Rebeldes Primitivos

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creía debía «mantenerse firme, sola, sin sacerdote, sin párroco, sin credo, sin tradición, sin Biblia», no iba a ser el que definiese sus dogmas. Pero, como rezaban los principios del sindicato de la Iglesia obrera, «no [era] una religión de clase, sino que une los miembros de todas las clases que laboran por la abolición de la esclavitud mercantil».83 De hecho, las Iglesias que se multiplicaron con rapidez no compartían en la práctica ni la teología de Trevor ni su rechazo de la religión de clase. Se componían de una mayoría arrolladora de obreros, formados en el ambiente de la disidencia sectaria protestante, para quienes era imposible concebir que una ruptura política y económica con el capitalismo no llevase también a una ruptura religiosa. En Bradford, donde hacía tiempo que se hablaba de organizar una Iglesia autónoma, no se hizo ello, «hasta que varios líderes inconformistas de la ciudad hubiesen manifestado una profunda antipatía por la candidatura de Ben Tillet (un socialista)».84 Se preguntaban en Plymouth: «¿Por qué no han ido (las congregaciones de la Iglesia obrera) a oír el Evangelio predicado por los de una u otra Iglesia? Porque los inconformistas tanto como la Iglesia estatal han estado blasfemando y calumniando en sus sermones al Carpintero de Nazaret, diciendo a los hombres que estuviesen contentos con la posición en que Dios se ha complacido colocarles».38 Seth Ackroyd, de la Iglesia obrera de Hull, aserrador mecánico de profesión y ex wesleyano de gran energía moral, lo dijo con claridad: Los trabajadores piensan que las Iglesias cristianas han sido (lo mismo que la prensa pública) capturadas por los capitalistas; y el sacerdote que habla con claridad tiene que ceder rápidamente el puesto a otro que 33. Pellíng, op. cit., p. 143. 34. Labour Propbet, 1892, p. 64. 35. Labour Propbet, 1893, p. 8.

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