anderson_benedict-_comunidades_imaginadas

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mente nuevo. Pero así ocurrió en aquella época. La Declaración de Independencia de 1776 no hace en absoluto ninguna referencia a Cristóbal Colón. o a Roanoke o a los Padres Peregrinos. ni se plantean motivos para justificar la independencia de alguna manera "históri_ ca". en el sentido de poner de relieve la antigüedad del pueblo norteamericano. De hecho, maravillosamente, ni siquiera se menciona la nación norteamericana. Muy pronto cundió una profunda sensación de que estaba ocurriendo una radical ruptura con el pasado: "una interrupción del continuo de la historia". Nada ejempli_ fica mejor esta intuición que la decisión, adoptada por la Convención Nacional del 5 de octubre de 1793, de borrar el antiquísimo calendario cristiano e inaugurar una nueva época mundial con el Año Uno. a partir de la abolición del antiguo régimen y la proclamación de la República el 22 de septiembre de 1792." (Ninguna revolución ulterior ha tenido esta sublime confianza en la novedad, entre otras razones porque la Revolución francesa siempre ha sido considerada como la antepasada.) De esta profunda sensación de novedad surgió también nuestra santa revolución, el bello neologismo creado por José María Morelos y Pavón, quien en 1813 proclamó la República de México, no mucho antes de ser ejecutado por los españoles." De ello surgió también el decreto de San Martín, de 1821 de que "en el futuro los aborígenes no serán llamados indios ni naturales; son hijos y ciudadanos de Perú y serán conocidos como l' El joven Wordsworth estaba en Francia en 1791·1792, y después, en TJu> Prelude, escribió estos célebres versos reminiscentes: Una dicha era estar vivo en esa aurora, ¡pero ser joven era el cielo mismo! Las cursivas son mías. 15 Lynch, Spanish-Ammcan Revoluticms, pp. 314-315.

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peruanos. "'6 Esta frase hace por los "indios" o por los "naturales· o por unos y otros lo que la Convención de París había hecho para el calendario cristiano: abolió un nombre deshonrado por mucho tiempo. e inauguró una época completamente nueva. De este modo, los "peruanos· y el "Año Uno" marcan retóricamente una profunda ruptura con el mundo existente. y sin embargo, las cosas ya no podían seguir siendo de este modo, precisamente por las mismas razones que habían precipitado. para empezar. el sentido de la ruptura. En el último cuarto del siglo XVIII, tan sólo la Gran Bretaña estaba fabricando entre 150000 Y200 000 relojes al año. muchos de ellos para la exportación. Yes probable que la manufactura europea estuviese cerca de los 500 000 relojes anuales." Los periódicos publicados eran. para entonces. una parte familiar de la civilización urbana. Asimismo las novelas, con sus espectaculares posibilidades de representación de acciones simultáneas en un tiempo vacío homogéneo." La medición cósmica que había hecho comprensibles nuestros emparejamientos transoceánicos sincrónicos estaba dejando sentir, cada vez más, que entrañaban una visión serial, totalmente intramundana, de causalidad social; y ese sentido del mundo estaba profundizando. con toda rapidez, su arraigo en las imaginaciones occidentales. Por ello es comprensible que menos de dos décadas después de la Proclamación del Año Uno llegara el establecimiento de las primeras cátedras académicas de historia: en 1810 en la Universidad de Berlín. yen 1812 en la Sorbona de Napoleón. Ya para el segundo cuarto del siglo XIX, la historia se había constituido lfi Como

se le citó antes en el capítulo [Y. Revoluti01lS in Ti71Ul. pp. 230-231, 442-443. 18 Véase supra. capítulo 11. .

17 Landes,

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