Diccionario del español en el Uruguay

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Diccionario del espa単ol del Uruguay


Academia Nacional de Letras de Uruguay

Presidente: Primer vicepresidente: Segundo vicepresidente: Secretario: Tesorero: Bibliotecaria:

D. Wilfredo Penco D. José María Obaldía Da. Angelita Parodi de Fierro D. Adolfo Elizaincín D. Ricardo Pallares Da. Carolina Escudero

Miembros de número D. Carlos Jones D. José María Obaldía D. Wilfredo Penco D. Héctor Balsas Da. Alma Hospitalé Da. Gladys Valetta D. Jorge Arbeleche D. Juan Grompone D. Ricardo Pallares

D. Tomás de Mattos D. Gabriel Peluffo Da. Angelita Parodi de Fierro Da. Carolina Escudero D. Adolfo Elizaincín D. Gerardo Caetano Da. Estela Medina D. Daniel Vidart D. Gonzalo Fernández

Académico emérito D. Antonio Larreta

Departamento de Lengua y Literatura Director coordinador: Acad. Adolfo Elizaincín Subdirector: Juan Justino da Rosa


PROEMIO

Para el hablante común de una lengua cualquiera (quiero decir, para el hablante no especializado ni especialmente interesado en las cuestiones de la lengua), para quien usa el lenguaje casi de la misma manera como camina y respira (sin preguntarse cómo logra caminar y respirar), el diccionario es casi la única obra en la que ve objetivada (tangible, palpable) la lengua que utiliza. No es una imagen realista imaginar a ese hablante común como alguien preocupado por desentrañar los mecanismos morfológicos o sintácticos de esa lengua, ni mucho menos las peculiaridades fonéticas de la misma a través de la consulta de las gramáticas o las fonéticas accesibles. Sí sin embargo es verosímil imaginar a esa persona enfrascada en la consulta de un diccionario. Es que para las personas el lenguaje está hecho, exclusivamente hecho, de palabras, aserto no del todo descabellado, después de todo. Y los significados (y la ortografía) de las palabras están en los diccionarios. Por otra parte, la consulta del diccionario forma parte de la mejor tradición escolar en cualquier latitud; a través de esa consulta el niño o adolescente incorpora vocabulario, se hace ducho en el manejo del mismo y se convierte, finalmente, en un usuario competente de la lengua de que se trate. Por cierto esta popularidad de los diccionarios dentro del extenso campo de las obras que estudian una lengua determinada, se complementa además, a los ojos del especialista, con el papel que estas obras han jugado en el establecimiento mismo de la comunidad lingüística que utiliza esa lengua. Una lengua sin diccionario (y sin gramáti-

ca; quiero decir, sin libros llamados de esa manera) es una lengua que anda “suelta”, sin sujeción, sin haber sido reducida a reglas (así hablaban los filólogos renacentistas). Esa etapa, en la que aún no existen estos instrumentos, es característica de los comienzos del desarrollo de una lengua determinada. Incluso puede florecer una literatura en esa lengua y no poseer esta aún un libro de gramática o un diccionario. En el momento en que estas obras aparecen puede sin más afirmarse que la reflexión sobre esa lengua se ha iniciado, que existen ya personas que se han detenido a pensar en su lengua, que la han relacionado probablemente con otras y que en el curso de esa reflexión han considerado útil y necesario que esa lengua –en general, su lengua– posea un diccionario y una gramática (quizás también una ortografía). Estamos en el momento de madurez de una lengua, el momento en que el proceso de normalización o estandarización se echa a andar transformando aquella vieja forma de comunicación y hasta de expresión poética popular y mayormente oral en una lengua asociada fuertemente a la escritura, a la cultura letrada, en definitiva. La existencia de diccionarios (entre otras obras lingüísticas (gramáticas, fonéticas, atlas lingüísticos) testimonia el estatuto de lengua estándar de una variedad determinada y, más concretamente, y por el hecho mismo de la estandarización o normalización, permite cumplir una de las funciones fundamentales de este tipo de lenguas: la de marco de referencia, aquella que, frente a una duda cualquiera del usuario, tanto de la forma (ortografía)

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como del significado de una pieza léxica, le permite recurrir al diccionario para despejar sus dudas. Por cierto la tipología de los diccionarios es amplísima; cada vez aparecen nuevos tipos. A partir de una primera división básica, en diccionarios monolingües y bilingües, (otros quizás hagan la primera división en diccionarios enciclopédicos y diccionarios puramente lingüísticos) se despliega un tan amplio abanico de posibilidades que no los puedo, ni corresponde, nombrarlos aquí. Solo quiero referir a lo siguiente: cuando una lengua como la nuestra, el español, se diversifica tanto, se expande por tantos lados y acrecienta en magnitud tal el número de sus hablantes (400 millones es el número aproximado que por ahora estamos considerando como integrantes de la comunidad de habla hispana en el mundo) su diversificación es inevitable. Por lo tanto, empiezan a surgir, en ese proceso histórico de expansión, diferentes centros de estandarización e irradiación de las normas lingüísticas prestigiosas ya que es impensable una lengua tan expandida con un único centro modélico y ejemplar. Así por ejemplo, la lengua se regionaliza a través de diferentes centros que impulsan sus propias fuerzas de diferenciación. Sin embargo, sigue existiendo una versión, digámoslo así, de esa lengua, que puede considerarse como “español general” (en rigor, una variedad construida): en este caso, aquel español que es compartido (o en el que presumiblemente todos los hablantes del español se encuentran sin dificultad alguna de comunicación) por todos los hablantes de la lengua. Esta variedad es la que recogen los diccionarios generales, como el de la Real Academia Española. Pero hay otro tipo de diccionarios, aquellos que recogen las peculiaridades o características más notables de una región determinada. Dicho de otra manera, los que recogen las características de una variedad determinada de español, en este caso, el español rioplatense en su versión uruguaya. Este

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tipo de diccionario es el Diccionario del español del Uruguay (DEU) que el lector tiene entre manos. Su utilidad es por cierto muy grande; en él encontrará el lector formas típicas o peculiares (no necesariamente exclusivas) de nuestro país, lo que le ayudará no solo a entender cabalmente una forma que desconozca en algún texto escrito, sino también muchos de los usos orales y no solo los de Montevideo sino también los del interior del país. Como se trata de un diccionario contrastivo, contrasta (de ahí el término) las formas que incluye con las propias del español general antes definido y que son recogidas por el diccionario de la Real Academia Española. En el DEU no aparecen las formas del español general, sino las peculiares de esta zona del mundo hispánico (digo “zona” porque su extensión excede los límites geográficos de Uruguay) o aquellas que, teniendo una misma forma poseen sin embargo una significación diferente en la variedad regional. Ingente trabajo es la confección de un diccionario. En el imaginario colectivo de sus usuarios, los diccionarios parecen ser obras de consulta que han surgido por generación espontánea. Quiero decir, no es fácil asociar un diccionario con su autor o autores (excepto casos notorios, pero en general entre especialistas, Seco, Moliner, Aurélio, etc.) y mucho, menos, imaginar el esforzado trabajo que supone someter a las reglas lexicográficas los huidizos significados y matices de significados de las no siempre complacientes palabras (que hay que buscarlas en fuentes escritas y orales, por cierto por parte de equipos consolidados de investigadores especializados). La persecución de una acepción principal de una forma, por ejemplo, puede ser una epopeya filológica; su relacionamiento con otras formas similares, y la manera de establecer sus correspondencias a través de las variadísimas relaciones semánticas que los significados pueden crear entre sí, una verdadera tarea detectivesca; por


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fin, la técnica de la definición de cada contenido, lo que el lector casi siempre lee en pocos segundos, puede consumir días enteros de reflexión, prueba y error y, por qué no, insomnio. Es que en esa filigrana, en esa telaraña donde los significados aparecen y desaparecen, se asocian y disocian, se concentran y dispersan, parecen esfumarse pero a la vez reaparecen reforzados en otro ámbito de la lengua, se juega uno de los partidos más apasionantes de la labor del filólogo-lexicó-

grafo, cuyo resultado final es la tranquilizante captura y sometimiento de una palabra rebelde, quizás inadvertida hasta el momento por el resto de los hablantes. Ese momento es muy parecido a aquel en el que un botánico reconoce y clasifica una nueva especie del mundo vegetal. Espero que todos sus usuarios disfruten de este diccionario. De alguna manera, se los aseguro, será un espejo de ustedes mismos. Adolfo Elizaincín Departamento de Lengua y Literatura Director coordinador

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PRÓLOGO

Nuestra Academia Nacional de Letras tiene el inmenso orgullo de presentar a todos los orientales –así nos llamó Artigas– y a todos quienes, fraternalmente, pisen nuestro suelo, su Diccionario del español del Uruguay. Este orgullo, maximizado, puede sonar a quienes les llegue, como una altanería de ecos poco gratos. Sin embargo, nada más lejano al sentir que nos dicta estas palabras y quizás, hasta pecaríamos de ingratos, si no lo pronunciáramos y hasta procuráramos, como lo hacemos, nuestra mejor voz para decirlo. Porque aquella primera impresión cabría, y nosotros la acompañaríamos con firmeza, si estuviéramos hablando de una obra de nuestra idea y nuestro quehacer. Mas no ocurre eso. Cabe sí, en cambio, corresponde y es de clara justicia que aparezca asomando en toda la obra, página a página, frente a todo lector que a ellas llegue. Porque lo que él tendrá ante sí es un trabajo que, para apreciarlo hoy cabalmente, por el tiempo que insumió su forja y por las generaciones que a ella aplicaron su esfuerzo, debe apelarse a la estimación de muchas décadas. El orgullo que confesamos contiene, además, nuestro homenaje al tesón que tantos mantuvieron encendido durante tantos años, para que este logro mayor que es lo que hoy podemos llamar Diccionario del español del Uruguay sea una realidad. Que anuncia y ofrece algo tan de nosotros, como es nuestra habla, que sin ella no seríamos quienes somos ya que, ciertamente, significa uno de los trazos sustanciales del perfil del pueblo que nos identifica. Ya se verá claramente, líneas adelante, que, puesta la rosa de los vientos sobre nues-

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tro país, por todos y cada uno de sus rumbos, punto a punto y desde allí a todos los de sus límites, nos llegaron un día una o varias de las voces que aquí se muestran. Porque las hay de nuestra tierra toda. De ciudades –centro y entornos– pueblos, poblados, caseríos y no falta, conmueve el decirlo, la que nos llega desde un pago remoto, tanto que no ha ganado aún topónimo, pero donde vive alguien que dice el habla nuestra, y ella ha recogido ecos, próximos o lejanos, que han conquistado un área de uso y comprensión, logrando así genuino sello de lenguaje uruguayo. Creemos, rechazando toda afirmación desmedida, que es tarea difícil, diríamos imposible, encontrar una obra de esta tierra en la que pueda hallarse un volumen mayor, generoso y espontáneo de las mujeres y hombres que la pueblan en su totalidad, ofreciendo su aporte, siempre valioso. Y sentimos que no es vana ocurrencia sino algo realmente importante, anotar la sustancia democrática que emana de ello. Que no es, por cierto, un componente menor de la calidad toda de la obra. Agreguemos a esto, además, que tantos aportes, llegados prácticamente de todos aquellos rincones en los que suena nuestra habla, fortalecen la confiabilidad más exigente, ganando para este trabajo el máximo alcanzable en tal valor, sustancial en estas empresas. Digamos asimismo que nosotros y tantos otros que nos precedieron en la tarea, prohibiéndonos con su ejemplo amainar en el esfuerzo de procurar esta meta hoy lograda, en ninguno de los momentos del largo tiempo que la empresa nos demandó, dejamos de tener bien claro que solamente estábamos cumplien-


El Diccionario del español del Uruguay reúne más de diez mil voces y expresiones, propias de los uruguayos, no empleadas en el español estándar. Representa un porcentaje importante del vocabulario usado tanto por la mayoría de la población como por grupos diferenciados por sexo, edad, nivel sociocultural u ocupación. El material recogido abarca deportes, vestimenta, economía, fauna y flora, sexualidad, fórmulas de saludo y de cortesía, alimentación, colores, educación, razas, agricultura, faenas, burocracia, cuerpo humano, extranjerismos y mucho más. Procede tanto del habla corriente como de la coloquial o familiar, así como del periodismo, la literatura, el chateo, los blogs, la publicidad, el lenguaje femenino, masculino, infantil o juvenil, exclusivo de las jergas carcelaria, médica, militar, política o gremial. Todas las acepciones cuentan con información gramatical, de frecuencia de uso y extensión territorial y otros datos que permiten conocer si la palabra es esmerada, corriente o vulgar, tabuizada o eufemística, popular o culta, afectiva, despectiva, festiva, hiperbólica o satírica. *************************** El Diccionario del español del Uruguay trae voces que vienen de la cancha, del parlamento, del café, del salón de clase y de la calle; de campo afuera, de poblados y de ciudades, de orillas, de barrios y centros urbanos. Fueron tomadas de discursos y de chamuyos, piropos y puteadas, requiebros y desaires, bailes, velorios, amores y desamores, vicios y virtudes, pasiones, venganzas y desengaños, cuentos, mentiras y canciones. Están presentes en oficinas, despachos y secretarías, corrales y galpones de ensillar, cuarteles y calabozos, mercados, yuyerías y supermercados, radios y folletines, consultorios, prostíbulos, escenarios y pasarelas; en la cocina familiar, en reuniones sociales y en juegos de niños y de adultos. Viajan en trenes y forchelas, aliscafos, ómnibus, aviones y bicicletas. Son propias de citadinos y paisanos, de oficios y profesiones, de pibes, veteranos y nonos. Pueden ser vulgares o prestigiosas, esmeradas o coloquiales, cultas o populares y suelen acarrear connotaciones afectivas, despectivas o festivas. ******************************

¡andá! interj. esp. Indica rechazo o sorpresa ante lo referido por otro. V. ¡a la °flauta! bohán. (Etim. en inv.). m. pl. Parcialidad indígena nómade perteneciente a la etnia charrúa, que ocupó los territorios de los actuales departamentos uruguayos de Salto, Paysandú y Río Negro, hasta fines del siglo XVIII. // 2. m. / f. Persona que pertenecía a la parcialidad bohán. // 3. adj. Perteneciente o relativo a los bohanes. coach. (Voz ingl.). m. / f. ºdirector técnico. // 2. m. / f. esm. En una corporación empresarial: asesor que tiene como objetivo mejorar el rendimiento individual o grupal del personal. darsenero, -a. (Der. de dársena). f. Camiseta del Club Atlético River Plate, de la ciudad de Montevideo. // 2. m. y f. / adj. Partidario o jugador del Club Atlético River Plate. // 3. adj. Perteneciente o relativo al Club Atlético River Plate. // 4. m. Equipo del Club Atlético River Plate. ♦♦ aduanero; albirrojo; riverplatense.

encamada. (Del v. encamar). f. vulg. esp. Encuentro sexual en una cama. ♦ encame.


entraña. f. Corte de carne vacuna, delgado, tierno y sin grasa que se extrae del diafragma. // de mala entraña. loc. adj. esp. Referido a una persona: maligna. // entraña fina. f. Corte de carne vacuna sin hueso que corresponde a la porción costal del diafragma. // entraña gruesa. f. Corte de carne vacuna sin hueso que corresponde a los pilares del diafragma de la legión lumbar. // entraña interna. f. Frig. Corte de carne vacuna sin hueso que se extrae del músculo abdominal. // falsa entraña. loc. sust. f. p.us. entraña interna.

fiducia. f. obs. esp. fest. biyuya. gargantillo, -a. m. o f. Pájaro de unos 11 cm de largo, de dorso gris, vientre blancuzco, parte superior de la garganta de color negro, una franja ancha en el pecho del mismo color y pico grueso; habita en montes abiertos cercanos a pastizales y al agua; se alimenta de semillas. Emberizidae: Sporophila caerulescens. ♦ corbatita. // 2. m. o f. dominó. // 3. adj. Referido al pelaje de un equino: con una mancha blanca en la garganta o en la quijada.

guauguáu. (De or. onomat.). m. inf. afec. Perro. huevo, -a. m. vulg. esp. Tarea difícil. V. duro de °pelar. ♦ choclo. // 2. adj. vulg. esp. gil, -a. // a huevo. loc. adv. juv. esp. Con extrema voluntad, esfuerzo y coraje. isleño, -a1. m. y f. ant. Natural de las Islas Azores. "Como quiero ver bastante laboriosos los isleños portugueses que han quedado en este Pueblo y sus campañas, les he permitido que vayan con sus familias". Pedro A. de Cevallos al capitán Lázaro de Mendiveta, 20 de mayo de 1763.

jabalina. f. En las instalaciones eléctricas: barra de cobre o de acero de aproximadamente un metro y medio o más de largo, que se entierra para que oficie de masa, conectada a los conductores de tierra.

kilometrero, -a. (De kilómetro). f. Dur. Camiseta del Molles Fútbol Club, del pueblo Carlos Reyles. // 2. m. y f. / adj. Dur. Partidario o jugador del Molles Fútbol Club. // 3. adj. Dur. Perteneciente o relativo al Molles Fútbol Club. // 4. m. Dur. Equipo del Molles Fútbol Club.

labio. // no me hagas reír, que tengo el labio partido. fr. esp. sat. Fórmula con que se desestiman los dichos o pretensiones del interlocutor. ¶ Uso: Suele sustituirse labio por jeta.

margaritón. (Der. de margarita). m. Planta floral, exótica, perenne, que alcanza los 80 cm de altura; tiene hojas lanceoladas, dentadas, de hasta 30 cm de largo y flores en cabezuelas solitarias de unos 10 cm de diámetro, con la misma apariencia de una margarita; se cultiva en jardines y se comercializa como flor de corte. Asteraceae: Chrysanthemum maximum.

ñoqui. m. esp. Puñetazo. // 2. m. Fideo seco, hueco, con forma similar a la del ñoqui. // 3. m. esp. Daño producido en la carrocería de un automóvil a causa de un choque. // 4.


m. esp. desp. Empleado

público que cobra su sueldo sin cumplir ordinariamente sus

funciones.

obrera. f. En las colmenas y los hormigueros: casta de abejas o de hormigas sin capacidad para reproducirse que se ocupa de las actividades de la colonia. palmirense. (De Nueva Palmira). m. y f. / adj. Natural de la ciudad de Nueva Palmira, del departamento de Colonia. // 2. adj. Perteneciente o relativo a la ciudad de Nueva Palmira.

papá. m. esp. afec. Forma de tratamiento empleada para dirigir la palabra o llamar la atención al propio padre. ♦ pa. // 2. m. esp. afec. Forma de tratamiento empleada por la mujer para dirigir la palabra o llamar la atención a su pareja o al padre de sus hijos. ♦♦ papi; papo2; papucho. // ¿a papá mono, con bananas verdes? fr. esp. fest. Fórmula con que alguien da a entender que conoce mucho del tema que se le pretende explicar. ¶ Uso: Se emplea también con entonación exclamativa. V. ¿le vas a enseñar a tu ºpadre a hacer hijos? //

¿a papá, con juego de alto? fr. obs. esp. fest. ¿a papá mono, con bananas verdes? ¶ Uso: Se emplea también con entonación exclamativa. // .a papá, con tangerinas? fr. p.us. esp. fest. ¿a papá mono, con bananas verdes? ¶ Uso: Se emplea también con entonación exclamativa

papanicolau. (De Giorgos Papanicolau, 1883-1962). m. Examen citológico del cuello del útero de la mujer. ♦ pap.

que te voglio dire. loc. adj. p.us. esp. Referido a una persona o a una cosa: asombrosa, sorprendente por sus cualidades positivas o negativas. Al liceo llegó un profesor que te lo voglio dire. V. impresionante.

redomón, -a. (Der. de doma). adj. / m. y f. Referido a un equino: sin terminar de domar. V. bagualón.

shorthorn. (Voz ingl.). f. Raza vacuna de producción de carne; el prototipo carece de cuernos o son cortos, de color crema, tiene cara alargada, frente ancha, morro rosado, masa muscular muy desarrollada y pelaje rojizo, blanco amarillento o rosillo. // 2. adj. // m. / f. Perteneciente o relativo a la raza shorthorn. ♦♦ durham.

¡ta! (Afér. de está). interj. esp. ¡bárbaro! // 2. interj. esp. Indica el fin de un tema o la resolución de un problema que se tiene entre manos. Ta, ya me di cuenta. // 3. interj. esp. Indica la búsqueda de asentimiento o conformidad del interlocutor ante una propuesta. Estamos de acuerdo, ¿ta? ¶ Uso: Se emplea con entonación interrogativa.

¡úpalala! interj. inf. afec. Voz para levantar a un niño en brazos. uruguayo, -a. m. y f. / adj. Natural de la República Oriental del Uruguay. // 2. adj. Perteneciente o relativo a la República Oriental del Uruguay. ♦♦ oriental; yoruga; yorugua.

// a la uruguaya. loc. adv. esp. Superando inconvenientes que parecen insalvables. // 2. loc. adv. urb. esp. Con tranquilidad que puede parecer excesiva. // 3. loc. adv. urb. esp. Con


más deliberación que ejecución.

viajazo. (Der. de viaje). m. Art. esp. En el juego del baloncesto: golpe dado al rival con la mano o el brazo.

wáter. (Del ingl. water closet). m. Aparato sanitario para orinar y evacuar el vientre, provisto de un sifón que evita los malos olores. V. °baño social; licencia; pipiroom; °servicios higiénicos; °taza turca. ♦ inodoro; trono; watercló.

yacuzzi. (De la marc. com. reg. Yacuzzi). m. Bañera o piscina provista de un sistema de hidromasaje.

zabeca. (Inv. siláb. de cabeza). f. esp. mate (4).


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