Arriba: Mallo Pisón. Pelut y Paca en uno de sus vivacs durante la apertura de la vía Sin chapas y a lo loco. Foto Pelut. Debajo: Mallo Cored. Sonia Casas en la chimenea de la Clásica Oeste. Foto A.Ballart.
pre que podía iba al encuentro de los escaladores y del material que ocasionalmente se precipitaba al suelo. Fue todo un lujo para él, recibir las primeras nociones de escalada por parte de un Miguel Ángel Gallego al salir de la escuela, y poder estudiar el material que usaron en la apertura de la vía Alberto Rabadá. Como era de esperar, sus padres le prohibieron aficionarse al asunto, cuando a nadie del pueblo nunca jamás se le había ocurrido tal locura. Pero a hurtadillas, Toño trepaba todo lo que podía y más, hasta que llegó el momento y la edad, de fundirse de lleno con su escenario en el que seguramente sea el individuo con más vías realizadas hasta el momento. Una vez repetido casi todo, las nuevas tendencias le conducen a descolgarse por arriba para equipar la vía Tucán Ausente (90) junto con Gorka en el Pisón, la Filomátic (91) con Josema Jarrín al Filo del Cuchillo, y la Al Capone (92) con Iñaki también en el Pisón, una ruta relegada por su roca de menor calidad y por las chapas alejadas que caracterizan su estilo. Una actividad arriesgada como la escalada sin cuerda siempre ha estado presente en todas las escuelas y en Riglos en especial. Ya en el 77, un escalador madrileño se precipita al vacío al romperse una presa de la famosa panza del Pijo del Espolón del Adamello. En el 85 Fernanderas realiza sin cuerdas la Serón-Millán desde el collado del Puro, la Anís del Mono, la Yuma y la Normal del Puro, incluso utilizando los viejos clavos en algún momento dado ya que aún no estaban los parabolts actuales. También la famosa escaladora francesa Catherine Destivelle hace gala de su temperamento y alcanza la cima del Puro en libre y sin cuerdas, con el correspondiente reportaje fotográfico publicado en la revista Hola. Pero el acontecimiento que realmente marcó historia en los Mallos, fue la escalada en solo integral de la fiesta de los bíceps en el 89 por parte del navarrés Carlos García,
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repitiéndola más tarde para ser fotografiado por Darío Rodríguez de la conocida revista Desnivel. Años después (93) y también sin cuerda, escala El zulú demente repitiendo tres veces el último largo para posar para las fotos. De la misma manera consigue la Murciana en el 04 y la Carnavalada en el 05. No hacen falta más comentarios para situar estas ascensiones muy por encima de todo lo acontecido en Riglos, y por extensión al mundo de la escalada en general. En el transcurso de estos años, se realizaron encadenamientos de cuatro y cinco vías del Pisón y la Visera en una sola jornada (más de mil metros con dificultades mantenidas de sexto y séptimo grado), se destreparon rutas de casi trescientos metros de hasta séptimo en poco más de una hora, y se abrieron vías extremas muy obligadas. En definitiva, se había logrado tal dominio de la escalada riglera que todo parecía pronosticar que, en un futuro, estas experiencias servirían para continuar subiendo el listón. Pero en realidad en la década de los 90, salvo estas contadas excepciones realmente destacables, se produjo una clara involución psicológica debido al auge de protección, que algunos organismos o personas en particular, implantaron para el equipamiento sistemático de los itinerarios, distorsionando la imagen de la escalada riglera. Como en otras escuelas clásicas del país, los conceptos de la escalada deportiva causaron verdaderos estragos, transformando literalmente muchos trazados abiertos con elegancia y estilo, en rutas de oferta generosamente equipadas. Por poner un claro ejemplo, la popular vía José Antonio Sanz al Mallo Melchor Frechin, no sería tan popular si no fuera porqué unos foráneos anónimos se descolgaron desde arriba y la cosieron a parabolts cada dos metros. Lo fuerte del caso es que nadie protestó, las chapas aún siguen ahí, y la mayoría están encantados con ello.
MALLOS DE RIGLOS Una escuela con carácter