SOLDIERS EL DEVENIR DE LA OSCURIDAD Volumen I

Page 1

CAPÍTULO 1

UN BONITO DESPERTAR

La verdad, pienso que es realmente difícil despertar de buen humor cuando el lugar en el que abres los ojos no es más que un cubo cerrado por tres paredes y cuatro pares de barras de acero.

Mi nombre es Ishram Makarov, tengo veinticuatro años y puedo decir, sin sentirme para nada orgulloso, que me convertí en el comandante más joven de la historia de los Spetsnaz de la U.R.S.S. a los veinte, aunque eso fue hasta que deserté, convirtiéndome en un prófugo perseguido tanto por mi país como por el mundo entero, pero esa historia la contaré en otra ocasión.

Por los tipos de barrotes y los materiales de las paredes deduje que, quien fuese que me hubiese secuestrado y en-

3

cerrado, no me había entregado a mis antiguos superiores, por lo que, al menos, sabía que, si me había encarcelado y no matado aún, tenía la oportunidad de escapar con vida, solo debía averiguar cómo hacerlo.

Comprobé minuciosamente cada rincón de la celda en busca de cualquier cosa que pudiese servir, como una tubería, para hacer palanca entre los barrotes y crear un espacio por el que salir o una aguja o algo similar con la cual intentar utilizar a modo de ganzúa para la puerta, pero no había absolutamente nada, ni un solo insecto. Intenté, por absurdo que fuese, doblar los barrotes con fuerza bruta, pues era lo único que se me ocurrió, pero naturalmente fue inútil, solo conseguí despertar al prisionero que se encontraba en la celda contigua.

—Tío, con tanto ruido no hay quien duerma… ¿Quieres dejarlo de una vez? No hay forma de escapar de aquí.

¿Jack, eres tú? ¿A ti también te han secuestrado? Pensaba que estabas de juerga por ahí. ¿Cómo has acabado tú aquí?

El otro prisionero era Jack Lambert, un exmarine de veintitrés años, antiguo capitán de los Navy Seals que, junto a mí, acabó también convirtiéndose en un desertor buscado. Jack era un tipo peculiar, un hombre que no sabías si hablaba en serio ni siquiera cuando lo hacía. De risa fácil y con tendencia a hacer cosas absurdas, Jack era, sin lugar a duda, mi mejor amigo y la persona en la que más confiaba en todo el mundo.

Por lo que me contó, a él lo cogieron cuando ya iba como una cuba en el tercer bar que visitaba; al parecer, no

4 Ismael Millán Gil

vio nada, pero sí que sintió cómo alguien le inyectaba algo en el cuello segundos antes de caer inconsciente, cosa que cuadraba, ya que a mí me ocurrió algo similar estando en nuestro apartamento.

Durante lo que parecieron varias horas tuve que aguantar las interminables anécdotas de Jack, sobre todo lo que había estado haciendo de fiesta, lo cual era una tortura mayor que el hecho de no saber dónde demonios estábamos. Casi una hora más tarde, comenzamos a escuchar los pasos de una persona que se acercaba con lentitud hacia las celdas, por lo que Jack y yo nos reincorporamos colocándonos junto a los barrotes para ver de quién se trataba.

—Veamos… Ishram Makarov y el otro es… Jack… ¿Lambert? Vaya, parece que estos sujetos de pruebas son del tipo que más me gustan.

Se trataba de un hombre de mediana edad, debía tener unos cuarenta y pocos años, vestía con una bata de laboratorio y llevaba una barba de varios días poco cuidada, además de unas entradas prominentes, pero lo que más nos llamó la atención fue que consigo iba una pequeña niña rubia de aspecto un tanto gótico que apenas tendría unos ocho años.

—Mira, viejo, sácanos de aquí ahora y es posible, no seguro, pero sí posible, que te deje volver a casa con todos tus dientes dentro de la boca. ¿Te parece un buen trato?

Jack siempre fue un individuo cuya paciencia no destacaba por ser su mayor virtud, pero estaba claro que, si había alguna manera de que aquel individuo nos soltara, no iba a ser de esa

5 Soldiers. El devenir de la oscuridad - Volumen I

forma, por lo que traté yo de incitarle a que nos liberase sin tener que hacer las cosas por las malas.

—No sé quién eres o qué quieres de nosotros, pero si nos liberas ahora nos marcharemos y no volverás a saber de nosotros, de lo contrario, no pararemos hasta acabar contigo.

—Duras palabras para una rata de laboratorio enjaulada, ahora os toca aguardar vuestro turno mis pequeños especímenes; estoy deseoso de diseccionar al hijo del famoso perro desquiciado.

Cuando aquel hombre se marchó por donde vino, Jack comenzó a preguntar que a qué demonios se refería con eso del perro desquiciado, pero no me sentía de humor como para contarlo en ese momento, por lo que le dije que esa historia tendría que esperar. Unos veinte minutos después oímos cómo se acercaba alguien nuevamente, solo que, en esta ocasión, se trataba de un extraño hombre enorme cubierto completamente por oscuros ropajes, con la cara totalmente tapada a excepción de sus ojos, los cuales, eran de un color azul celeste brillante.

—Tenéis suerte de que haya podido hacerme con las llaves antes de que se las llevasen al último piso; si queréis vivir, más os vale salir de aquí cuanto antes, si es que podéis…

Apenas nos había lanzado las llaves de las celdas cuando un potente estruendo sacudió la sala entera, lo que hizo que aquella persona saliese corriendo como alma que lleva el diablo de allá. En cuanto salimos de nuestras celdas y vimos que ambos nos encontrábamos perfectamente, nos sentimos más

6 Ismael Millán Gil

tranquilos, pero sabíamos también que esto no había hecho más que comenzar.

Ni siquiera había dado Jack un solo paso cuando se detuvo en seco y comenzó a buscar entre sus bolsillos, como un adolescente que no encuentra su teléfono móvil, hasta que se dio cuenta de que lo que buscaba lo tenía en el bolsillo trasero de su pantalón. Unas bonitas (y muy caras) gafas de sol negras, las cuales, según la propia palabra de Jack, le hacían ver como el tipo más duro del lugar.

—Muy bien, nene, ahora sí que estoy listo para partirle la cara a ese viejo, venga, que quiero estar en casa para la cena que ya tengo hambre.

Jack puso paso firme para salir de la sala de las celdas, pero cuando iba a cruzar por el marco de la puerta, le agarré del pecho y le lancé al suelo, evadiendo una gigantesca maza que le hubiese destrozado la cabeza sin lugar a duda. No podría a ú n decir si lo que a duras penas cruzó por la puerta podía considerarse humano; era un hombre de proporciones inhumanas, debía de medir unos dos metros y medio y era tan ancho como un armario ropero, con músculos que parecían tener sus propios músculos y una bolsa de plástico atada al cuello que se inflaba y desinflaba con su respiración.

Nos reincorporamos y retrocedimos con cautela hasta el fondo de la sala intentando evitar hacer el más mínimo ruido, pues parecía que esa cosa, aunque notaba nuestra presencia, no podía determinar nuestra ubicación exacta.

7 Soldiers. El devenir de la oscuridad - Volumen I

—Eh, Ish, ¿cómo se supone que nos vamos a deshacer de esa mole? No creo que sea humano siquiera. ¿Crees que reaccionará si le pateo las bolas?

—A mí no me preguntes, seguro que esa cosa debe tener músculos incluso ahí, así que puede que te hagas tú más daño del que le harías a él.

Los susurros alertaron al monstruoso individuo, al cual terminamos por denominar «Paperhead», que embistió con rudeza contra nosotros, pudiendo evadirlo de milagro, aunque destrozando parte de la pared del impacto. Teníamos claro que recibir un golpe directo de esa cosa podría resultar fatal, aun así, Jack no se amedrentó y atacó con todas sus fuerzas a aquel tipo dándole un tremendo puñetazo al hígado, que lo único que hizo fue que el propio Jack acabase retorciéndose del dolor.

¡Dios! ¿De qué está hecha esta maldita abominación?

¿De mármol? No me he roto el puño por los pelos.

Paperhead trató de agarrar a Jack con su enorme mano para destrozarle los huesos, aplastándolo, pero nuevamente pude evitarlo empujando a Jack de una patada, con la que aproveché para impulsarme y darle un rodillazo en la cara a nuestro enemigo, pero fui yo quien cayó al suelo a causa del dolor.

¿Pero qué demonios? Este tipo parece que sea de cemento, no vamos a poder derribarlo a golpes por mucho que lo intentemos.

El monstruo aprovechó que me encontraba en el suelo y trató de pisarme la cabeza con su pie, pero tuve suerte y me

8 Ismael Millán Gil

rescató Jack, haciendo que ambos rodásemos por el suelo. Nos reincorporamos lo más rápido posible y pensamos qué hacer, hasta que llegamos los dos a la conclusión de que solo había una opción.

—Jacky, no tenemos más opción que recurrir a la táctica secreta, aquella que teníamos pensada usar solo con los enemigos más duros.

—Me has leído el pensamiento, Ish, justo estaba pensando que esta monstruosidad era digna de nuestra táctica infalible.

Ambos dimos media vuelta y salimos corriendo de allí tan rápido que, cinco minutos después, no sabíamos prácticamente ni dónde estábamos. Por suerte, habíamos despistado a Paperhead, pero los interminables pasillos parecían todo réplicas unos de otros y, tras andar unos diez minutos sin rumbo, acabamos por llegar a una sala idéntica a la que estábamos, solo que en esta había otros dos prisioneros encerrados en las celdas.

—Bueno, al menos la cosa se va poniendo cada vez más interesante; veamos qué hay tras la celda número uno.

Aunque usualmente soy el primero en reírle las gracias a Jack, nos encontrábamos en un punto en el que la incertidumbre me impedía hacerlo, pero también agradecía tenerlo a mi lado, pues hacía que hasta la más perturbadora situación se hiciese ligeramente más amena. Investigué por encima ambas celdas para hacer un reconocimiento rápido; en la primera, había un tipo de aproximadamente un metro ochenta de altura, tumbado en el suelo, completamente envuelto en

9 Soldiers. El devenir de la oscuridad - Volumen I

harapos, el cual, ninguno de los dos, hubiésemos podido afirmar siquiera si estaba vivo, pues no se movía ni un centímetro. En la segunda, en cambio, había un hombre de aspecto corpulento, vestido con unos vaqueros azules y descamisado, llevaba el pelo corto, una barba poblada y se encontraba fumando un puro Regius Double Corona, uno de los puros más caros del mundo.

—Yo a ti te conozco, eres Ishram Makarov, ¿no es así? ¿Qué demonios hace el desertor más buscado por el gobierno ruso en un lugar como este?

Cuando le vi bien de cerca yo también reconocí a aquella persona al instante; se trataba de Nikolái Ruvenenko, un héroe de guerra que escaló abruptamente dentro del ejército ruso por méritos propios hasta convertirse en el soldado que me sucedió una vez yo deserté.

Nikolái Ruvenenko era conocido como Gertsog Kazanskiy o el Duque de Kazán; nacido en la prestigiosa y adinerada familia Ruvenenko. Tenía, desde el día de su nacimiento, la vida prácticamente resuelta: dinero más que de sobra para toda la vida, una hermosa mujer con la que casarse por conveniencia y un puesto en la gran mesa del ducado soviético; un sinfín de cosas por las que miles de personas matarían por tener.

Según un viejo artículo que leí al poco de desertar, fue el propio Nikolái quien decidió que no quería tener nada que ver con su familia, dejándola de lado para unirse al ejército ruso donde, tras varias guerrillas y conflictos, terminó por ascender a comandante de los Spetsnaz tan solo un año atrás.

10 Ismael Millán Gil

—Eso mismo me gustaría saber a mí. ¿Qué hace el actual comandante de la unidad más letal de la U.R.S.S. encerrada en una celda en Dios sabe dónde?

—Estoy de vacaciones, ¿no lo ves? Nah, estoy tomándote el pelo, fui capturado mientras seguía la pista de cierto individuo al cual acabé por encontrarme aquí mismo.

¿Cierto individuo? ¿A estas alturas aún sigue el gobierno ruso mandando a sus perros de caza tras mi cabeza? Son tan tercos como siempre.

—Oh, no, Makarov, creo que te estás confundiendo, el tipo al que me refería es el prisionero de la celda de al lado, un misterioso hombre al que llaman Alexander Arkxus.

Me arrimé todo lo que pude a la celda colindante, hasta el punto de apoyar la cabeza en los barrotes para ver lo más cerca posible al tal Arkxus, el cual, parecía un simple cadáver tirado en el suelo. Esperé durante unos dos minutos, pero aquel tipo no hizo gesto alguno, ni siquiera era capaz de ver si estaba respirando, por lo que intenté dirigirme a él directamente para ver si reaccionaba.

¿Te llamas Alexander Arkxus, no? ¿Por qué te buscan los rusos con tanto empeño como para enviar al líder de su escuadrón de asalto especial en persona a por ti?

El silencio seguía incesante en la sala a excepción de los silbidos de Jack, que se encontraba cantando parcialmente una de sus canciones preferidas. Golpeé los barrotes con rabia con la intención de exasperar al «muerto en vida» de la celda, pero tampoco parecía que el ruido le importase de-

11 Soldiers. El devenir de la oscuridad - Volumen I
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.