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Flor de otoño

Al Cólquico pirenaico le llaman “quitameriendas” cuando florece en los pastos de montaña a la llegada del otoño. El brote de la flor indica a los pastores que el tiempo de la merienda finaliza porque oscurece cada día más temprano y no cabe entretenerse a las puertas de la noche.

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Texto: Ignacio Aldea Cardo Fotos: Ignacio Aldea, Carme Aliu, Baqueira Beret

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ambién se le conoce como azafrán de montaña por ser similar a la flor del azafrán que con sus largos estigmas sazona y da color a muchos guisos, muy diferente al uso que se le da a las semillas del colchico que son tóxicas y de las que se extrae la colchicina, reconocido antiinflamatorio.

El Colchicum montanum o Merendera Montana (L.) Lange, (M. bulbocodium Ram., o M. pyrenaica Auct.) es el Colchico de los Pirineos y nos llama especialmente la atención porque la flor salpica los prados en dos épocas del año muy concretas: en menor medida cuando las nieves dejan al descubierto la tierra y muy generalizado cuando el fin del verano se acerca y la llegada del otoño es inminente.

La Merendera montana adorna los prados que después de muchos meses, los duros meses del invierno, se han visto cubiertos por el manto de la nieve. Protegido por el manto nival el bulbo de la Merendera se encuentra listo para germinar. Con los primeros calores que la tierra puede absorber, son muchos los bulbos de muchas plantas las que comienzan a despertar bajo la tierra.

El Colchico con sus flores rosas y púrpuras a la entrada del verano alegra los prados y como si fuera una estrella emerge a borbotones salpicando extensas superficies de nuestras montañas; la hierba quemada y aplastada por las nieves se solaza y comienza a erizarse cambiando su color del amarillo al verde, y el ciclo vital de la naturaleza inicia un nuevo camino y una nueva estación.

El Colchico de los Pirineos nos llama especialmente la atención porque la fl or salpica los prados en dos épocas del año muy concretas

Muchas serán las flores, inimaginables, que crecerán por doquier en Baqueira Beret en todas las cotas; irá transcurriendo el verano y todas darán sus frutos, y sus semillas serán dispersas por los animales y los vientos en la montaña de Baqueira

El Colchico es esa flor sencilla que brota de la tierra, sin más, de un bulbo enterrado que casi no necesita ni siquiera raíz ni hojas para desarrollarse; que liba la esencia de la tierra y florece en los prados otoñales a la espera de las nieves…

En Orri todos los años cuando la temporada de invierno nos dice adiós, las flores comienzan a brotar por todas las pistas que confluyen en este lugar alegrando esos itinerarios llenos de belleza que, vestidos de blanco durante el invierno, cambian el blanco por las multicolores flores veraniegas.

Después del invierno cuando los cauces se llenan de agua, los manantiales rebosan y la hierba recobra su prestancia, el Colchico, la flor solitaria de los prados, nos anuncia que la temporada ha llegado a su fin.

Muchas serán las flores, inimaginables, que crecerán por doquier en Baqueira Beret en todas las cotas; irá transcurriendo el verano y todas darán sus frutos, y sus semillas serán dispersas por los animales y los vientos en la montaña de Baqueira.

El Colchico es flor del fin de la primavera, efímera, porque su vida es corta y abre las puertas de una explosión de vida, pero sobre todo es flor de otoño y cierra el ciclo de la floración cuando el primer frescor otoñal invade los agostados prados de nuestras montañas: el Colchico vuelve en este momento a adornar los prados con profusión deslumbrando una vez más al caminante.

Ya sólo queda esperar que también ella se rinda ante los fríos cuando la tierra se endurezca y el sol decline sus rayos. El otoño irá dando paso al invierno y las gotas de lluvia poco a poco se convertirán en copos de nieve…

Así comienza el invierno en nuestros valles con un ramo de estrellas floreadas dispersas por las pistas de la estación; brotes rosados antesala de las primeras nieves otoñales.

Me gusta pensar que el invierno se acerca y que si antaño cierta tristeza y melancolía invadía a las montañas y a sus gentes, ahora es motivo de alegría y esperanza: las nieves han cambiado nuestras vidas y todos miramos al cielo cuando el Colchico se marchita y esperamos que un manto blanco vaya adornando las montañas; que los glaciares se tiñan de blanco en las Maladetas y los riachuelos que llenan de agua los ríos recuperen con las lluvias y las nieves la fortaleza de sus torrentes.

El invierno llega. No habrá más color que el blanco de la nieve; no habrá más flor que el ramillete de fríos copos de estrellas blancas; las montañas irán acumulando espesores; el trabajo de los hombres de Baqueira para que la nieve permanezca sobre las pistas durante todo el invierno será arduo; los remontes comenzarán su infinito ir y venir de arriba abajo portando entusiasmados esquiadores. Otros señalizarán las pistas, les pondrán nombres y las cuidarán con extrema delicadeza. Todo estará a punto el día que el sol brille las horas justas para disfrutar del invierno en las montañas de Baqueira Beret durante los largos meses del invierno.

Y unos días antes de la fecha fijada para la apertura de la estación un buen número de profesionales de diferentes estaciones de esquí de Cataluña se darán cita en Baqueira Beret para preparar su invierno: Los maquinistas, los pisteros, los conductores de los remontes, los expertos en la nueva nieve de cultivo, los administradores y los expertos en nuevas tecnologías; también los monitores de esquí en su ya tradicional encuentro de pretemporada en Baqueira Beret y el hotel Montarto abrirá sus puertas a todos ellos días antes de que lleguéis a vuestra estación para verla vestida de blanco.

Día tras día, noche tras noche, las luces se irán apagando y encendiendo durante el invierno y disfrutaremos deslizando sobre un delicioso manto blanco de nieve pensando que, debajo de nuestros pies nos separan cristales blancos que se convertirán en flores de colores cuando la primavera vaya derritiendo lentamente la nieve; cuando el agua penetre en la tierra y vuelva a alimentar los torrentes, broten los Colchicos primaverales sobre los prados y regresen en el otoño para anunciarnos de nuevo que el invierno está cerca… Entonces, el “quitameriendas”, arrebatará ese momento de encuentro a los pastores para el bocado final de la jornada porque el día se acorta y no hay tiempo para más, que regresar con su rebaño a la majada.

¡¡Feliz invierno!!

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