Los Límites de la Fundación

Page 142

Pelorat se levantó y argumentó: - No estaremos rodeados de gente. Compor ha dicho que hoy era un día de meditación. - ¿Eso es lo que ha dicho? ¿Había tráfico por la carretera cuando veníamos hacia aquí? - Sí, un poco. - Bastante, me parece a mí. Y después, cuando hemos entrado en la ciudad, ¿estaba vacía? - No demasiado. Sin embargo, debe admitir que este lugar lo está. - Sí, así es. Ya lo había observado. Pero vamos, Janov, tengo hambre. Tiene que haber algún sitio para comer y. podemos permitirnos el lujo de que ser algo bueno. En todo caso, podemos encontrar un lugar donde nos den alguna interesante especialidad sayshelliana o, si lo preferimos, un buen menú galáctico. Vamos, en cuanto estemos rodeados de gente, le diré lo que creo que ha ocurrido en realidad. 46 Trevize se recostó en el asiento con satisfacción. El restaurante no era caro comparado con los de Términus, pero sí original. Estaba caldeado, en parte, por un fuego sobre el que se preparaba la comida. La carne tendía a servirse en porciones del tamaño de un bocado - con una gran variedad de salsas picantes -, que se cogían con dedos protegidos de la grasa y el calor por suaves hojas verdes, frías y húmedas, y con un leve sabor a menta. Había una hoja para cada pedazo de carne y todo se llevaba a la boca. El camarero les había explicado cómo se hacía. Aparentemente acostumbrado a los clientes extranjeros, sonrió con paternalismo cuando Trevize y Pelorat cogieron con cautela los humeantes trozos de carne, y se mostró claramente encantado por el alivio de los turistas al descubrir que las hojas mantenían sus dedos frescos y también refrescaban la carne, a medida que uno la masticaba. Trevize exclamó: «¡Delicioso!», y terminó pidiendo una segunda ración. Pelorat hizo lo mismo. Luego tomaron un postre esponjoso y ligeramente dulce, y una taza de café con sabor caramelizado ante el que ambos menearon la cabeza. Añadieron almíbar, y entonces fue el camarero quien meneó la suya. - Bueno, ¿qué ha ocurrido en el centro turístico? - preguntó Pelorat. - ¿Quiere decir con Compor? - ¿Acaso hay alguna otra cosa que debamos comentar? Trevize miró a su alrededor. Estaban en un profundo nicho y gozaban de cierta intimidad, pero el restaurante se hallaba abarrotado y el murmullo de las conversaciones era una protección perfecta. - ¿No es extraño que nos haya seguido hasta Sayshell? - dijo en voz baja. - El ha dicho que tenía el don de la intuición. - Sí, fue campeón universitario de hiperrastreo. Nunca había sospechado nada hasta hoy. Comprendo que puedas ser capaz de determinar adónde va alguien a saltar observando cómo se prepara para ello, si tienes cierta habilidad y ciertos reflejos; pero no comprendo cómo el rastreador puede determinar una serie de saltos. Sólo te preparas para el primero; la computadora realiza todos los demás. El rastreador puede determinar ese primero, pero ¿por qué arte de magia puede adivinar lo que hay en el interior de la computadora? 142


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.