


Érase una vez un pequeño pueblo con una luna curiosa llamada Lua, brillante y alegre.
Todas las noches, Lua asomaba su brillante rostro plateado en el cielo para iluminar el mundo con su sonrisa.


Aunque estaba feliz de ser la luz de la noche, siempre se preguntaba qué sucedería durante el día.


Un día, Lua decidió hacer algo diferente.
Mientras el sol se asomaba y ella se preparaba para descansar, se deslizó por el cielo en un rayo de luz y aterrizó suavemente en el jardín de un niño llamado Bao.
