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Antología

PATRIMONIO hERIDO

Balcei 201 mayo 2022

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#alcorisasaleunida

Los tesoros olvidados de la España vaciada

Miles de edificios de nuestro patrimonio histórico están al borde de la desaparición. ‘Pueblan’ la España vaciada, un lugar camino de convertirse en inmenso cementerio para joyas arquitectónicas del pasado. Evitarlo es, por cierto, cosa de todos.

Son víctimas colaterales de la ‘España vaciada’, miles de edificios que cuentan historias de nuestra historia. Palacios en ruinas, iglesias abandonadas, necrópolis arrasadas, casonas de las que apenas se sostienen sus fachadas, parte todos ellos de nuestro patrimonio histórico. «Basta viajar un poco por nuestra geografía para toparte con infinidad de lugares como estos», resume Alfredo Pérez de Armiñán, uno de los mayores expertos españoles en la protección de este legado.

Falta de recursos, abandono rural y negligencia forman la trinidad que amenaza la preservación de miles de bienes de uno de los mayores patrimonios de Europa. Somos el tercer país con más elementos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Y eso es bueno. Pero esta política de Estado, la única sostenida por todos los gobiernos desde 1985, se ha convertido en gran coartada para encubrir la falta de diligencia en la protección de los bienes culturales.

Tropelías urbanísticas, derribo de bienes protegidos o aberrantes rehabilitaciones saltan de forma recurrente a los titulares. La desaparición de una ermita, un palacio o un resquicio industrial en un pueblo desolado, sin embargo, suele pasar inadvertida. Por eso, dice el hoy académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, «son la parte más vulnerable del patrimonio».

La España vaciada se está convirtiendo, así, en una especie de cementerio del patrimonio. «Como nadie lo ve y nadie lo usa —señala Pérez de Armiñán—, nadie percibe que se está destruyendo y, por lo tanto, nadie actúa para remediarlo». Así ocurre con una larga lista de edificios olvidados por las políticas de preservación.

Una ley específica, de 1985, protege todos los elementos del ingente acervo que conforma nuestro patrimonio histórico, aunque lo hace con más garantías a los llamados Bienes de Interés Cultural. unos 17.500 inmuebles en toda España (más otro tanto de objetos muebles). La cifra supone más del doble de los que recibían esta calificación hace 35 años, lo que revela el esfuerzo protector realizado desde entonces. El patrimonio total, sin embargo, es mucho más amplio, con miles de construcciones sin protección específica o en grados que no han impedido su deterioro. Es lo que ocurre, sin ir más lejos, con las siete que ilustran este reportaje.

Todas ellas están incluidas en la Lista Roja, una herramienta creada en 2007 por Hispania Nostra para visibilizar e intentar proteger los elementos en peligro del patrimonio cultural. La iniciativa surgió, precisamente, cuando Pérez de Armiñán presidía la asociación, fundada en 1976, y funciona como un semáforo del patrimonio que desnuda las vergüenzas de quienes deben preservar las joyas del pasado. Esto es, sus propietarios: particulares, administraciones, Iglesia o instituciones culturales, en primer lugar; pero también la sociedad española en general, porque, como subraya Víctor Antona, «el patrimonio histórico es de todos».

La Lista Roja suma ya 1043 informes sobre elementos en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Todo ello alimentado con denuncias enviadas por ciudadanos y entidades de todo tipo implicadas en esta lucha contra la degradación y el olvido.

Hasta hoy, el proyecto ha inducido intervenciones en 176 elementos que han dejado de estar «en riesgo», pasando así a una segunda lista, verde en este caso, que reúne los hoy recuperados. Una tercera, negra, incluye bienes ya irrecuperables, otros afectados por atentados urbanísticos a su entorno y aquellos cuya rehabilitación ha alterado de manera irreversible sus valores esenciales. Son apenas nueve, pero revelan el tipo de amenazas a las que, más allá de la despoblación y el abandono, se enfrenta nuestro patrimonio histórico.

Figuran ahí las murallas de Ávila. No por su conservación, sino por la edificación de un centro de exposiciones y congresos y de múltiples construcciones en su entorno exterior, lo que ha causado un «atroz impacto visual a la vista histórica mantenida durante siglos», en palabras de Antona.

Marcados en negro están también el malagueño palacete de los Condes de Benahavís-La Mundial, derruido hace dos años para construir un complejo de diez plantas, pese a formar parte de un bien de interés cultural protegido como el centro histórico de Málaga.

También el palacio de Inestrillas, del siglo XVIII, que colapsó este enero en la localidad riojana de Aguilar del Río Alhama. O la Casa de Pico de Velasco, en Carasa (Cantabria), ejemplo de la arquitectura civil del siglo XVII en cuyo interior se levanta hoy un edificio moderno que altera el alzado del inmueble original.

Descartados estos nueve, quedan pues 858 elementos en rojo. La mayoría de ellos (29 por ciento), en Castilla y León, principal escenario de la despoblación, pero también la comunidad autónoma donde más bienes se han conseguido recuperar para la Lista Verde (33 por ciento). Labor que la ha convertido en referente a la hora de proteger el patrimonio en riesgo. Su director general de Patrimonio Cultural, Gumersindo Bueno, enumera con orgullo varios ejemplos.

Tenemos el caso de Valcabado del Páramo, en León, que con menos de 300 habitantes y aliado con Hispania Nostra ha conseguido más de 30.000 euros, vía crowdfunding, para rehabilitar con nuestra ayuda y supervisión el artesonado mudéjar del siglo XVI de su iglesia. Bueno habla también de la resurrección de Foncebadón, en el Camino de Santiago, que llegó a tener una sola familia y cuenta hoy con restaurantes, albergues, ultramarinos y una pensión.

Y de la cuenca minera de Fabero, recién declarada Bien de Interés Cultural. Y de Fuenteodra, en el Geoparque Mundial de Las Loras, cuyos ocho vecinos, gracias a otro crowdfunding, han recaudado más de 52.000 euros para recuperar su iglesia gótica.

De hecho, la mitad de las iniciativas de micromecenazgo activadas por Hispania Nostra han surgido en esta comunidad autónoma con, revela Bueno, «2570 bienes de interés cultural, 24.000 yacimientos arqueológicos, 12 catedrales, más de 500 castillos, torres y fortalezas, monasterios…». Una colección descomunal cuya preservación se hace cada día más difícil.

Desde 2008, la inversión se ha reducido en un tercio en toda España —lamenta Bueno—, cuando sabemos positivamente que invertir en patrimonio ayuda a reactivar la economía». La Unesco y la Organización Mundial del Turismo calculan, de hecho, que el 40 por ciento del turismo se mueve por interés cultural. «Es decir —añade Pérez de Armiñán—, que si el 13 por ciento de nuestro PIB procede de este sector, buena parte ello se lo debemos al patrimonio. No se me ocurre mejor argumento para que entre todos lo cuidemos».

xL Semanal