El año 1866 quedó marcado por un acontecimiento extraño. Varias naves regresaron a sus puertos muy dañadas después de ser atacadas por algo enorme, infinitamente más grande y más fuerte que una ballena. La ciencia desconocía cualquier ser vivo de semejante tamaño. Se desarrollaron varias hipótesis; la más convincente era la existencia de un monstruo marino, de fuerza colosal, sin parentesco con nada catalogado. El miedo se extendió por los océanos. Con este motivo, se organiza una expedición:
la fragata americana
Abraham Lincoln
es enviada para
librar los mares del monstruo. A bordo se encuentra el almirante Farragut; el canadiense Ned Land, el rey de los arponeros; el naturalista e ictiólogo Pierre Aronnax, profesor del Museo de París; y Conseil, su fiel criado. 1