Los Límites de la Fundación

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- Es distinto, Trev. Lo que hacemos ahora es por propia elección... nuestra propia elección. Esto es lo que cuenta. No nos ha sido impuesto desde fuera, sino que se ha desarrollado desde dentro. No lo olvidamos nunca. Y también somos diferentes en otro aspecto. Somos únicos en la Galaxia. No hay ningún mundo como Gaia. - ¿Cómo están tan seguros? - Lo sabríamos, Trev. Detectaríamos una conciencia mundial como la nuestra incluso en el otro extremo de la Galaxia. Podemos detectar los comienzos de tal conciencia en su Segunda Fundación, por ejemplo, aunque sólo desde hace dos siglos. - ¿En tiempos del Mulo? - Sí. Uno de los nuestros. - Dom torció el gesto -. Era un anormal y nos dejó. Nosotros fuimos suficientemente ingenuos para no creerlo posible, de modo que no actuamos a tiempo para detenerlo. Luego, cuando volvimos nuestra atención hacia los mundos exteriores, adquirimos conciencia de lo que ustedes llaman la Segunda Fundación y la abandonamos a su suerte. Trevize no reaccionó durante unos momentos, y después murmuró: - ¡Ahí van nuestros libros de historial - Meneó la cabeza y dijo en voz más alta -: Eso fue una cobardía por parte de Gaia, ¿no cree? El era responsabilidad de ustedes. - Tiene razón. Pero cuando al fin volvimos los ojos hacia la Galaxia, nos percatamos de algo que hasta entonces habíamos ignorado, de modo que la tragedia del Mulo nos salvó la vida. Fue entonces cuándo nos dimos cuenta de que una peligrosa crisis terminaría abatiéndose sobre nosotros. Y así ha sido..., pero no antes de que pudiéramos tomar medidas, gracias al incidente del Mulo. - ¿Qué clase de crisis? - Una crisis que nos amenaza con la destrucción. - No lo creo. Ustedes contuvieron al Imperio, al Mulo y a Sayshell. Tienen una conciencia colectiva capaz de atraer a una nave en el espacio a una distancia de millones de kilómetros. ¿Qué pueden temer? Mire a Bliss. Ella no parece estar alterada. Ella no cree que haya una crisis. Bliss había colocado una torneada pierna sobre el brazo de la butaca y agitó los dedos de los pies en dirección a él. - Claro que no estoy preocupada, Trev. Usted lo arreglará. Trevize exclamó: - ¿Yo? - Gaia le ha traído aquí por medio de numerosas manipulaciones. Es usted quien debe enfrentarse a nuestra crisis - dijo Dom. Trev se lo quedó mirando y, poco a poco, su estupefacción se transformó en rabia. - ¿Yo? ¿Por qué, en todo el espacio, yo? No tengo nada que ver con esto. - No obstante, Trev - dijo Dom, con una calma casi hipnótica -, es usted. Sólo usted. En todo el espacio, sólo usted.

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