

El lobito Anchón.
Era un animal muy glotón.
Y le gustaba desayunar un buen chuletón.



Pero su higiene bucal para él no era fundamental y cuando le hincó el diente a ese manjar, se dejó clavado todo su aparato dental. El pobre lobito se puso a llorar.

Pasó por allí un castor y le preguntó a Anchón:
—¿Por qué estás tan tristón?
—Perdí mis dientes al morder el chuletón.

—No te preocupes, tengo la solución.
Te puedo hacer unos dientes de madera tallándola con mis potentes paletas.
