

Maurice, el unicornio, soñaba todas las noches con tener su cuerno. A sus amigos ya les había crecido desde hacía tiempo y, aunque su mamá siempre le repetía que era solo cuestión de paciencia, Maurice no podía seguir esperando.

Una mañana, decidió que era hora de ponerse manos a la obra y buscar alguna alternativa.


Maurice probó con un gorro de fiesta.