


En un lugar muy lejano, entre montañas de fuego y bosques encantados, había un pequeño reino, en el cual vivía una niña. Hija del hombre más fuerte del reino, pues con una sola mano decían que era capaz de levantar ¡un elefante!, y de la mujer más lista que se conocía, capaz de memorizar cuanto quisiera. Esa niña se llamaba Valentina.

Valentina era conocida por todos, pues según contaban, nada le daba miedo. Le gustaban los dragones, los ruidos extraños, las arañas y… ¡hasta la oscuridad!

Junto a Valentina, siempre iban su perro, Relámpago y su caballo, Rayo, que eran sus mejores amigos, y con los que había corrido mil aventuras. Incluso se comunicaba con ellos.

Una mañana Valentina, como hacía a diario, fue con Relámpago a buscar a su caballo al establo y se encontró que este estaba abierto, y que Rayo había desaparecido.

Valentina lo buscó por todas partes en el establo y en el poblado. Al no encontrarlo, fue a buscar a su papá.
