Enrique fogwill

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Enrique Fogwill. Trabajo prático Nº 3 Texto elegido: Los pichiciegos, de Enrique Fogwill. 1) Biografía del autor. Rodolfo Enrique Fogwill nació en Buenos Aires en 1941, sociólogo, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, editor de una legendaria colección de libros de poesía, ensayista y columnista especializado en temas de comunicación, literatura y política cultural. El cuento “Muchacha punk”, que recibiera el primer premio en un importante certamen literario en 1980, lo hizo abandonar su carrera empresaria y comenzar, según sus palabras, "una trama de malentendidos y desgracias" que lo llevaron a su actual "oficio" de escritor. Textos suyos integran diversas antologías publicadas en Cuba, México, España y Estados Unidos. Entre sus obras están: El efecto de realidad (1979), poemas; Las horas de citas (1980), poemas; Mis muertos punk (1980), cuentos; Música japonesa (1982), cuentos; Los Pichiciegos (1983), novela ; Ejércitos imaginarios (1983), cuentos; Pájaros de la cabeza (1985), cuentos; Partes del todo (1990), poemas; La buena nueva (1990), novela; Una pálida historia de amor (1991), novela; Muchacha punk (1992), cuentos; Restos diurnos (1993), novela; Cantos de marineros en las pampas (1998); Vivir Afuera (1998), novela; La experiencia sensible (2001), novela; En otro orden de cosas (2002), novela. Murió en Buenos Aires el 22 de agosto de 2010. A tono con su fama diletante, a lo largo de su vida Fogwill ejerció múltiples oficios, entre ellos sociólogo, empresario, publicista, profesor titular de la Universidad de Buenos Aires, ensayista y editor de una legendaria colección de libros de poesía. También trabajó como agente de la Bolsa y fue columnista de temas políticos y culturales. Fuera de su agitada actividad pública, estuvo preso, fue adicto a la cocaína y confesó alguna vez que tuvo un revólver Smith & Wesson a los 10 años, un barco a los 15 y su primera novia a los 17. "Por veinte años fui consultor de una tabacalera y pude librarme -en ordenprimero del cine, después del dinero, del alcohol, de la marihuana y finalmente de la cocaína, pero aún sigo dependiendo de la estúpida nicotina", aseguró el autor de eslóganes y campañas publicitarias como "Suaves pero con sabor, el equilibro justo", para los cigarrillos Jockey. Fue el cuento "Muchacha punk" -con el que obtuvo el primer premio en un importante certamen literario en 1980- el disparador que lo impulsó a abandonar su carrera empresaria para comenzar, según sus palabras, "una trama de malentendidos y desgracias" que lo llevaron a su "oficio" de escritor. Con el dinero de ese galardón fundó una editorial con la que publicó "Poemas", de Osvaldo Lamborghini, y "Austria-Hungría" de Néstor Perlongher, entre otros.


Fogwill a secas -le gustaba firmar prescindiendo de su nombre de pila- se caracterizó por su personalidad explosiva y su pluma irreverente: de hecho, su permanente uso de la provocación le facilitó contadas enemistadas que incluso minaron la continuidad editorial de su obra. El escritor, nacido en Buenos Aires en 1941, deja como legado una veintena de títulos que atraviesan todos los géneros pero que mantienen como marca distintiva el sentido del humor y una prosa vertiginosa cargada de referentes que funcionan para enriquecer lo que se narra y al mismo tiempo reflejar la época en que fueron escritas. Entre sus obras más conocidas se encuentran "Los pichiciegos" -considerada la mejor novela sobre la Guerra de las Malvinas-, "Urbana", "La experiencia sensible", "Urbana2", "Runa" y "Vivir afuera", con la que consiguió el Premio Nacional de Literatura en 2004. Hace dos años publicó "Los libros de la guerra", recopilación de su trabajo en prensa. Ganador de la prestigiosa beca internacional Guggenheim en 2003, Fogwill deja a sus lectores un puñado de textos urgentes que dan cuenta de un pensamiento ajeno a las modas y un olfato para intuir "lo distinto", que lo llevó a descubrir la obra de colegas como Alberto Laiseca, César Aira o Perlongher cuando nadie antes había apostado por ellos. http://www.elortiba.org/fogw.html 2) Análisis del texto. El texto esta compuesto por dos partes, expone las vivencias y comportamientos de un grupo de soldados -“pichis”- flagelados por las privaciones, penurias y crueldades que debieron afrontar para poder sobrevivir dentro de una trinchera subterránea, durante la guerra de Malvinas en el año 1982. agenos a la guerra, siempre a la defensiva, ocultos. La mayor parte ha venido de provincia a conformar ese batallón donde los Reyes Magos desatan el truco que los salva y aman a su país y sueñan con regresar a casa pronto, pero admiran la sofisticación del armamento inglés, cuyos soldados, bien entrenados, los miran con lástima al enemigo argentino. El cielo es el desfile de los Harriers, que lanzan bombas y calientan el aire sobrevolando y peor aún son los helicópteros que recorren la isla que se ha convertido en una trampa. Pero todo llega, tarde o temprano, incluso el dia de la rendición, cuando no queda mayor remedio que correr con un papelito en la mano y hacer la cola entre los rendidos En la primera parte presenta un relato que utiliza un lenguaje de forma cotidiana, no presenta una realidad de manera diferente, sino que lo hace de manera directa y cruel, en un relato de ficción Podría decirse que establece un diálogo con otro texto, por ejemplo: El Martín Fierro, de José Hernández.


Tanto el personaje gaucho y los gauchos, eran perseguidos y mandados a la frontera, ahí pasaban todo tipo de penurias, además de ser perseguidos y maltratados, debían pelear por el territorio. El maltrato físico y emocional, el sometimiento, era una constante. El frío y el hambre, era todo lo que tenían, algo que los seguía todo el tiempo. Ambos textos funcionan como denuncias sociales, por un lado el gaucho perseguido en forma de poesía y el otro la guerra, el hambre y la lucha por la sobrevivencia , la opresión social. En los pichciegos, también los personajes eran enviados a una guerra, sin sentido, obligados por un gobierno nefasto y dictador. Llevados por la fuerza a pasar hambre y frío en una guerra que no les pertenecía, y en el caso que se negaran pasaban a ser desertores, como el gaucho, y perseguidos, porque la deserción se consideraba un delito. Otro diálogo que establece, es con el texto: El matadero, de Esteban Echeverría. Ambos relatos, son ficción en diferentes momentos históricos, incluye: personajes y hechos que se sucedieron, presentan situaciones violentas, luchas políticas, guerra, enfrentamiento. Un gobierno contra otro, ideas enfrentadas, un pais contra otro, soldados argentinos contra soldados ingleses. El sometimiento del unitario, en las manos del federal, que es despojado de sus ropas, violentado en su humanidad, sometido a la crueldad del soldado federal. Una situación muy parecida a ésta se da en la primer parte del texto: Los pichiciegos. En ella cuenta que estaban dos soldados buscando provisiones para su pichicera, que era un túnel bajo la tierra que les permitía salvaguardarse de los riesgos propios de un campo de batalla, entonces a lo lejos escuchan unos gritos, y cuando se asoman observan un oficial argentino apuntándole con su arma a un soldado joven, que estaba desnudo, al cuál éste quería obligarlo arma en mano, que le haga sexo oral. El sexo, el sometimiento, las vejaciones, eran murmullo constante entre los soldados que temían caer en manos de los ingleses, especialmente en las de los gurjas, famosos por sus perversiones sexuales. Ese despojo, al que el unitario fue sometido, es el mismo que se presenta en el texto analizado, las violaciones a la persona y sus derechos, el hombre, reducido a nada, atropellado en su dignidad de la forma mas aberrante, sin el mas mínimo respeto por su integridad. La ficción permite introducir personajes en estas historias, entre ellos los enemigos, unitarios-federales, ingleses-argentinos, solo que éstos últimos no luchaban en un campo de batalla, solo negociaban, mercaderías por información, los pichis no estaban en el campo de batalla, ellos tenían su propio mundo bajo la tierra,


3) en el año 1983, ediciones De la Flor publica "Los pichiciegos", escrita durante el transcurso de la Guerra de Malvinas. Las nuevas formas narrativas, de la literatura de aquellos años, se inscriben en el marco de la crisis de representación, la cultura era manejada de forma autoritaria por la dictadura y la sociedad estaba fragmentada, frente a todo esto surge la necesidad de encontrar un sentido a la situación que se estaba viviendo. Es aquí que aparece el discurso de la oposición, en contradicción al autoritarismo tan cuestionado sobre la historia que narra y el modo en qué lo hace. Tendencia dominante: sería la ficción, las primeras publicaciones luego de la guerra, ideas opiniones a cerca de la situación que se estaba viviendo. Los pichiciegos es una novela de ficción, a cerca de la guerra de malvinas En cuanto a lo político, el país se encontraba en plena restauración de la democracia, asumía el gobierno radical, luego de las elecciones. Fueron los primeros tiempos de democracia, se empezaba a restaurar el país, lentamente. "La aventura en Malvinas fue para la dictadura militar una ocasión para intentar la construcción de una unidad nacional indispensable a la supervivencia política de su régimen. Si en el teatro de la Argentina continental, durante los meses que duró la guerra, ese objetivo fue parcialmente alcanzado en la medida en que millones encontraron, en un patriotismo recién descubierto el 2 de abril, un punto de identidad que la dictadura, entre otras cosas, precisamente había corroído; en el teatro material de la guerra, las islas Malvinas, la novela de Fogwill muestra que esa identidad nacional es lo primero que se disuelve cuando sus hipotéticos portadores han sido jugados como peones en una escena donde la debilidad de los principios unificadores se potencia con la proximidad de la muerte. Entender a los pichis es entender precisamente lo que una guerra (no cualquier guerra, sino ésa, la desencadenada por la aventura de Galtieri) hace con los hombres. Con alguna razón, Fogwill ha dicho que su novela no es pacifista. En efecto, el pacifismo plantea los problemas de la legitimidad de la guerra y concluye que la guerra no es un recurso último sino un extremo indeseable. Esa cuestión no es la de Los pichiciegos: la novela no quiere demostrar nada y sus personajes no están en condiciones ideológicas ni discursivas para reflexionar. Los pichis carecen absolutamente de futuro, caminan hacia la muerte y, en consecuencia, sólo pueden razonar en términos de estrategias de supervivencia. Su tiempo es puro presente: y sin temporalidad no hay configuración del pasado, comprensión del presente ni proyecto. Como muertos futuros, los pichis sólo pueden pensar en un aplazamiento, hora a hora, de ese desenlace, sin dejarse capturar por el desenlace y, a la vez, sin la ilusión de que exista algún tiempo para ellos. En esas condiciones de miseria simbólica, la novela presenta las condiciones de la miseria material y las astucias de las transacciones en un mercado que también es puro presente. La novela imagina, así, cómo es materialmente una guerra: la ficción, puesta en situación concreta a partir del registro de las acciones y del inventario de las cosas, piensa cómo es el frío, el dolor de una herida, el olor del cuerpo vivo o descomponiéndose, en situación de guerra. Y


como se trata de una guerra del siglo XX, la ficción piensa con los números, las cantidades, los pesos, las medidas, las distancias, la materia. Sin héroes y sin traidores (porque la suspensión de los valores en el teatro de esa guerra hace casi imposible su emergencia), la novela evalúa en términos de un mercado de sobrevivientes y, se sabe, un mercado es abstracto en sus reglas de funcionamiento general de intercambios y concreto en la apreciación particular de las mercancías que se intercambian en cada acto", escribió Beatriz Sarlo en la revista Punto de Vista Nº 49, Buenos Aires, agosto de 1994.

Una guerra es un malentendido a veces inevitable. Hay soldados que luchan negándose a la guerra en vez de abanderarse con perversos símbolos idiotas. Hay otros como “Los Pichiciegos”, Fogwill, (Buenos Aires 1941), que prefieren crear una estrategia de supervivencia, no tanto por el odio, sino por el desconcierto de lo que se avecina. Tranzar con el enemigo es tarea imposible pero ellos, muertos de hambre, asumiéndose muertos en vida, salen en busca de alimento o baterías y tienen su Pichicera lista para el ataque. La mayor parte ha venido de provincia a conformar ese batallón donde los Reyes Magos desatan el truco que los salva y aman su país y sueñan con regresar a casa pronto, pero admiran la sofisticación del armamento inglés, cuyos solados bien alimentados, rosados y de ojos grises, miran con lástima al enemigo argentino. El cielo es la fiesta de los Harriers que lanzan proyectiles y calientan el aire con su sobrevuelo y peor aún son los helicópteros que recorren la isla que se ha convertido en una trampa. Pero todo llega, tarde o temprano, como se dice, incluso el día de la rendición, cuando no queda mayor remedio que correr con un papelito en la mano y hacer la cola entre los rendidos. Según dicen, Los Pichiciegos fue escrita en el transcurso de dos semanas, aunque hay quienes aclaran que fueron solo dos días, haciendo un paralelo con el corto tiempo que se tomó Kerouac para escribir En el Camino. Cierto o no, Los Pichiciegos es la


conclusión antes del fin. En sus más de doscientas páginas se desata desde un inicio la trama de lo que en adelante será el eje conductor de la historia de aquellos que se ocultan al igual que animales en el campo. Fogwill se recrea con el lenguaje, hace pausas justas y nos conduce por su inagotable laberinto de palabras, fabula con maestría, sumergiéndonos en paralelismos de los que aflora con casco de soldado e ileso como un Pichiciego. Si hay un interés en conocer de cerca la obra de este magistral narrador que podría estar considerado entre lo mejor de la actual narrativa argentina, no debe dejar de asomarse por esta trinchera, tan contemporánea como quijotesca que es los Pichiciegos, porque es la historia de algo que no suele ocurrir en una guerra, es la historia no contada, la más imaginada porque todo soldado tiene un bichito adentro que le golpea preguntas. Y es ahí donde la intención funciona porque es audaz, porque así como hay gusanos que se arrastran escondidos bajo tierra, también los Pichiciegos miran sin dejarse mirar, corren temerosos de volar como ovejas que al pisar una mina saltan por el aire. Hay una tensión estudiada en la historia. En los diálogos tan informativos como burlescos donde la canallada y las grandes diferencias logísticas entre uno y otro bando dan por concluida la guerra desde un principio, pero la condición de Pichi a veces es desesperante por el temor de lo que se avecina. Cuando la idea de la supervivencia se ve reducida a un deterioro prolongado es la muerte la que acecha. Ya no importan tanto los fríos, lo que menos se quiere es quedar convertido en un helado, el pelo se cae, la barba ha crecido y la piel es oscura y con brillo, gritan “mamá” al cielo y fuman, cuando hay tabaco, llenos de desgano, a la espera del final, dispuestos incluso hasta dar una mano con tal de salvarse. En esa absurda desequilibrada guerra la técnica de Fogwill es un contagio de pericia, como si se tratara de una estrategia de ataque en la que pone sus armas ocultas en un principio para luego mostrarlas de a pocos cuando ya es un logro la historia que nos ha narrado, cuando el final se acerca de manera inesperada, en la voz de un narrador que desde un inicio se ha portado como un valiente Aníbal. Publicado por Cristian Jara Alvarado en 06:51 1 comentario


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