Sin duda que el tema de la delincuencia ha alcanzado niveles que rebasan las posibilidades técnicas y humanas de muchos países latinoamericanos. En El Salvador, en los Últimos meses, la delincuencia ha ascendido con celeridad y puede convertirse peligrosamente en símbolo de violencia social, es decir, que pareciera ser que el uso de la VIOLENCIA en actividades delincuenciales conlleva a la innecesaria demostración simbólica del PODER en la que cada acto delictivo violento conlleva una condición de poder sobre el subordinado, que en este caso resulta ser la víctima.