombia, esta última dirigida por Antonio Silga Ríos. De la saga de las “antioqueñitas” hay otro bambuco con el nombre de “Antioqueñita querida”, del poeta Luis Carlos González y el cantor y compositor Enrique El Cojo Figueroa, que éste último cantó a dúo con Elsa Miranda, entonces estrella de la radio estadounidense, en la primera versión, lograda de una audición radiofónica, acompañados con la Orquesta de las Américas de Nueva York y llevada a un histórico disco a 78 rpm, bajo el sello de discos Tin Tan de Pereira; esta pieza, también la grabaron en una impecable versión Espinosa y Bedoya. Elsa fue esposa del cantor de tangos Andrés Falgás, muy apreciado por los antioqueños. “Antioqueñita querida: / yo te presentí en mis sueños…”. “Mi canción de Antioquia”, composición de Jorge David Monsalve Marfil, oriundo del municipio de Liborina y quien viajó a Argentina, donde realizó toda su carrera artística y discográfica; hizo “guascas”, boleros y hasta cumbias; la versión que el propio Marfil hace con el acompañamiento de la orquesta de Eduardo Armani es histórica. El bambuco “Antioquia”, de don Salvador Osorio, originario del barrio Manrique de Medellín, que resultó 5 “Dos artistas nacionales”, El Espectador, suplemento -La Semana-, Medellín, enero 30 de 1916.
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ganador en un concurso que propagó La Voz de Antioquia, nunca fue grabado comercialmente, solo se conserva un acetato con la voz del barítono Carlos Julio Ramírez: “Antioquia la tierra mía, / es la más hermosa por sus montañas / los ríos arrullan blancas cabañas / y cantan gloriosos sus alegrías”. El espacio es corto, pero es de rigor hacer una breve relación apretada de otras melodías que nos identifican como paisas, ellas son: “Los antioqueños”, que grabaron Pinillos y Villamarín en la primera máquina portátil de grabación que trajo la Víctor a Colombia, más exactamente a Bogotá, bajo la dirección de Jorge Rubiano y que es una canción humorística de Andrés El Pecoso Pinillos, obtenida el 13 de noviembre de 1913; es indudablemente una mofa del estilo de tocar, cantar y expresar literariamente el bambuco las gentes de nuestro departamento; “Triste antioqueño”, de Arturo Alzate Giraldo y Tartarín Moreira, y lo grabaron los antañones dúos de Julián Mario Oliver y Francisco Fuentes Pumarino, Briceño y Áñez, y que gustaba cantar en el rango de solista el trovador Obdulio Sánchez. La popular Orquesta Internacional del sello Víctor grabó “Sangre antioqueña” de Carlos Echeverri García; “Doble antioqueño” de Pastor E. Arroyave; Montaña antioqueña de Pacho González;