Una flor de hierro

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bría la casa y que a Guillermina, con la emoción de estar de visita en la casa de campo de Leopoldo, tampoco le llamó la atención. “Pero esto no es lo mejor”, dijo el marqués, contento como si fuese un niño, con sonrisa no formal sino sincera, ilusionada, eso Guillermina lo notó clarísimamente, notó cómo no había mentira en aquella sonrisa, cómo el marqués de Valdeavellano les estaba abriendo su corazón. Y lo mejor era una cosa increíble. Pau dijo “esto es increíble”, y así Guillermina pudo pespuntear los halagos con observaciones que no corrían el riesgo de ser tontadas. “¡Qué cosa tan bonita!”, dijo un par de veces Guillermina. Era una inmensa buganvilla que cruzaba la fachada desde el pilón de abajo de la izquierda hasta el ventanuco del desván. Era como el mapa de un río que naciera en el tejado, como el esqueleto de un pescado monstruoso, en cada una de cuyas ramificaciones se veían desde abajo brotes de intenso verdor. “¡Fíjese, Monguió, fíjese en las hojas de este año!”, decía Leopoldo, “¡no se me ha secado ni una rama ni media!”, dijo, y luego se dirigió a ella, y la miró a los ojos y le dijo: “¡A que no se imaginaba, Guillermina, que en Teruel pudiesen crecer tan hermosas las buganvillas!”, y Guillermina había sonreído tímidamente y había dicho que no. “Desde luego que no”, había dicho, y había meneado la cabeza para darle más autoridad a su comentario. Leopoldo ya no le dijo mirándola a los ojos nada más en toda la tarde, pero tampoco le importaba. Todo era tan bonito que no hacía ninguna falta hablar. Ahora, ya de noche y metida en la cama, Guillermina se sorprendió haciendo ruido al respirar por la nariz. Se levantó algo sofocada y se acercó al balcón. Otra vez se le subieron los colores, y sintió un poco de frío en los pies. A lo lejos, por la Capilla del Carmen, se vio una luz que se acercaba, al principio débil como un candil, y después más claro el foco sobre las traviesas negras de la vía. Guillermina abrió el balcón para escuchar el ruido de las ruedas renqueantes y el chorro de vapor que se confundía con la

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