Anexos sobre diversidad y racismo

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- Reconocer su sufrimiento. No podemos decirle que lo que lo causa es una tontería. Reflejando sus sentimientos con nuestras palabras, le hacemos sentir que entendemos lo que le pasa: “Estás triste porque no quieres ser negro, te gustaría ser blanco como tus amigos”. - Permitirle hablar de ello y acompañarle en su dolor. Podemos compartir con ellos recuerdos de cómo hemos vivido nosotros una situación similar o explicarles que hubo un tiempo en que queríamos desesperadamente ser más altos, o rubios, o tener el pelo liso… Necesitan saber que sus sentimientos son normales, que todos pasamos por experiencias parecidas.Y, sobre todo, que podemos entenderles. Pocas cosas proporcionan mayor consuelo que poder hablar de lo que nos angustia con alguien que sabemos que comprende lo que nos pasa. - Abrir la puerta de la imaginación. Cuando desear un imposible hace sufrir, soñar despiertos permite una vía de escape a la amargura. De vez en cuando, podemos desdramatizar echando mano de la imaginación para concederle momentáneamente sus deseos. Cuanto más disparatado y cómico sea el recurso, tanto más efectivo será: “¿Te gustaría ser como tu padre? Sería fantástico tener un brebaje mágico que nos permitiera ser otra persona. Tú podrías ser tu padre, y yo podría ser una bailarina que diera la vuelta al mundo bailando salsa”. 8


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