Fabricación británica

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Capítulo XIV

TORMENTA EN PALOMITAS Salimos del pueblo por el sur, por donde habíamos venido, paro nada más trasponer unas lomas le pregunté a Miguel cuál era el camino de Villarluengo. –Supongo que no me harás ir hasta allí sólo por unas cuantas conjeturas infundadas, Miguel. ¿Estás seguro de que el muchacho iba a Villarluengo? –Quería ver a su padre. –Sí, Miguel, pero el chico iba vestido de guía de Navarra. Y como tampoco es tonto, estoy seguro de que sabrá lo que significa desertar. Miguel se encogió de hombros. Era media tarde, el sol abrasador había remitido un poco, había vuelto la brisa. Al galeón rocoso de Cantavieja lo iba envolviendo un cielo con veladuras de añil. Seguir a Villarluengo podía ser una locura, pero cumplir las órdenes de Cabrera era una de esos aros por los que no estaba dispuesto a saltar. –¿Por dónde mandaste al chico a Villarluengo? Miguel se detuvo, cerró los ojos, elevó la nariz y estuvo un rato inmóvil y erguido, sus trances eran cada vez más prolongados. –Le dije que viniese a Cantavieja, que desde aquí marchara al Hostalejo por el Barranco del Ombradal, por el camino que pasa al lado del Corral del Gusano. Desde el Mas del Hostalejo tiene que subir las laderas de la muela Monchén hasta el mas de las Brujas. Y luego ya no tiene pérdida. Ya no tiene más que seguir el río Palomitas. –Muy bien. Seguiremos ese camino. ¿Hay algún sitio para pasar la noche? Sólo nos quedan tres horas de luz. –Sí... –dijo Miguel, como abrumado por el esfuerzo de recordar algo sucedido en otra existencia–. Algún sitio habrá. Volvimos a la entrada del norte, y pasamos por debajo del pueblo. Cruzamos un río, ascendimos por un camino, bajo un acantilado, entre bancales sin segar. Llegamos a otro río y trepamos un barranco hasta una casa, y descendimos otra vez por el paso de ganado, un agradable paseo por el azagador que nos llevó hasta el Hostalejo. –Desde aquí podríamos seguir camino hasta Fortanete –dijo Miguel, con una media sonrisa sin malicia que a mí me pareció tenebrosa. –De eso nada –dije.

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